Los diez frentes del gobierno en el nuevo curso
Rajoy, objetivo reimpulsar la legislatura
El presidente del Gobierno diseña una ofensiva política para fortalecerse en la segunda fase de su mandato. En su agenda figura renovar el PP tras el caso Bárcenas
manuel marín
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se reincorpora mañana a su despacho en La Moncloa después de las vacaciones con el objetivo de reimpulsar la segunda fase -la más decisiva en política- de la legislatura. La agenda de Rajoy está repleta de anotaciones con asuntos ... pendientes de resolver y deberes autoimpuestos para recuperar credibilidad de puertas afuera de Moncloa y Génova, y para recomponer la confianza y seguridad perdidas de puertas adentro. Rajoy asume que debe reconducir la profunda convulsión interna generada por el caso Bárcenas. También, corregir el desgaste de una acción de gobierno que contraviene líneas sustanciales del programa electoral del PP y -su auténtica prioridad- trasladar los indicios de recuperación económica de las grandes cifras al día a día de los ciudadanos, algo que aún no se está produciendo.
1. Bárcenas, la incómoda asignatura pendiente
El caso Bárcenas se está convirtiendo en el principal lastre de Mariano Rajoy al frente del Gobierno y del PP porque la sombra de corrupción suele castigar electoralmente más aún que los errores de gestión o la impopularidad de medidas económicas como el aumento de impuestos. La gestión política del caso Bárcenas ha sido muy discutida internamente dentro del PP desde que estalló el escándalo en enero. Pese a que la tesis oficial desde Génova acota toda la responsabilidad a un «delincuente» como su extesorero, sus efectos reales en términos de crédito político se extienden más allá de la investigación penal puesta en marcha para aclarar si existieron -y si no han prescrito- sobresueldos en B o financiación ilegal del PP.
Nadie en el PP pone en duda la honestidad personal de Rajoy, pero su gestión política de esta crisis, así como la de María Dolores de Cospedal, sí ha provocado incertidumbre en el partido y abierto grietas internas que el presidente se ha propuesto cerrar. Rajoy maneja sus tiempos y no se deja influir. Pero habrá una renovación o un «movimiento transversal de piezas» para tratar de pacificar la dirección del PP porque la creciente tensión intestina se entiende difícilmente asumible más meses. De hecho, con el chantaje de Bárcenas han aflorado viejas luchas de poder y ego entre dirigentes de la «vieja guardia» enfrentados al ecosistema vigente. En público o en privado, y no todos por idénticos motivos, José María Aznar, Esperanza Aguirre, Javier Arenas o Jaime Mayor Oreja no ocultan su disconformidad con el «oficialismo» en Génova. Luchas que quedaron latentes con el triunfo por mayoría absoluta se han reproducido al albur del escándalo Bárcenas. El consuelo de la dirección del PP es la incapacidad del PSOE de remontar los puntos que los populares pierden en intención de voto. Pero se ha instalado la tesis de que Rajoy debe imponer un plus de contundencia interna para retomar la iniciativa.
2. Renovación de los equipos de confianza
Rumorología y especulaciones veraniegas aparte, nadie salvo el propio Rajoy sabe a ciencia cierta sus planes de renovación. Tanto en Génova como en Moncloa. «Lo demás es pelar la pava», dice gráficamente un dirigente popular para ironizar sobre «lo absurdode hablar sobre «ministrables, vencedores y vencidos». En el PP es creciente la sensación de que para reimpulsar la legislatura será preciso acometer una crisis de gobierno que algunos fechan en la primavera de 2014, por efecto de las elecciones europeas y por la necesidad de encumbrar a algún ministro sólido en la Comisión. Hay quien sitúa a Arias Cañete -también a Arenas para «alejarlo» de Génova- al frente de la lista europea, pero también quien atribuye al ministro más poder en una cartera económica o un ascenso en el Gobierno. Incluso, ven a Arias Cañete como candidato en Andalucía, lo que no responde a sus apetencias. Ministros discutidos en el PP por el marcado desgaste en su gestión son Cristóbal Montoro, Ana Mato -un efecto colateral del caso Gürtel cuya honradez ha sido defendida públicamente por Rajoy-, José Ignacio Wert o Alberto Ruiz-Gallardón. Estos dos últimos, con un crédito bajo mínimos en el espectro de la educación y la justicia, respectivamente, por la extrema dificultad de negociar con ellos reformas de sus ámbitos.
Los más afianzados parecen a ojos del PP Soraya Sáenz de Santamaría, Luis de Guindos, Ana Pastor, el propio Cañete o José Manuel García-Margallo, cuya labor en la crisis de Gibraltar está siendo muy ponderada por Mariano Rajoy. Más neutra es la evaluación que el PP hace de Jorge Fernánez Díaz, Fátima Báñez, Pedro Morenés o José Manuel Soria. «Pero Rajoy no juega con cuadernos azules ni cosas por el estilo. Es sencillamente inexcrutable», siguen diciendo de él al cumplir casi el ecuador de la legislatura
3. Obsesión por superar la crisis económica
El principal frente de Rajoy sigue siendo superar la crisis económica. Cree sentadas las bases para ello pese al riesgo que conlleva la aprobación de medidas impopulares que asume como «sacrificios imprescindibles» independientemente de un futurible castigo en las urnas. La reforma laboral está permitiendo cinco meses seguidos de reducción de la tasa de desempleo, algo que no ocurría desde 2007. Las exportaciones se han incrementado en el primer semestre un 8%, el mayor aumento en 42 años. El fantasma del rescate parece ahuyentado y el pago de la deuda -es cierto que sigue disparada- permite un respiro: hace un año, la prima de riesgo amenazaba desde los 510 puntos y el viernes cerró en 252. Guindos calcula el ahorro en unos 5.000 millones de euros. Y, sobre todo, Rajoy cree «haber metido en cintura» a las autonomías con la contención del déficit. Su preocupación estriba ahora en que los datos macroeconómicos se traduzcan en oxígeno para los ciudadanos cuanto antes. Su compromiso en la segunda fase de la legislatura es bajar el IRPF que subió al llegar al poder.
