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Cataluña, cisne negro
Cien días después de la manifestación del Onze de Setembre de 2012, el tiempo parece haberse comprimido en Cataluña
Una de las tareas de los periodistas consiste en identificar y analizar las tendencias que transforman nuestras vidas. Descubrir los pespuntes del futuro, ponerse de puntillas, ampliar la visión y separarnos del revoltijo de la actualidad para intentar desentrañar lo que emergerá del momento actual.
Cien días después de la manifestación del Onze de Setembre de 2012, el tiempo parece haberse comprimido en Cataluña. Hoy, la mayoría independentista se erigirá soberana para emprender un camino repleto de obstáculos y de soledad, puesto que la secesión catalana no cuenta con ningún apoyo internacional.
Incluso Alex Salmond, primer ministro escocés, espejo en el que se miran Mas y Junqueras, se apresura a aclarar las diferencias entre ambos procesos al enfatizar que Escocia ha pactado con Reino Unido un referéndum que en ningún caso pretende desvincularse de la Corona británica, salir de la Commonwealth, prescindir del British Army, ni tampoco construir embajadas al margen del Foreign Office.
La incapacidad de pacto que Cataluña escenifica lanza un mensaje al mundo diametralmente opuesto al escocés y quebequés. Pero la historia está plagada de profecías incumplidas. ¿Cómo saber lo que nos depara el futuro? ¿Quién iba a pensar que el elegido por Jordi Pujol para sucederle en CiU, el Kennedy que tenía encandilada a Marta Ferrusola, iba a romper con la tradición pactista catalana? ¿Estaríamos donde estamos si Miquel Roca hubiera sido el ungido y fuera ahora el president?
Dejemos las ucronías; vale más la pena hacer conjeturas. «The Economist» lo hace fiando lejos el horizonte de su mirada con la publicación del libro “El mundo en 2050”, compendio optimista de todas las tendencias que impulsan un mundo que ahora nos pintan muy negro. Daniel Franklin, editor de la revista británica, alude a la aleatoriedad para curar en salud las profecías del libro. Son los cisnes negros a los que el ensayista Nassim Taleb hace referencia para referirse a las bandadas de hechos impredecibles que cruzan la historia.
El megacambio está en ciernes. Tanto en demografía, clima y auge de la democracia en los países ahora autoritarios, mientras sufrirá un retroceso en los libres. El incremento de las desigualdades en el mundo rico se antoja imparable, como las concentraciones urbanas, mientras China seguirá su apabullante dominio en un caso paradigmático de regreso al futuro. Las tormentas de destrucción creativa puede que nos empujen a un mundo mejor, pero Taleb también advierte que en el transcurso de una generación, «cualquier cosa que hoy en día sea frágil se habrá roto». A menos que Cataluña sea un cisne negro.
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