suplemento empresa
El gran supervisor, en marcha
Un banco central único, primer paso hacia la unión bancaria, avance fundamental para España
enrique serbeto/maría jesús pérez
Ha costado. Pero ya está en marcha. Y es que en muy corto tiempo, la creación de un sistema europeo de supervisión bancaria único se había convertido en una de las principales prioridades de la agenda política de los dirigentes de la Unión. ... Ahora urge un diseño rápido —pero eficaz en el tiempo— y, sobre todo, su implementación, se torna imprescindible —dicen los expertos—, para solucionar definitivamente la crisis de deuda soberana. Por ello, la Comisión Europea presentaba, por fin, discusión tras discusión, esta misma semana, tres elementos específicos sobre los que pivotará la denominada «unión bancaria»: un mecanismo único de supervisión, un mecanismo único de resolución de crisis bancarias, y un sistema de esquemas de garantía de depósitos. La unión bancaria europea pues, se pone en funcionamiento.
Ahora bien, no es oro todo lo que reluce. Porque, una vez más, en Europa no hay consenso. Vuelve a haber reticencias . Acentuadas más si cabe desde Alemania, que no quiere que su propio sistema financiero se pueda ver perjudicado de ninguna de las maneras. Entonces, ¿cuáles son los factores que determinarán el éxito o el fracaso del nuevo modelo de supervisión en Europa?
El caso es que las discusiones sobre la unión bancaria están empezando a parecerse a la imagen de un gato que juega a perseguir su propia cola. El comisario de Mercado Interior, Michel Barnier , argumenta que es necesario poner en marcha cuanto antes la autoridad de supervisión como primer paso, para después crear el fondo de resolución para garantizar los depósitos y las reglas comunes para la liquidación de entidades financieras. Pero Alemania, por voz del representante del Bundesbank en el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), Jorg Assmusen , no está de acuerdo. Assmusen contesta que sin mecanismo de liquidación ni fondo de garantías, es inútil una autoridad europea de supervisión.
Esto muestra la explicación de por qué a la entrada del Eurogrupo del pasado viernes, el ministro alemán, Wolfgang Schauble , volviese a asegurar que no cree que sea realista que la unión bancaria esté lista a primeros de 2013, como esperan varios países, España entre ellos, y la propia Comisión Europea.
Los expertos financieros en España no lo ven así. «Necesitamos esta unión para caminar hacia una mayor estabilidad financiera y superar la fragmentación existente hoy en los mercados, que tapona la transferencia de liquidez entre los bancos de diversos países. A medio y largo plazo, la unión bancaria debe permitir homologar los riesgos de los bancos de la zona euro , independientemente del país de origen y romper el círculo vicioso que existe en la actualidad entre dichos riesgos y los soberanos de los correspondientes Estados», explica Carmelo Tajadura, economista del Instituto de Macroeconomía y Finanzas de la Universidad de Camilo José Cela
Por tanto, puntualiza Tajadura, resulta evidente que desde España «debemos contemplarla como algo positivo ya que conllevaría una disminución del riesgo de nuestras entidades financieras vistas desde el exterior (desde otros bancos, desde inversores institucionales, desde las agencias de rating...). También nos beneficiaría que existiera una regulación más unificada que la actual (por ejemplo en la medición de los activos ponderados por riesgo, ahora nuestras entidades financieras están discriminadas)».
El primer paso
La autoridad de supervisión es el primer paso para la unión bancaria europea, lo que permitirá a los fondos de rescate financiar directamente operaciones de recapitalización bancaria sin necesidad de que se conviertan, como ahora, en un lastre para la deuda pública de los países donde se produce esa situación, como está sucediendo con Bankia.
Para el comisario Barnier, autor del proyecto, es posible un acuerdo político antes de fin de diciembre, entre otras cosas porque «no estamos caminando sin suelo» sino que se apoya en el acuerdo del Consejo Europeo de junio en el que los jefes de Estado y de Gobierno acordaron que se haría basándose en el artículo 127-6 de los tratados, que la proposición debe estar lista a fines de diciembre y que el BCE sería la entidad central de la inspección bancaria.
