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De monje shaolín a presunto torturador y asesino

Huang C. Aguilar, fundador del Monasterio Budista Océano de la Tranquilidad

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abc.es

«Todo es energía», aseguraba Juan Carlos Aguilar cuando se le preguntaba por el secreto de un guerrero shaolín, capaz de doblar lanzas, ayunar durante días o caminar sobre ascuas sin sentir dolor. Eran los años en los que el fundador del Monasterio Budista Océano de la Tranquilidad se paseaba por las televisiones dando lecciones de autocontrol. «Debes superar tu instinto animal y entrar en otro plano, llámalo espiritual, de sabiduría o trascendencia», explicó en 2007 a Javier Sierra en Antena 3 .

El joven bilbaíno se había convertido con 31 años en el primer monje shaolín occidental ordenado en el monasterio chino de Songshan. Abrió su propio gimnasio de artes marciales en la calle de Máximo Aguirre y llegó a tener otro en la calle Particular de Costa. En el primero, sede del Monasterio Budista Océano de la Tranquilidad, la Ertzaintza rescató ayer a una mujer de las manos de este maestro de shaolín, que llegó a cambiarse el nombre por el de Huang C. Aguilar . Los agentes la encontraron en coma, atada de pies, manos y cuello, con numerosas heridas por una brutal paliza. Los vecinos habían alertado a las fuerzas de seguridad al oír los gritos de la mujer, de origen africano, cuando era obligada a entrar cogida por los pelos en el recinto.

Tras echar abajo la puerta del local, la Ertzaintza halló a la mujer junto a Aguilar, vestido únicamente con un pantalón de chándal. En el registro del gimnasio han encontrado restos óseos que según los investigadores corresponderían a una persona fallecida recientemente, mientras aún se buscan más bolsas en la ría. El monje shaolín de habla pausada, que fue campeón del mundo de formas y armas de kung-fu y enseñó artes marciales a la Ertzaintza es ahora sospechoso de agresión y de asesinato.

«Un poco iluminado»

La madre de un alumno que acude a clases de Kung-fu en el gimnasio lo ha descrito hoy como «un poco iluminado, por su forma espiritual de hacer los ejercicios y sus saludos», aunque «sin nada más que sospechar». Aguilar, solo iba «muy de vez en cuando a hacer algún tipo de exhibición» a este local «con decoración oriental, en plan espiritual, en silencio, pero un gimnasio normal y corriente», según ha explicado la mujer a Europa Press.

Tanto la web del monasterio que fundó, como la suya particular , no están operativas.

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