Veinte maravillas de España que todos deberíamos conocer
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Veinte maravillas de España que todos deberíamos conocer

Desde el legado romano hasta el arte mudéjar de la Reconquista o el modernismo catalán, la península ibérica está sembrada con rincones que son maravillas españolas

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Desde el legado romano hasta el arte mudéjar de la Reconquista o el modernismo catalán, la península ibérica está sembrada con rincones que son maravillas españolas

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  1. Catedral de Santiago de Compostela

    Sólo la Alhambra entró como candidata oficial en la lista de las Nuevas Maravillas del mundo. Y solo Barcelona está entre las finalistas de la nueva clasificación elaborada por «New 7 Wonders», pero otras muchas obras de arte lo merecen. He aquí algunas de ellas.

    La Catedral de Santiago de Compostela, que acoge el final de la peregrinación. Recorrer el Camino de Santiago vale la pena cuando se llega a semejante maravilla del románico.

    La Catedral de Santiago como institución religiosa y meta de la peregrinación jacobea aglutina una parte importantísima de la historia de España y Europa durante el periodo medieval.

    Santiago de Compostela es ciudad Patrimonio de la Humanidad merced a su casco antiguo. En esta calificación el papel preponderante lo ha jugado una gran embajadora gallega; la Catedral de Santiago, una maravilla del románico.

    La relevancia histórica de este templo en torno al que se articuló la localidad es de suma importancia en el devenir del cristianismo y el intercambio cultural en el medievo.

    Fuente: Guía Repsol

  2. Caso antiguo de Lugo

    Un tramo de la muralla que abraza Lugo
    Un tramo de la muralla que abraza Lugo

    El caso antiguo de Lugo estará por siempre protegido por la muralla romana de más de dos kilómetros de longitud que mantiene el lugar en un estado de conservación sin igual.

    Su privilegiado enclave, en un altiplano a las orillas del Alto Miño, hizo de la ciudad gallega de Lugo un lugar de alto valor estratégico, apreciado por varias civilizaciones.

    Guardada por su muralla de más de 2.000 años de historia, con más de 50 parroquias e iglesias de gran atractivo cultural repartidas por sus calles y lugares recónditos, es una ciudad para visitar y perderse entre sus calles y su gente

    La ciudad fue fundada por los romanos quince años antes de nuestra era con el nombre de Lucus Augusti, y de esta época conserva íntegra su muralla, su legado arquitectónico de máximo interés que contempla más de dos mil años de historia.

    Los musulmanes también dominaron Lugo, donde aún suena el eco de su presencia. En el 842 un gran ejército gallego se reunió en Lugo para conquistar Oviedo y entronizar a Ramiro I, el primer rey de la dinastía gallega.

    Fuente: Guía Repsol

  3. Cuevas de Altamira

    La Cueva de Altamira bien vale una visita al menos una vez en la vida. Se trata de una cueva diferente a las clásicas cuevas turísticas, ya que su principal interés se centra en el arte, más que en la naturaleza. El actual museo, donde se encuentra la Neocueva, permite un rápido viaje en el tiempo hasta el Paleolítico.

    La calidad de las pinturas rupestres de la Sala de los Polícromos sigue asombrando a quien las contempla y están consideradas unas de las más importantes del mundo.

    La verdadera Cueva de Altamira está cerrada al público para evitar el deterioro de las pinturas rupestres. Sin embargo, la experiencia de conocer de primera mano cómo se vivía en el Paleolítico está garantizada en el Museo de Altamira.

    El museo ocupa el edificio creado por el arquitecto Juan Navarro Baldeweg y está perfectamente integrado en el paisaje montañés para causar el menor impacto posible.

    Fuente: Guía Repsol

  4. Puente de Vizcaya de Guecho

    Guecho, municipio situado en la comarca de Bilbao, se encuentra en la costa de Vizcaya, rodeado por la bahía del Abra. Guecho ofrece el Puente de Vizcaya, un trasbordador declarado patrimonio de la humanidad que une las dos márgenes del rio Nervión, diseñado por Alberto de Palacio. Su estilo recuerda a la Torre Eiffel y fue levantado en 1893. Tiene una pasarela peatonal colgada a 45 metros de altura.

    Su construcción se debió a la necesidad de unir los balnearios existentes en ambas márgenes de la ría, destinados a la burguesía industrial y a los turistas de finales del siglo XIX.

