POLÍTICA
500 días de Rajoy en La Moncloa: mejor para ganar el Tour que la contrarreloj
Sus ministros elogian de Mariano Rajoy su tranquilidad y templanza: «Es un corredor para lograr títulos, no etapas»
curri valenzuela
A ningún productor en su sano juicio se le ocurriría invertir dinero en una serie de televisión con el título de «El ala Oeste de La Moncloa» que tuviera como protagonista a Mariano Rajoy.
En la vida del presidente del Gobierno hay cero de glamour, ... unas costumbres propias de un profesional padre de familia media española, muchas horas de reuniones de despacho, una forma de ejercer el liderazgo basada en delegar funciones y después pedir cuentas haciendo muchas preguntas, y un carácter tranquilo aún en las circunstancias más estresantes, cualidades todas ellas inadecuadas para lograr altas audiencias en «prime time» pero muy eficaces para lo que más presume de haber conseguido en estos 500 días: evitar el rescate de la economía española.
«Es un corredor de fondo, que aguanta bien la presión, -asegura la ministra de Empleo, Fátima Báñez-. Por usar un término de su deporte favorito, no es de ganar la contrarreloj, sino de alzarse con la victoria del Tour». «Para hacer frente a esta crisis ha sido bueno contar con un líder con tanta tranquilidad y templanza», subraya el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro.
Rajoy camina 45 días al día mientras ve las noticias de la CNN para mejorar su inglés
Hombre de costumbres fijas y aficionado a la vida casera, Rajoy se encuentra muy cómodo residiendo en La Moncloa, aunque igual que sus antecesores se resistió a la mudanza desde su piso madrileño, en su caso un tríplex en una zona residencial de las afueras de la capital. Su esposa, Elvira Rodríguez («Viri») comparte ese criterio porque, dice, ahora le ve más que cuando ejercía de líder de la oposición. Con sus hijos, Mariano y Juan, desayuna y cena. La familia se completa con su padre, Mariano Rajoy senior, juez jubilado que pasaba unos días con su hijo al poco de que este fuera elegido presidente cuando sufrió un ictus. Ya repuesto, se quedó a vivir en La Moncloa, por cuyos jardines se le ve paseando con frecuencia.
El presidente, sin embargo, no suele salir al jardín. Si está más delgado es porque apenas cena y porque camina 45 minutos diarios todas las mañanas, una de sus costumbres sagradas, mientras ve por televisión las noticias de la CNN. Quiere acostumbrar su oído al idioma que se ha empeñado en hablar con fluidez y para ello da clases al llegar a su despacho, poco antes de las nueve, un mínimo de tres días por semana, incluso los domingos que permanece en La Moncloa.
Se puso muy contento cuando de visita a Londres se encontró sentado en un coche junto a David Cameron, sin intérprete, y fue capaz de charlar con el primer ministro británico en su idioma. A su regreso de la ceremonia de entronización del Papa Francisco en el Vaticano, Viri comentó a los suyos que tanta clase está dando resultados: su marido había mantenido una conversación en inglés con la canciller alemana Angela Merkel.
«Soraya lo lleva todo»
Las jornadas laborales del ocupante de La Moncloa son largas y consisten en lo que se ve y lo que se supone: actos oficiales, reuniones con los suyos, almuerzos de trabajo -una vez a la semana suele ser con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, para hablar de la marcha del partido- y mucho teléfono.
Los «suyos» son los que, como él, disponen de despacho en La Moncloa: la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; su asesor económico, Álvaro Nadal y la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro. A ellos los ve casi a diario, sobre todo a la vicepresidenta, con la que es raro que pase un par de horas sin hablarse por el teléfono. «Soraya lo lleva todo, no se le escapa un detalle», dice un ministro admirado por su capacidad de aprenderse todos los documentos que llegan al Consejo. «Ella le quita mucho trabajo porque filtra los temas -afirma otro integrante del Gabinete-. Si son menores, los resuelve; si ve que son graves, te recomienda que vayas a ver al presidente y se los plantees a él».
Rajoy responde rápido a cualquier mensaje de texto por móvil
Rajoy despacha personalmente con algunos ministros, pero cualquiera de ellos que le llame o envíe un sms encuentra respuesta rápida. «Tiene -afirma el titular de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón- tres cualidades como jefe: primero, que deja hacer; segundo, que si te equivocas, te apoya; tercero, que si no le gusta lo que haces nunca te lo dice en el Consejo o en público, sino en privado». «Es muy capaz de pillarte a base de hacer preguntas y más preguntas. Tú te das cuenta de que él sabe las respuestas, pero que te sigue preguntando muy educadamente mientras tú estás quedando como un imbécil», ironiza Cristóbal Montoro.
El relax del presidente comienza cada viernes con lo que el Gobierno llama «el momento tortilla», el aperitivo que se sirve al término del Consejo y que todos comparten con bromas e intercambio de planes de fines de semana. Desde que llegó el buen tiempo, la familia Rajoy suele trasladarse después a la finca estatal de Quintos de Mora, cuya casa habilitó Felipe González y han seguido usando sus sucesores. Allí han estado precisamente estos días de puente en Madrid y allí o en La Moncloa el presidente se rodea de su familia más inmediata, de las de sus dos hermanos que residen en la capital y el grupo de amigos íntimos de Pontevedra que conserva desde su juventud.
Abonado del Real Madrid
Todos ellos le mantienen al día de lo que se dice en la calle que él nunca pisa. Con ellos comparte buenas comidas seguidas de una de sus aficiones favoritas, una larga sobremesa, y horas ante la televisión para seguir los deportes: ciclismo y sobre todo fútbol. Abonado a su club, el Real Madrid, no ha pisado el Bernabeu desde que ejerce de presidente; sus hijos y su hermano utilizan sus entradas. A solas, se relaja resolviendo un sudoku o leyendo alguna novela con trasfondo histórico. En su mesilla de noche tiene ahora «Palmeras en la nieve», una saga sobre la colonización española de Guinea. Una vida casi tan común como la de muchos españoles con unas preocupaciones mucho menos extraordinarias.
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