Un medidor de emociones

El catedrático José Luis Martínez Herrador de la Escuela de Educación de Ávila ha inventado una máquina capaz de medir las emociones y el nivel de atención, aplicable a la publicidad,
las ciencias políticas o la mercadotecnia
ÁVILA. Comprobar la eficacia de un anuncio publicitario, cuantificar la atención que un auditorio presta al discurso de un orador o impartir clases que consigan retener el interés de los alumnos son algunas de las posibles aplicaciones de la máquina inventada por José Luis Martínez Herrador, catedrático de Psicología Evolutiva de la Escuela de Educación de la Universidad de Salamanca en Ávila. Después de tres años de trabajo, Martínez Herrador ha logrado construir un aparato capaz de cuantificar el nivel de atención y medir las emociones que genera un estímulo a un grupo de personas.
La novedad del invento, que fue presentado por la Oficina de Transferencia de la Investigación de la Universidad de Salamanca al Parque Tecnológico de Boecillo, ha despertado el interés de otras universidades y de varias empresas. «Una multinacional, dedicada a los sectores de la alimentación y la higiene, entre otros, se puso en contacto desde Bélgica con el Parque Tecnológico de Boecillo (Valladolid) para interesarse por esta máquina», explica el profesor. También han mostrado interés por ella una empresa de comunicación y estudios de mercado de Barcelona, la Universidad de Málaga y la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, para su aplicación en animales.
Cuantificar emociones
Los estímulos que recibimos constantemente de nuestro entorno provocan reacciones fisiológicas. Por ejemplo, variaciones en la tensión, la temperatura corporal o el ritmo cardíaco. Martínez Herrador utiliza, para medir las emociones y el nivel de atención, la respuesta electrodermal. «La piel modifica su conductividad por diferentes estados emocionales», y esta variación se registra a través de electrodos conectados en el cuerpo de los sujetos del grupo. Los datos son filtrados por la máquina y, a partir de ellos, se obtienen los resultados de respuesta grupal al estímulo.
«No es la suma de las emociones o el nivel de atención individualidades, sino la suma de las reacciones en conjunto y en el tiempo», afirma Martínez Herrador, quien añade que «en una encuesta, el método más utilizado para obtener los resultados de un grupo, se puede mentir sobre las emociones, aquí no. Es la misma técnica que utiliza el famoso detector de mentiras».
La máquina permite conectar hasta una docena de sujetos, «una cifra aceptable para realizar la medición, aunque pueden ser más». Cada persona está conectada con unos electrodos al aparato y permite extraer dos informaciones: el nivel de atención que las personas prestan y otra, las respuestas emocionales ante un estímulo presentado. «El aparato anula la variabilidad individual para extraer lo que es común al grupo».
José Luis Martínez Herrador trabaja ahora en la mejora de la máquina. «Estoy investigando en aplicar la biotelemetría, es decir, la posibilidad de conectar a la persona a la máquina a través de un sensor portátil, que envíe los datos a la máquina a distancia, en lugar de utilizar electrodos, que limitan la movilidad de los sujetos».
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