    Fuente: Guía Repsol

  5. Acueducto de Segovia

    Internacionalmente famosa como la capital del cochinillo asado y el acueducto romano, Segovia esconde mucha riqueza en varios sentidos. El resto de su trazado urbano y su gastronomía merecen la misma atención del visitante. Como una de esas ciudades acostumbrada al esplendor de antiguas civilizaciones, Segovia atesora un encanto especial.

    Fue ya importante para los romanos y vivió un auténtico esplendor medieval siendo residencia de la corte de los Trastámara, además de un pujante núcleo de actividad ganadera y textil. Dentro y fuera de su muralla se extienden torres, conventos, iglesias, edificios mudéjares y jardines que evidencian la fusión cultural e histórica que continúa manando por cada piedra segoviana.

    El Acueducto de Segovia es una de las imágenes más universales de Castilla y León, además de una obra de ingeniería romana que potencia el encanto del casco antiguo de la ciudad. La construcción permitía abastecer de agua a la ciudad desde un manantial a más de 15 kilómetros.

    Fuente: Guía Repsol

  6. Murallas de Ávila

    m. martín

    La ciudad de Ávila desnuda sus encantos ante los ojos de los curiosos el 10 y 11 de mayo. Dos días al año la muralla acoge unas jornadas de puertas abiertas, una ocasión única para disfrutar de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. La muralla de Ávila es la única que fehacientemente sabe desde cuando su perpetuo abrazo refugia la capital abulense. El inicio y final de su construcción sigue creando controversia entre los historiadores. La fecha popularmente aceptada apunta concretamente al tres de mayo de 1090 como el inicio de las obras del emblema de la capital de Ávila y marca su final nueve años después, en 1099.

    La ciudad es Conjunto Histórico-Artístico nacional desde 1884 y está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad» de la Unesco desde 1985. Ciudad de altura, Ávila se eleva a 1.182 metros, en un promontorio rocoso, privilegiado observador de la ribera del río Adaja, afluente del Duero. Es la capital de provincia más alta de España, y la cuarta ciudad de Europa en este sentido.

    Fuente: Guía Repsol

  7. Catedral de Burgos

    Situado a orillas del río Arlanzón, Burgos nos acoge como una «ciudad de ciudades» a la espera de revelarnos su gran legado monumental y artístico, sus plazas y callejas de sabor singular, sus amplios paseos y jardines... Este valioso patrimonio artístico y cultural ha conformado una urbe llena de animación y vida.

    En Burgos todo respira historia, así que cruzando la Plaza del Rey San Fernando y llegamos ante la Catedral de Santa María. Declarada patrimonio de la humanidad en 1984, es una de las cumbres del arte gótico mundial. Antes de entrar, merece la pena que nos detengamos a admirar sus proporciones, las torres, las agujas, los pórticos…

    En el interior, son muchos los detalles que llaman nuestra atención. El Papamoscas es un autómata que se encuentra situado en lo alto de la nave mayor. Con su mano derecha empuña la cadena del badajo de una campana y, cada hora en punto, se acciona un mecanismo que mueve su brazo y provoca las campanadas. La Capilla de los Condestables de Castilla es una maravilla del gótico isabelino que acoge el monumento funerario de Pedro Fernández de Velasco y su esposa. También hay que detenerse en la tumba del burgalés más famoso de la historia: Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid.

    Fuente: Guía Repsol

  8. Universidad y catedral de Salamanca

    Salamanca es como un inmenso decorado de cine cuidado con todo detalle. Sin embargo, su conjunto monumental es vivido y disfrutado por sus habitantes a todas horas. Una ciudad que sabe conservar su esplendoroso pasado y a la que le gusta mirar al futuro, animado por su «estimulante» población universitaria, que la mantiene joven y dinámica.

    La Universidad de Salamanca, cuna del castellano, destaca por su fachada plateresca, el estilo propio del Renacimiento español, y el arte de sus Escuelas Menores.

    Salamanca es una de las pocas ciudades que puede presumir de tener dos catedrales. La Catedral Nueva de la Asunción de la Virgen es una de las más grandes y majestuosas de España. Construida a partir del siglo XVI, es de estilo gótico pero con detalles del Renacimiento y del Barroco. A la Catedral Vieja se puede acceder por el interior de la Nueva. Se construyó entre los siglos XII y XIII combinando el románico con el gótico.

