Gybe
Uno de los atractivos de «Godspeed You Black Emperor!» es que el tema más corto viene a durar 15 minutos y los hay que se extienden hasta los 29 (¡!). Esto es una provocación imposible de programar en una radio normal y dirigida a una minoría. Pero si alguien puede recoger el ambiente de desolación romántica que dejó el difunto Kurt Cobain, este grupo de canadienses bi-culturales (Montreal) es candidato principal, y en los tiempos que corren, títulos como «World Police, Friendly Fire« o «Levez Vos Skinny Fists Comme Antennas to Heaven», parecen tener más significado.
No es muy difícil describir la música de Gybe. Tampoco es muy «moderna». Hay quienes les relacionan con Mogway por sus saltos de la tranquilidad al estruendo, pero, según los libros de historia, los primeros Pink Floyd debían de ser algo parecido. También llegan recuerdos de Steve Reich, Tangerine Dream, Seefeld, Eno o los Sonic Youth de sus momentos más catárticos. Por regla general, cada tema comienza con palabras de diferentes personas en diferentes idiomas para luego cruzar a un pasaje más o menos tranquilo en el cual planean las guitarras acompañadas por instrumentos que pueden ser casi constantes, como las cuerdas y el glockenspiel o sólo ocasionales, como una gaita. En un momento dado se produce un gran crescendo y el «drone» básico, se monta en una percusión cada vez más propulsora hasta llegar a un máximo de tensión tras el cual se regresa a un epílogo más tranquilo.
Esto, que no deja de ser muy simple y ha sido intentado en infinitas ocasiones, suele degenerar en pura grandilocuencia o en la «new age» más cursi y vomitiva, pero funciona bien con Gybe. Tal vez porque el colectivo (unos nueve músicos/as) parece absolutamente sincero en lo alternativo de su historia: no hay líderes, no tocan en sitios grandes, su lista Email permite ir recibiendo lo que van haciendo y no está aún publicado, sus entrevistas son siempre una larga excusa por ser algo famosos... Estas cosas se notan.
Aunque no lo digan, Godspeed se ven a si mismos como unos profetas de Apocalipsis y lo que antes del 2000 podía parecer de un milenarismo ramplón, lo contemplamos en el 2001 como una amenaza sin fecha de caducidad previsible. La cuestión es que, frente a tanto Jeremías sin un gramo de inspiración como han dado el rock y el pop, la música de Gybe posee un profundo lirísmo, y no uno baboso o afectado, sino tan sincero y directo como permite la interpretación humana. Es cierto, parecen extremadamente tristes. Tal vez no distingan demasiados motivos para hacer una música alegre.
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