El «criminal» Bashir busca la paz para Sudán del Sur
Pese a su enemistad histórica, los intereses petrolíferos unen ahora a los Gobiernos de Juba y Jartum frente al avance rebelde

«(El Gobierno de) Jartum debe saber que los viejos tiempos de utilizar a sursudaneses para combatir a sursudaneses se han acabado».
Con la perspectiva que da el tiempo, esa cita del presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, tiene su gracia. En mayo de 2012, Kiir advertía a su homólogo norteño, Omar al Bashir, que dejara de armar a los rebeldes que operaban en el país y cesara en sus esfuerzos por vilipendiar al recién generado Estado.
Sin embargo, apenas año y medio después de estas palabras, las rencillas entre ambos enemigos históricos parecen olvidadas. Ayer, Bashir (sobre el que pesa una orden de detención por parte del Tribunal Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad) llegó a Sudán del Sur para poner fin a la crisis que atraviesa el país africano desde mediados de diciembre .
«Debe haber paz y seguridad en Sudán del Sur», aseguró el mandatario a su llegada a la capital sursudanesa, Juba. «Venimos a traer la paz a nuestros hermanos y hermanas. Nuestra relación es muy importante», añadió.
Desde el pasado 15 de diciembre, los enfrentamientos entre simpatizantes del presidente sursudanés, Salva Kiir (de etnia dinka), y el depuesto vicepresidente Riek Machar (nuer), amenazan con reabrir las heridas tribales en la nación más joven del mundo .
El conflicto tiene su origen en las acusaciones de Kiir sobre su histórico rival político Machar (a quien despidió en julio), de planear la toma del poder por la fuerza, lo que ha generado un conflicto inter-étnico en ciertas regiones del país.
No obstante, las fuerzas del poder, la corrupción y el dinero parecen ser más capitales que la etnia. Y son éstas las que parecen haber unido a enemigos históricos como los Gobiernos de Juba y Jartum, quienes debaten ahora la creación de una fuerza conjunta que frene a las tropas rebeldes.
En este sentido, el petróleo parece más poderoso que la memoria . Ni Bashir ni Kiir parecen ya recordar que, en junio pasado, el presidente sudanés convocaba a los jóvenes del país a una «guerra santa» para defender los intereses nacionales al tiempo que anunciaba la suspensión del flujo de petróleo por su territorio, clave en los acuerdos de paz entre ambos Estados.
La clave del petróleo
Hasta su independencia en julio de 2011, el 98% del presupuesto de Sudán del Sur se basaba en la extracción de crudo. De igual modo, a pesar de encontrarse casi el 75% de las reservas en territorio sursudanés, los acuerdos de paz de 2005 estipulaban que ambas regiones se dividieran los ingresos del petróleo a partes iguales. Por ello, en enero de 2012, Sudán del Sur anunciaba que interrumpía sus extracciones en respuesta al «expolio gratuito» por parte de norte (mientras que las reservas se encuentran en el sur, los oleoductos que garantizan su exportación lo hacen en el norte).
Unos desencuentros que ahora parecen olvidados ante un enemigo común: las fuerzas rebeldes del exvicepresidente Riek Machar. Ya habrá tiempo de retornar a la dialéctica de las armas.
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