    Fuente: Guía Repsol

  9. Basílica del Pilar, la catedral de Zaragoza

    Cuna de genios ilustres como Goya y encrucijada de caminos y culturas a orillas del Ebro, Zaragoza es una ciudad con carácter que ha sabido crearse una personalidad propia.

    La Alfajería de Zaragoza fue residencia de los reyes hudíes y más tarde, no sólo fue cristianizada sino habitada por los Reyes Católicos. Hoy es sede de las Cortes de Aragón y aún refleja el esplendor del reino taifa.

    Pero si hay algo que marca indiscutiblemente el perfil de Zaragoza es su Basílica del Pilar. Este templo barroco al que peregrinan muchos fieles, reúne uno de los fondos artísticos más notables de España como los frescos de Goya, situados en la bóveda del Coreto y la cúpula de Regina Martyrium, el retablo mayor (del s. XVI), el coro mayor, el órgano y su museo.

    Fuente: Guía Repsol

  10. Modernidad y clasicismo en Valencia

    Valencia es hoy símbolo de cambio. Su salto a la modernidad se ha logrado sin traicionar sus raíces y ha conseguido convertirse en uno de los destinos turísticos más apetecibles. El diseño y los equipamientos culturales de primera línea se dan la mano con el sol, el mar y la buena comida de siempre.

    El Oceanogràfic merece una visita completa. Sus 110.000 m2 lo convierten en el más grande de Europa. En él podremos disfrutar de los principales ecosistemas marinos del planeta y de 45.000 ejemplares de 500 especies diferentes. Aquí podremos ver delfines, morsas, leones marinos, focas, pingüinos, tiburones, rayas, peces sierra o medusas. Su diseño -de gran tamaño y sin barreras visuales- es realmente espectacular.

    De lo más moderno a lo clásico

    La catedral, conocida popularmente como La Seu. El templo está dedicado a Santa María por deseo de rey Jaime I y se alza sobre los restos de la antigua mezquita. Sus tres puertas principales son de estilos diferentes (románico, gótico y barroco) y su campanario octogonal. El Miguelete es el emblema de la ciudad. Se eleva a una altura de 50,85 metros, medida que coincide con la de su perímetro. De su interior no podemos perdernos las pinturas del Quattrocento, que llegaron de Roma gracias al papa valenciano Alejandro VI.

    En la misma Plaza de la Virgen, destacan la Basílica de la Virgen de los Desamparados, y muy cerca, el Real Convento de Santo Domingo. Este convento fue construido por la orden de los dominicos en el siglo XIII, con la aprobación del rey Jaime I. En el casco histórico de Valencia, es posible encontrar otras iglesias de interés, entre las que destacan las de Santa Catalina, San Nicolás y San Martín.

    Fuente: Guía Repsol

  11. La Barcelona de Gaudí

    Gaudí, un genio español con nombre propio, merece ser considerado maravilla por sí mismo. Obras en Barcelona como el Parque Güell o la siempre inacabada Sagrada Familia demuestran el nivel artístico de esta lista.

    Una escapada a Barcelona debe empezar con una buena vista panorámica de la ciudad. Una de las mejores, situada en el centro «moderno», en el barrio de l'Eixample de Barcelona, es la que se obtiene desde la Casa Milà, también conocida como La Pedrera.

    Este es el mejor ejemplo para saber qué es un edificio de viviendas de estilo modernista. Esta joya arquitectónica fue diseñada por Gaudí durante la primera mitad del siglo XX, pero hoy día aún nos deja con la boca abierta por su originalidad.

    Después de La Pedrera, podremos impregnarnos de la tradicional pasión barcelonesa por el diseño, que ya viene de lejos. En muchos lugares de la ciudad, encontramos edificios de estilo modernista.

    Éste era el estilo preferido de la burguesía de principios del siglo XX. Dejando aparte la joya de la corona, que es el templo de la Sagrada Familia -de visita obligada en pleno Eixample barcelonés-, no nos podemos perder la popularmente conocida como la Manzana de la Discordia con la Casa Amatller, la Casa Batlló, etcétera.

    La otra gran obra modernista de la ciudad, también creada por Gaudí, es el Parque Güell. Queda lejos del centro, pero se trata de un lugar único en el mundo y merece darse un paseo hasta allí.

