Suscribete a
ABC Premium

al pairo

La circuncisión de Pepiño

fernando conde

Cuentan que en un país en el que el sida es una gripe endémica de funestas consecuencias, el gobierno ha decidido dar ejemplo. Con cierta ventaja, la viceprimer ministra de Zimbabue ha anunciado que todos los miembros —stricto sensu— del gobierno serán sometidos a dicha operación. La circuncisión será coral y servirá como receta para las masas dado que, al parecer, eliminando el sobrante, el sida se propaga un 60% menos.

Mientras tanto aquí en España, nuestro ínclito ministro de Fomento, ha propuesto otro tipo de circuncisión menos traumática y totalmente paritaria. Con ese verbo inmarcesible y huevón que le regaló el cielo, el gran Pepiño ha adelantado que una de las medidas estrella de su patrón para las tan próximas elecciones será la creación de un nuevo impuesto para los ricos, como si los ricos fueran nuevos y engreídos esnobistas que andan por la calle enseñando sus bolsillos alicatados en oro. Hace tiempo, casi tanto como desde que Creso comenzara a acuñar las primeras monedas, que los ricos son personas discretas que ponen sus fortunas a nombre de quien no levante sospechas. Pero de nuevo, Pepiño Robin Hood no se resiste a regalarnos una de sus píldoras de la risa. Este hombre debería plantearse seriamente su futuro en clave de humorista. La planta ya le acompaña.

El viejo truco de echarle la culpa a los ricos de los males del mundo —que alguna tendrán, pero no toda— está demasiado gastado. Sobre todo, porque si de ricos hablamos, quienes rodean en cenas y saraos al «terror de la fortunas» lo son y mucho. Habrá que suponer que a estos ya les habrá advertido que lo anunciado es sólo una triquiñuela barata para pescar en el cada vez más esquilmado río de la ignorancia. Si son éstas las propuestas que van a sacar a España de la crisis, sólo queda pensar que el zapaterismo sigue coleando sin ton ni son.

Por de pronto, haría bien el buen ministro en especificar cuáles son sus emolumentos anuales, al menos por los que no ha de guardar secreto de confesión. Como en Zimbabue, también sería oportuno, ejemplar y honrado comenzar esta circuncisión por quienes a costa de la política se han labrado un presente y un futuro que con el esfuerzo y la formación intelectual hubieran sido incapaces de alcanzar. Como dicen en mallorquín, «taillat i en els moixos» (se corta, y a los gatos). La circuncisión en este caso concreto permitiría eliminar el sobrante; es decir, de Pepiño todo menos un trocito de piel.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación