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DEL AGUA MANSA

EL ANTOJO

ANTONIO PIEDRA

Óscar López, el gestor del «puro cambio» en Castilla y León, está de antojo. No somos nadie. No me lo invento como hacían los castizos en el XVI con Cristóbal de Villalón, a quien atribuían las mejores ocurrencias del reino tanto en las artes como en las letras. En absoluto. Son palabras textuales que el líder socialista pronunció el viernes en Valladolid —se «me antojan preguntas», dijo al hablar de los presupuestos de la Junta—, y que ayer sábado resonaron en la prensa de Castilla y León igual que el dicho de marras: «buena o mala invención, no la hizo Villalón». Si no la hizo don Cristóbal, ¿quién la haría? Pues el líder del «puro cambio» en bicicleta que paseó a Chaves y a Zarrías por la Meseta para que nos explicaran lo evidente: que el chute del puro cambio lo esnifaban semejantes prebostes y de qué manera.

El capricho de López salió carísimo al «puro cambio», y tan revenido como el pirulí de La Habana que nadie le pegó un chupetón ni en las elecciones regionales ni en las municipales, y menos aún en las generales. Y es que los caprichos en política han de tener un firme motivo: estar bien cimentados y provenir de una sola cabeza bien sujetica. Si proceden de muchas mentes a la vez —ZP, Pajín, Aído,Valenciano, Sebastián, Rubalcaba y un largo etcétera—, entonces acaba como el rosario de la aurora. Lo predijo Gracián en el Criticón: «cuantas son las cabezas, tantos son los caprichos». Esto mismo se lo advertí en persona al propio Óscar López en una reunión muy particular que montó en la precampaña para distraerme, no sé por qué razón, con fuegos artificiales. Pero debió de ser otro de sus arranques porque, gracias a Dios, no me hizo ni puñetero caso.

En estos momentos cruciales para la economía de Castilla y León, a Óscar López se le «antojan preguntas» cruciales sobre los presupuestos de la Comunidad para el 2012. Y lo hace justo en el momento en el que su jefe, ZP —el «puro cambio» en vena—, hace mutis por el foro en Bruselas, dejando a la Nación entera sin unos presupuestos generales del Estado, ni siquiera hilvanados, donde mirarse o hacer pie en una sola partida que no amenace ruina. Pues justo ahora, Óscar López volvió antier a la prehistoria del antojo del puro cambio en economía: resucitar el obsoleto Impuesto de Patrimonio que, ante todo, pagan las rentas medias y las bajas. Y ¡bla, bla, bla, bla!, como recalca mi nieto Albertín, de cuatro años, cuando frecuentemente no le cuadran los argumentos.

Ante semejantes preguntas antojadizas, y sin que sirva de precedente, habría que recordarle hoy domingo al líder del «puro cambio» en Castilla y León —para que tome seria nota, claro está—, lo que el mismo viernes advirtió una de las mentes más claras del zapaterismo intergaláctico y de las jons: que de una vez y por todas «rindan cuentas» todos estos «grandes liderazgos personales que acaban siendo poco democráticos», y que se vayan por la puerta grande de Riaza, porque, según la señora Calvo, «la militancia está cansada». ¿Sólo la militancia? Pues no, rica, la ciudadanía en pleno.

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