    Fuente: Guía Repsol

  12. Las huellas romanas de Tarragona

    La constituida ciudad de Tarragona, llegó a tener más de 30.000 habitantes, erigiéndose como capital administrativa, que fue objeto de visita y residencia de emperadores y hasta acuñó monedas. La ciudad creció en forma de terrazas, forzada esta manera por la orografía del terreno, expansión que culminó en el siglo III llegando a la nada desdeñable extensión de 70 hectáreas. El declive de la ciudad se vive en el siglo quinto, período en el que las incursiones visigodas son constantes y acaban con la ciudad en manos del rey Alarico en el año 475. Los romanos dejaron huella en la ciudad que ellos conocían como Tarraco.

    La Tarragona de hoy preserva el legado de esta civilización, unos restos arqueológicos que han sido merecedores del reconocimiento en el año 2000 como Patrimonio Mundial de la Unesco. El conjunto arqueológico romano de Tarraco, en Tarragona, recibió en el año 45 a.C. de la mano de Julio Cesar, la categoría de Colonia Iulia Urbs Tarraco (CIUT).

    De campamento de batalla a asentamiento militar, poco después amurallado y por fin ciudad, Tarraco experimentó un meteórico proceso de prosperidad. Durante los años siguientes a la distinción de Julio César, se construyeron los templos, el foro municipal y el teatro, dando así al pueblo «Panem et circem», símbolo del bienestar romano.

    Fuente: Guía Repsol

  13. Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

    A sólo 50 kilómetros de la capital, San Lorenzo de El Escorial es una de las poblaciones más visitadas de la Comunidad de Madrid. Numerosos son los monasterios en tierras españolas, pero pocos son los nombres propios que siempre afloran al hablar de arquitectura sacra. El monasterio es sin duda, uno de los edificios religiosos y monumentales más populares de España. De hecho la población madrileña de San Lorenzo del Escorial es un Conjunto Histórico-Artístico que fue articulándose en torno al monasterio.

    Felipe II y Juan de Herrera

    Felipe II fue el artífice de este hermoso grupo arquitectónico. El monarca ordenó construirlo en el siglo XVI para conmemorar la Batalla de San Quintín. La ubicación fue largamente meditada, escuchando consejos de grupos de expertos entre los que había astrólogos, filósofos, teólogos, canteros o arquitectos, entre otros. Lentamente, esta zona rodeada de montañas y bosques en la Sierra de Guadarrama fue creciendo y conformándose todo un trazado urbano. Residencias de verano de aristócratas y burgueses de la capital revistieron el monasterio creando una elegante población de rebosante monumentalidad.

    El templo debía funcionar como Real Sitio destinado a ser centro de operaciones del monarca, pero también a servir como panteón familiar y dar sepulcro a los restos mortales de la realeza española. Las obras dieron comienzo en el año 1563, a cargo del arquitecto Juan de Toledo y continuaron tras su muerte a manos de Juan de Herrera, que finalizó la construcción en el año 1584. Tan importante fue la mano de este último que el monasterio se considera obra cumbre de la arquitectura herreriana, referente para posteriores construcciones tanto españolas como europeas.

    Fuente: Guía Repsol

  14. Palacio de Aranjuez

    En el siglo XVI, Felipe II hizo de la villa de Aranjuez su lugar predilecto de descanso, declarado Patrimonio de la Humanidad desde 2001. Aunque los Austrias pusieron las primeras piedras del palacio, sus sucesores lo rodearon de jardines, ampliaron su perímetro y llenaron sus estancias de cuadros, porcelanas, arañas, candelabros y relojes. Tanta suntuosidad queda patente en el Gabinete de Porcelana y en la Sala de los Espejos. La residencia primaveral de los reyes sigue conservando su magnificencia. Según se cruza el Tajo, aparece el más pequeño de los tres jardines, el del Parterre. Su delicadeza se percibe tanto en su trazado como en las estatuas que lo jalonan, consagradas a héroes y dioses clásicos. El segundo de los jardines, el Jardín de la Isla, brinda una refrescante mirada sobre el paisaje fluvial.

    Y, por último, motivados por tanta belleza, nos espera el Jardín del Príncipe, al que se entra desde la calle de la Reina, con nada menos que 150 hectáreas para pasear. Sauces, tilos, castaños y robles trazan profundas perspectivas, interrumpidas por hitos como el Estanque de los Chinescos o la Casa del Labrador. Por último, no es recomendable despedirse del Real Sitio sin degustar sus fresas, que hasta los años 70 eran vendidas directamente por los agricultores de la zona. Hoy, más escasas y buscadas, se sirven en los mejores restaurantes.