4. Agenda reformista para impulsar la acción política
Sin concesiones a la galería y sin dar relevancia a las eternas amenazas de un «otoño caliente», el Gobierno prolongará su «agenda reformista». Bruselas y la necesidad de restaurar la confianza exterior ante los mercados lo imponen. La reforma local y la renovación del sistema de finaciación autonómica -que incluye objetivos de déficit a la carta- serán conflictivas y resucitarán agravios entre comunidades. Pero la reducción del gasto público no es negociable para Rajoy. Visualmente, el PP cree que serán medidas bien acogidas por un ciudadano «harto de despilfarro y descontrol con el dinero público».
5. Retomar el pulso a la oposición
Rajoy aspira, salvo catástrofe política no prevista, a agotar la legislatura. Con o sin el respaldo de la oposición del PSOE en cuestiones de Estado. Enfriadas de momento las movilizaciones sociales más radicales y las protestas masivas contra los recortes, incluso una nueva huelga general, Rajoy permanece abierto a pactar con la oposición. Las ideas del PSOE de reprobar su gestión o de someterle a una moción de censura pertenecen al ámbito de los «juegos tácticos» de un PSOE inmerso aún en una crisis de liderazgo, irresuelta en su último congreso. A falta de que los socialistas aclaren su calendario, las «primarias permanentes» a las que Rubalcaba está sometiendo al PSOE son vistas en el PP como el síntoma de una crisis endogámica sin resolución a corto plazo.
6. Consolidar la mejora de la imagen exterior
Durante la primera fase de la legislatura, Rajoy se empeñó en dar una imagen internacional muy diferente a la ofrecida con el Gobierno de Zapatero. Rajoy insistirá en evitar la imagen de una España débil y carente de influencia. Han trascendido sus enfrentamientos a Angela Merkel, por ejemplo, y Moncloa alega que España no ha salido perjudicada. La percepción del país en la prensa internacional mejora lentamente. Hoy, la crisis de Gibraltar relanza también una imagen de contundencia que Rajoy prevé continuar, especialmente con los intereses españoles en Hispanoamérica.
7. Sin cesiones para dar una salida a ETA
La desaparición definitiva de ETA sin cesiones a las exigencias del exiguo núcleo dirigente de la banda es otro objetivo del Gobierno. Rajoy carga con la herencia del Ejecutivo socialista y con la afinidad de éste hacia la legalidad de Bildu, Sortu y Amaiur. Pero preocupa en el PP, especialmente en el vasco tras sus resultados en las autonómcias, el clima de envalentonamiento proetarra en las calles e instituciones, y el efecto demoledor que están teniendo algunas polémicas excarcelaciones y permisos a etarras en las víctimas del terrorismo y en parte del electorado. Sobre el eterno «diálogo», Rajoy seguirá sin oír «cantos de sirena» de ETA.
8. La «agenda social», pendiente del TC
La política social del PP está en buena medida pendiente de decisiones del Tribunal Constitucional. La ley del aborto, el euro por receta, aspectos de la reforma sanitaria y, sobre todo, el éxito de la nueva Ley de Educación dependerán de resoluciones del Tribunal Constitucional. El PSOE ha convertido al TC en la segunda instancia de oposición tras el Parlamento y trata de bloquear prácticamente todas las medidas sociales del Gobierno. El TC, eso sí, cuenta ya con una mayoría de signo conservador.
9. La deriva imprevisible del desafío secesionista
Mariano Rajoy no ve estratégicamente fácil una salida al embrollo político al que Artur Mas ha abocado a Cataluña. Rota la alianza CiU-PP, Mas se ha rendido a ERC y a una obsesión secesionista. Su objetivo de llevar a cabo una consulta independentista es tan firme como la obligación legal de Rajoy de impedirlo. Moncloa no vislumbra una solución constructiva de este conflicto. Probablemente será traumática porque la Constitución -que no se va a reformar- blinda a Cataluña de excesos como los de Mas. Y CiU está en riesgo de una ruptura interna. La baza de la división entre los nacionalistas es la que el PP considera más aprovechable.
10. Confianza en las instituciones
La corrupción política, la gestión manirrota del dinero público y la creciente percepción social de abusos y privilegios desde la política -los sondeos del CIS son contundentes al respecto- obligarán a Rajoy a intentar liderar iniciativas de recuperación de la confianza ciudadana en las instituciones. Dirigentes del PP vislumbran un riesgo de «italianización» de la política española y avisan de una difícil gobernabilidad por un castigo al bipartidismo. Es la baza de IU, UPyD...
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