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ENTREVISTA

Mario Soares, expresidente luso: «Franco se opuso al envío de marines a Portugal»

El veterano político socialista recuerda cómo fueron aquellos días de euforia y revolución en los que llegó la democracia a Portugal

Mario Soares, expresidente luso: «Franco se opuso al envío de marines a Portugal» belén rodrigo

BELÉN RODRIGO

Mario Soares sabe muy bien lo que significa la palabra libertad y lo que le costó conseguirla . Fue detenido en doce ocasiones, pasó tres años en la cárcel y estuvo deportado en la isla de Santo Tomé desde 1968 hasta 1970 en que se exilió en Francia. A sus 89 años sigue siendo una voz activa en la sociedad portuguesa. De este cuarenta aniversario de la revolución espera que sirva para traer esperanza a quienes sufren en estos tiempos de recortes y sacrificios sin fin.

–Cuarenta años después de la Revolución de los Claveles, ¿qué celebra Portugal este 25 de abril?

–Sencillamente celebramos el 25 de abril, que fue para mí, y probablemente para muchos portugueses, el día más feliz de mi vida. Porque puso fin a una dictadura que duraba 48 años contra la cual yo siempre luché. Por eso, el 25 de abril es algo muy importante para Portugal y para la gran mayoría de todos los portugueses, de norte a sur del país. El espíritu revolucionario sigue estando muy vivo, como lo demuestran todos los actos previstos durante este mes.

–¿Qué recuerda de ese día?

–Recuerdo haber recuperado la libertad, el Servicio Nacional de Salud, el Estado Social, el respeto por los sindicatos… y que puso de acuerdo a sindicatos y patrones.

–¿Cómo pasó el día?

–Estaba en Alemania, porque me iba a reunir con el canciller Willy Brandt. Tenía informaciones de que iba a ocurrir algo en Portugal. Lo sabía a través de mis amigos, especialmente de Raúl Rego, entonces director del periódico «La República». Era socialista, sin que lo supiera la censura, claro. Me contó que el golpe podía ser de derechas o de izquierdas, que teníamos que estar preparados. Decidí no reunirme con el canciller porque tenía que ir rápidamente a París y de allí a Lisboa. El aeropuerto en Portugal estaba cerrado y no podía ir en avión, así que tuve que ir en el tren Sud Express al día siguiente y tardé dos días en llegar a Lisboa. Iba con Ramos da Costa y Tito de Morais, ambos dirigentes socialistas, con mi mujer y con Aneto, socialista que acababa de huir a Francia.

–Un viaje imposible de olvidar, imagino.

–Cuando pasé la frontera la gente gritaba «¡Viva la República, Viva la democracia, viva la libertad!», y comprendí que estaba ante una revolución, que fue pacífica, no olvide destacarlo en sus notas (risas). Cuando llegué a la primera estación portuguesa tenía muchos amigos esperándome. Al parar me subieron a una especie de mesa con un megáfono (que nunca había usado) y me pidieron que hablase para ellos. Hablé entusiasmado y, de repente, dos personas uniformadas, una de ellas me parecía militar, se acercaron a mí. Pensé que iban a tomarme preso de nuevo, pero lo único que hicieron fue preguntarme si el tren podía continuar porque ya llevaba media hora de atraso. Me di cuenta que todo había cambiado.

–¿Destacaría a algún héroe de la revolución?

–La revolución fue realizada exclusivamente por los militares, que querían acabar con las guerras coloniales. Todos ellos son los verdaderos héroes de la revolución. Pero creo que entre ellos hay que destacar a Salgueiro Maia, el hombre que comandó la columna de blindados y llevó el tanque hasta los ministerios. No se puede olvidar que le debemos todo a los militares.

–¿Cómo reaccionó España a esta revolución?