    Fuente: Guía Repsol

  15. Casas colgadas de Cuenca

    Proclamada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, una visita a Cuenca y sus alrededores constituye una oportunidad única para cargar pilas y dejarse invadir por una agradable sensación de tranquilidad y relax. El silencio que se experimenta al recorrer sus calles es difícil de encontrar en cualquier otro lugar.

    Entre las hoces del Júcar y Huécar, el casco histórico de Cuenca es el centro de operaciones de la visita. Atractivos como las famosas Casas Colgadas, construidas en equilibrio sobre acantilados de vértigo o la catedral, reclaman una visita en la que el reloj no cuenta.

    Como curiosidad, hay que señalar que la catedral se construyó en estilo gótico francés, ya que esta era la procedencia de la esposa de Alfonso VIII de Castilla. Pero más allá de la arquitectura y la tradición, Cuenca reúne interesantes opciones culturales para relajarse o disfrutar en familia. No en vano es candidata a la capitalidad cultural europea de 2016.

    Las Casas Colgadas son un conjunto de tres edificios civiles del s.XV. Restaurados en fecha reciente y situados junto a la Hoz del Huécar, que han dado fama mundial a la ciudad. Desde donde se ven mejor es del imponente puente de San Pablo, de 100 metros de longitud y realizado en hierro en 1902. A sus pies, se encuentra el parador, antiguo convento dominico dedicado al mismo santo.

    Fuente: Guía Repsol

  16. Toledo, la catedral y el alcázar

    Seguramente no encontraremos en España otra ciudad que concentre tanta historia y tanto legado cultural de tanto nivel como Toledo. La ciudad de las tres culturas, pequeña y monumental, nos espera.

    La catedral es única. Por ella han pasado todos los estilos artísticos de la historia de España: el gótico, las yeserías árabes, las influencias barrocas, el neoclásico... Y eso no es todo, en esta catedral hay nivel por fuera y por dentro. Repasemos las obras pictóricas que hay en su sacristía, que más bien podríamos catalogar de impresionante pinacoteca: el Greco, Caravaggio, Tiziano, Van Dyck, Goya, Morales, Rubens, Bassano, ¡y muchos más! Puede ser la envidia de muchos museos.

    Es imprescindible visitar su única pero impresionante torre, así como la linterna o el lucernario. En este lucernario, hay un conjunto escultórico sobre el cual se refleja la luz y crea un espectáculo visual único. También se encuentra aquí el reloj de la puerta, que es de los pocos en el mundo con una única manivela, porque marca las horas canónicas.

    El alcázar

    El Alcázar está en la colina más alta de la ciudad y desde allí la preside sobre su mole rectangular. Fue mandado construir por el emperador Carlos V, para tener una residencia digna de su categoría. Pero curiosamente no llegó a alojar reyes, ya que mucho antes de terminarlo, la capital se estableció en Madrid. Al final pasó a ser el hogar de las reinas viudas, retiradas de la corte por los sucesores de sus esposos.

    Tuvo diversos y curiosos usos: fue una espléndida cárcel, un cuartel militar espectacular e incluso un taller de sederos. Hoy se está adaptando para albergar el museo militar y la moderna biblioteca de Castilla-La Mancha.

    Fuente: Guía Repsol

  17. Centro histórico de Cáceres

    Patrimonio de la humanidad desde 1986, el centro histórico de Cáceres es uno de esos destinos que hay que visitar por su excepcionalidad. También sirve de carta de presentación de una ciudad pequeña en tamaño pero grande en posibilidades para quien la visita.

    La plaza Mayor es el punto de partida. Nos situamos frente al ayuntamiento junto a él, se encuentra la muralla. Lo primero que nos llama la atención es la torre de Bujaco, sede del Centro de Interpretación de las Tres Culturas y al lado de la torre, podemos observar la ermita de la Paz.

    A la derecha están las escalinatas que llevan hasta el Arco de la Estrella, abierto en 1726 para reemplazar la antigua Puerta Nueva. Encima del arco, en la parte intramuros, hay una hornacina con la Virgen de la Estrella y una curiosa lámpara, también con forma de estrella.

    El centro histórico es un laberinto de calles empedradas y muchas cuestas. En cien metros llegamos a la plaza de Santa María. Es un espacio delimitado por edificios nobles, de los siglos XV y XVI, como el Palacio Episcopal (con el escudo del obispo Galarza en la fachada), el Palacio de Hernando de Ovando, el Palacio de Mayoralgo, o la Casa de los Moraga, sede del Centro Provincial de Artesanía.

