UNA BATALLA POLÍTICA MUY PERSONAL
Fini se lo juega todo en un duelo a muerte
Hace poco más de un año, Gianfranco Fini recibía en su despacho del Palacio de Montecitorio, sede de la Cámara de Diputados, a una muy alta personalidad institucional española y le decía: «No sé si dentro de un año tú estarás en tu puesto. Lo que sí te puedo asegurar es que es muy probable que yo no esté aquí como presidente del Congreso». La anécdota, revelada a este periodista por un asistente al encuentro, refleja que la batalla de Fini para sacar a Silvio Berlusconi del Palacio Chigi, sede de la presidencia del Consejo de ministros, se inició hace tiempo y no ha sido improvisada.
Esa batalla alcanzará hoy su apogeo y será cruenta, porque uno de los dos puede quedar muy herido y jugarse buena parte de su inmediato futuro político.
Gianfranco Fini ha sido aliado de Berlusconi en los últimos 16 años. Pero el estilo autoritario de Berlusconi, sus ataques a la justicia y su permanente conflicto de intereses, se hicieron insoportables para el presidente de la Cámara. En su desafío al primer ministro, Fini definió el PDL como partido retrógado y consideró inadmisibles los ataques contra la Magistratura para evitar los procesos abiertos en su contra. De ser considerado su delfín, Fini se convirtió en la bestia negra del primer ministro. El primer ministro terminó por expulsarlo del PDL y Gianfranco Fini fundó su propio partido, Futuro y Libertad (FLi).
Berlusconi, que controla seis de los siete canales de televisión más importantes, además de contar con poderosos medios escritos, desencadenó una fenomenal campaña contra Fini. La batalla se trasladó del terreno político al personal. Es un enfrentamiento sin exclusión de golpes, con ataques durísimos como el lanzado por Fini horas antes del discurso de Berlusconi en el Parlamento: «No nos fiamos ya de su palabra. Cuando está en apuros, es capaz de decir todo y lo contrario de todo. Berlusconi no quiere gobernar, solo desea quedarse en el palacio Chigi hasta que se apruebe la ley del legítimo impedimento, vital para impedir que se celebren sus juicios». Fini piensa dar hoy a Berlusconi la estocada final, con su derrota en la moción de censura que le obligaría a dimitir. Pero si Fini se juega el todo por el todo y si no logra este objetivo, puede ver debilitado su inmediato futuro político.
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