El cañón formado por el río Maipo es un lugar muy hermoso, dominado por el verdor de los árboles que protegen los majestuosos picos. La primera parada obligada en el camino es Pueblo de San José del Maipo. A pesar de ser la ciudad principal de la comarca, no deja de ser un tranquilo pueblo fundado para acoger a los empleados de minas cercanas a finales del siglo XVIII. Toda la vida gira en torno a su plaza principal donde destaca su tricentenaria parroquia de San José de Maipo. Las casas coloniales y el trazado de sus calles hacen que esta villa haya sido declarada Monumento Nacional o como se los conoce en Chile, un 'MN'.
Siguiendo el Camino al Volcán o la carretera madre del Cajón del Maipo, muy cercana a la pedanía de San Alfonso, se accede al Santuario de la Naturaleza Cascada de las Ánimas. Esta inmensa área verde sobrevive gracias a los esfuerzos de la familia Astorga, que ha hecho de esta reserva el auténtico epicentro del ecoturismo chileno.
Un arco con forma de cóndor, símbolo del recinto, sirve como puerta de acceso. Existe la posibilidad de acampar o hacer algunos de los deportes aventureros más variopintos como tirolesa, rafting, canoping, montar a caballo y por supuesto simplemente caminar. Mi opción fue la última. Un joven guía da los mejores consejos sobre cómo hacer un buen 'trekking' antes de la marcha. Mucha organización para tan sólo andar por el campo, pero la preocupación y precaución son siempre agradecidas.
El trayecto comienza cruzando por el río Maipo, justo en el punto donde da comienzo la competición anual de rafting. Escuchar el estruendo del río con las montañas de fondo provoca una sensación maravillosa. Al pasar el puente se dibujan algunas jaulas de un centro de recuperación de vida salvaje. En una de ellas residen varias águilas moras, una rapaz de tamaño sorprendente, y en otra hay loros cheroy y tricahue, que por cierto andan en peligro de extinción.
La riqueza botánica es asombrosa y el guía sabe mostrar lo más destacado. Por ejemplo, el quillay (Quillaja saponaria), un árbol cuyas sus hojas al frotarlas producen una especie de champú. Y ojo con confundirlas con las muy parecidas del litre (Lithraea caustica), especie endémica chilena que es altísimamente alérgica. La gente de campo, como medida preventiva de la alergia, cuando se topa con la planta, suele saludar con un "buenos días señor litre" en su faceta más educada y en casos contrarios se le insulta, orina o escupe.
Cuenta la leyenda que fue el diablo quien fue por la tierra plantando el litre, pero tras él, vino Dios plantando el palqui (Vestia foetida), si se frota este último por la piel afectada sirve de antídoto y la alergia desaparece cual milagro celestial. Otras plantas curiosas son los soldatitos (Tropaeolum tricolor), que trepan por otras especies vegetales para acabar quitándole la vida. Posiblemente el hallazgo más estético sea admirar la superficie cubierta de dedales de oro (Eschscholzia califórnica), con sus hojas caracterizadas por un fuerte fototropismo.
FANTASMAS QUE SE DAN UN BAÑO
Tras cruzar dos puentes, uno colgante que hace poner la piel de gallina y otro pequeño pero más rígido, se accede a la zona donde se esconde la protagonista que ha bautizado todo esto: la Cascada de las Ánimas. Un salto de agua del que los arrieros aseguraban ver figuras de mujeres espectrales bañándose desnudas tras la cortina acuática, de ahí el nombre. Cerca de aquí existe otra catarata aún mayor, la del Picaflor, llamada así porque cuando las plantas de la pared dan flores se llenan de picaflores o colibríes. Como colofón del itinerario se puede ver a un puma enjaulado, que fue criado aquí desde recién nacido. Provoca una sensación entre ternura y pena.
La tranquilidad del lugar invita a no abandonarlo nunca. Pero lamentablemente la vida sigue. Cuando me marcho, me prometo a mí mismo que tendré que volver para dar fe de que todo continúa tal y como lo dejé.