Lucía también se va de España

El «reality-show» organizado por los nacionalistas catalanes tiene en Lucía Etxebarría a su alumna más aventajada. Ella, tan culta y elitista;ellos, tan académicos e idealistas. Les une un sentimiento de incomprensión y de victimismo, así como una cierta ingenuidad a la hora de no calibrar (¿o sí?) dónde se metían. La escritora, en un «Campamento de verano» donde se ha sentido acosada. Los dirigentes de CDC, en una especie de «Second life» donde Cataluña ya es independiente, tiene estructuras de estado y es «machacada» por España, como asegura el ex presidente Jordi Pujol. El mismo que ha anunciado que participará en esa cadena humana que debe unir a toda Cataluña en la Diada. Lo hará vestido, hay que advertirlo, porque en la retina del ciudadano permanece aún la imagen de ese nudismo patriótico con factor de protección 60 que se llevó a cabo en Palamós (Gerona).

Me temo que esa cadena o vía catalana convocada para el día 11 de septiembre tiene mucho de maniobra de distracción respecto a una manifestación que este año no iba a aglutinar a tantas personas como en 2012. Aquella concentración fue multitudinaria, sí, pero el hecho de que el presidente Artur Mas la patrimonializara y adelantara elecciones, puede disuadir ahora a muchos de salir a la calle. Que a escasas semanas de la Diada, el líder de CiU no haya hecho un llamamiento a participar en las movilizaciones -cosa que sí hizo el año pasado- quiere decir que no las tiene todas consigo y que la foto de portada de la caverna catalana será una cadena humana de difícil cuantificación. Y si no lo es, es que el fracaso ha sido doble.

Decía que Lucía Etxebarría y los nacionalistas catalanes tienen mucho en común. Ella dice que se va de España, pero no sabemos si habrá saldado cuentas con el fisco, tal fue el motivo de participar en ese concurso televisivo. Los convergentes también quieren abandonar España, aunque en su caso está más clara la razón económica. Aseguran estar hartos de pagar peajes en las autopistas e impuestos que no retornan a Cataluña, pero sus reivindicaciones no han sido demasiado secundadas. ¿Qué ha sido de la campaña «No vull pagar!»? ¿Yde la rebelión fiscal? Porque pagar impuestos en la ventanilla única de la Agencia Tributaria catalana, como hicieron algunos municipios independentistas, no tiene nada de subversivo, pues cuenta con la bendición del Estado.

A destacar el papel de UDC en esa Cataluña virtual. En todo «reality» que se precie, siempre debe aparecer un socio, amigo o familiar que saque los trapos sucios al concursante. Y en este caso, corresponde a los socialcristianos dar donde más duele a los convergentes, denunciando que las pancartas independentistas no generan mayorías. Otra cosa es que luego participen activamente en el «show». Josep Duran Lleida lo hizo a la pata coja en 2012.