–El general Franco reaccionó como un buen gallego. Cuando me había reunido en Londres con Fraga Iribarne, y hablamos de la situación del país, él ya me dijo que Franco, como buen gallego que era, nunca haría nada contra Portugal. Y así fue. Más tarde los americanos pidieron que dejaran entrar a los marines para atacar a los comunistas portugueses y Franco respondió que no, porque respetaba a Portugal como país independiente. Fue bonito. Y esto hoy se sabe por documentos norteamericanos que se han desclasificado y hoy son públicos. Alfonso XIII había ayudado a los españoles y a algunos portugueses monárquicos a luchar contra la república portuguesa, lo que llamamos las incursiones monárquicas. Esta segunda vez yo pregunté a Fraga si iba a ocurrir lo mismo y me dejó claro que no. Debo recordar, también, que cuando fue incendiado el Palacio Palhavã (residencia del embajador español) por la extrema izquierda, en el verano del 75, los españoles nunca protestaron. El embajador español recibió las órdenes de aceptar lo ocurrido y nosotros asumimos los gastos.

–¿Qué habría ocurrido si Franco se hubiese opuesto a la revolución portuguesa?

–El comportamiento de Franco fue decisivo para que los acontecimientos siguiesen su trayectoria. La historia podía haber sido bien diferente.

–¿Alguna vez ha deseado que ocurra un nuevo 25 de abril?

–No hay condiciones para una nueva revolución, pero yo estoy a favor de los militares porque a ellos debemos la libertad y el poder.

–¿Para qué debe servir el cuarenta aniversario del 25 de abril?

–Para dar a los portugueses, empobrecidos y desesperados con la situación actual, la sensación de que rápidamente, algún día, esto va a cambiar. Las elecciones europeas van a alterar las cosas en Europa y puede que en Portugal también.

–¿Es optimista?

–Soy realista

–¿Cuál cree que fue su papel en la llegada de la democracia a Portugal?

–Fui un demócrata. Siempre lo fui, antes y después del 25 de abril, y luché lo que pude por mi país como patriota que soy.

–¿Imagina su vida fuera de la política?

–No tengo ninguna responsabilidad política… que quede bien claro. Pero, afortunadamente, a pesar de haber sufrido una encefalitis, tengo el cerebro en orden, la cabeza me funciona y me gusta reflexionar y expresarme.

–Usted hace más declaraciones que muchos políticos que están en activo… y es usted una persona a la que se escucha.

–Digo lo que pienso y me escuchan. A los periódicos les gusta que escriba porque saben que a los portugueses les gusta leer lo que escribo.

–¿Qué queda de los valores por los que se luchó el 25 de abril?

–Los valores fueron en su mayor parte destruidos por el actual Gobierno con la colaboración del actual presidente de la República quien nunca utilizó el gran símbolo del 25 de abril, el clavel. Ha puesto fin al Estado Social, está destruyendo el Servicio Nacional de Salud y empobreció a casi toda la población portuguesa. Los daños provocados van a necesitar mucho tiempo para que se curen. Cuando este Gobierno caiga las cosas no serán fáciles pero sí diferentes.

–¿Está convencido de que va a caer el Gobierno?

–No tengo dudas. Como decía Salazar, no es posible gobernar contra la voluntad exclusiva del pueblo

–¿Cómo ve la situación de Europa?

Europa está muy mal pero creo que ayudará Obama, que sabe que los europeos son los únicos fieles a América que hay en el mundo. Obama no dejará de ayudar a Europa para vencer la crisis, para volver a la solidaridad y la democracia abandonando la austeridad.

–¿Sigue de cerca la actualidad política y económica española?

–Creo que España tiene graves problemas y espero que los pueda superar. Cada una de sus comunidades defiende sus intereses, lucha por su idioma, y todo es más difícil. Mi amigo Felipe González dice que una solución sería convertir a España en un país federal y creo que tiene razón y sentido común. Pero no puedo decir más porque no soy español, aunque me gusta mucho el país, su cultura y su arte.

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