    El lado sur de la plaza lo ocupa la concatedral de Santa María. Se construyó entre los siglos xiii y el xvi, y es un ejemplo de transición del románico al gótico. Merece la pena visitar el retablo de la Asunción y la capilla de los Carvajal. En el exterior vemos la estatua de San Pedro de Alcántara. Dice la leyenda popular que quien le toca el pie tendrá suerte. Por eso sus pies relucen más brillantes que el resto.

    Fuente: Guía Repsol

  18. La ciudad romana de Mérida

    Mérida, en el extremo sur de la citada calzada, se ve también engalanada de restos de la civilización, desde es el espectacular Acueducto de los Milagros a las afueras, realizado en ladrillo y granito, con tres filas de arcos.

    La ciudad de Mérida, cruce de vías clásicas, conserva redes hidráulicas, puentes, teatro, anfiteatro y circo, además del Arco de Trajano o la Casa del Mitreo. También cuenta con dos templos, el de Diana, que conserva las columnas que le rodeaban porque se ha utilizado con posterioridad, y el dedicado a Marte, que fue reconvertido en iglesia cristiana.

    Otras huellas romanas

    Aunque de forma más diseminada, la huella romana queda patente en otros varios lugares de la península. Algunos ejemplos son las antiguas polis de Cañaveruelas y Valverde de Júcar en Cuenca, el arco de Caparra en Oliva de Plasencia, Cáceres o las ruinas de la ciudad tributaria de Julióbriga en Cantabria.

    Fuente: Guía Repsol

  19. Mezquita de Córdoba

    Córdoba es un prodigio cultural. Ciudad con un impresionante legado monumental, fue cuna de innumerables filósofos, médicos, místicos y poetas. Perderse por sus rincones es entrar en el túnel del tiempo y atravesar el puente entre Oriente y Occidente.

    La ciudad, más allá de sus famosos atractivos turísticos, invita a, simplemente, pasear entre sus calles y ver el espectáculo de sus casas encaladas, llenas de flores, macetas y vegetación por doquier; un auténtico espectáculo de una ciudad jardín.

    La indiscutible joya de la ciudad, la Mezquita, considerada el monumento más importante de todo el Occidente islámico y uno de los más asombrosos del mundo. Su construcción se inició en el año 780, donde se encontraba la iglesia visigoda de San Vicente, y se amplió en varias ocasiones hasta que, en el año 987, adquirió sus actuales dimensiones.

    La reforma más desastrosa de toda su historia se llevó a cabo en el siglo XVI, bajo el reinado de Carlos V, cuando se eliminó (no sin polémica) parte de los trabajos de ampliación de Abderramán II y Almanzor para construir la catedral cristiana.

    En su historia, se resume la evolución completa del estilo omeya en España, además de los estilos gótico, renacentista y barroco de la construcción cristiana. Podemos pasarnos horas recorriéndola y tan pronto nos parecerá estar en una enorme mezquita, como en el interior de una luminosa catedral.

    Fuente: Guía Repsol

  20. Catedral de Sevilla

    Sevilla es sentimiento y tradición. Ciudad con duende, se mueve al ritmo de la alegría y la música, de la sonrisa y la pasión, pero también al del respeto a las tradiciones y del fervor religioso. Sevilla late con personalidad propia y enamora a primera vista. Además, su clima invita a una escapada fuera de la temporada estival.

    El indiscutible símbolo de la ciudad es la catedral que sorprende por la cantidad de estilos que aglutina -almohade, mudéjar, gótico, renacentista, barroco, académico y neogótico- y por la inmensidad de sus dimensiones.

    Deberemos mirarla con calma porque merece la pena ver cada rincón. Pero la que se lleva todas las miradas es la Giralda: el campanario de la catedral. Inspirada en el alminar de la mezquita Kutubia de Marrakech, los dos tercios inferiores de esta torre de 104 m de altura corresponden al alminar de la antigua mezquita de la ciudad, y la parte superior es un remate renacentista añadido por los cristianos para albergar las campanas.

    En la punta se encuentra el Giraldillo; una escultura de bronce que representa a una mujer con túnica, que lleva una palma en una mano y un escudo guerrero en la otra, y que ha sido recientemente restaurada.

    Fuente: Guía Repsol

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