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punto de fuga

Evangelii Gaudium

josé garcía domínguez

Con todos sus defectos, pecados y lacras, la Iglesia de Cristo ha producido muchísimos menos fanáticos que esas religiones laicas, llámense marxismo, positivismo, relativismo cultural o devoción ciega al libre mercado, que en un momento u otro han pugnado por ocupar su lugar. Muchos menos ... dogmáticos y también muchos menos ignorantes, huelga decir. Repárese al respecto en la retahíla de temerarios zotes que estos días pretenden impartir magisterio sobre la doctrina social del catolicismo al mismísimo Papa de Roma. Como si Francisco se hubiese desviado un milímetro del pensamiento canónico de la Iglesia a propósito de la dignidad del hombre en la vida económica. Alguien debería explicar a esos maestros Ciruela, inquisidores diletantes que presumen rojo al Papa, que ortodoxia y únicamente ortodoxia es lo que destila de principio a fin el escrito «Evangelii gaudium» que tanto les ha escandalizado. Al cabo, nada distinto se dice ahí a lo predicado en la «Laborem exercens» por pontífice tan poco sospechoso de afinidades con la teología de la liberación como Juan Pablo II. Por no hablar de Pablo VI y su encíclica «Populorum progressio2, durísima, inapelable condena del capitalismo desregulado, sistema que considera incompatible con el cristianismo al tener «el provecho económico como motor esencial del progreso económico, la libre concurrencia como ley suprema de la economía, la propiedad privada de los medios de producción como derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales».

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