Ahora bien, ¿qué pasaría si el BCE detecta una entidad financiera con graves problemas si no puede ni siquiera anunciarlo, puesto que carece de autoridad para gestionarlo? La respuesta le pone los pelos de punta a los responsables económicos alemanes , que temen que en tal caso se agravaría el problema en vez de solucionarse. Señalar a un banco como dañado sin tener capacidad de intervenir, sería como abrir las puertas de un local incendiado para que corra el aire.
Barnier dice, sin embargo, que su propuesta es lo mas aproximado posible al acuerdo del Consejo Europeo y que es posible aprobarla antes de fin de año «aunque la puesta en marcha operativa sería progresiva a lo largo de 2013 y 2014 » y que no lo diría así «si los jefes de Estado y de Gobierno no hubieran aprobado la declaración de junio». Entonces, los demás gobiernos del euro sudaron tinta para convencer a la canciller alemana, Angela Merkel , de que ésta es la mejor situación posible a un problema cada vez más acuciante para el sector financiero que raramente opera en un solo país.
Y, sobre todo, porque la exigencia demuestra que los ciudadanos no están dispuestos a pagar más con sus impuestos el rescate de las anidadas financieras arruinadas. Lo más importante del proyecto de Barnier —y que es al mismo tiempo lo que más le gusta a Alemania — es que a partir de ahora el propio sector bancario creará ese depósito con el que se garantizarán las cuentas corrientes de los particulares en caso de que el banco se cierre y se le retire su licencia. Puesto que el capital de ese fondo será privado, «en determinadas circunstancias» los bancos se lo pueden prestar unos a otros para casos de refinanciación.
Una vez más, los expertos avalan la necesidad de unificar los fondos de garantía de depósitos (FGD) en Europa. Así, desde el departamento de estudios de La Caixa, dirigido por Jordi Gual, se explica que estos fondos son un elemento clave para un sistema financiero único porque constituyen una garantía de última instancia para todo depositante. Ahora bien, de no ir acompañados de una estricta supervisión y disciplina de mercado podrían establecer incentivos incorrectos para las entidades.
Así, La Caixa recuerda que en la actual Directiva Europea que regula los FGD las discrecionalidades nacionales son elevadas. En Europa existen unos 40 fondos de garantía que cubren a distintos grupos de depositantes y depósitos, hasta distintos niveles e imponen distintas obligaciones financieras a las entidades. Algunos están financiados ex ante, es decir, con aportaciones periódicas de las entidades al fondo que gestiona el patrimonio, y otros se financian ex post, solo cuando el fondo requiere los recursos para actuar. Pero en común, todos los fondos comparten el hecho de estar implícitamente respaldados por el Tesoro nacional en el supuesto de que los fondos privados no fueran suficientes para todos los depositantes.
Por lo tanto, en este frente, la vinculación entre riesgo bancario y riesgo soberano es clara. Así, la estructura y la financiación de los FGD son un elemento central, junto con la supervisión bancaria y los mecanismos de resolución, en el intento de construir una mayor unión bancaria a nivel europeo que rompa con dicha vinculación, permita la salida de la crisis y dote de mayor estabilidad a la zona para prevenir crisis futuras.
Adaptarse a la ley local
Pero lo que quiere Barnier es que en cada país se ponga en marcha una especie de cajón de herramientas homologado con todos los instrumentos de supervisión adaptados a la legislación local, puesto que en el fondo el papel del BCE será delegado otra vez a las autoridades monetarias locales. Ese sistema tiene la ventaja, además, de que se puede adaptar llegado el caso a los países que hoy están fuera del euro y que por ahora contemplan este proceso desde fuera. Hasta Barnier reconoce que es «extremadamente complicado» gestionar jurídicamente la unión bancaria a 17 en el seno de unas instituciones europeas a 27, pero ese es el campo en el que trabaja con firmeza el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy , con ideas a largo plazo que de la unión bancaria deben llegar a la unión fiscal.
Un proceso largo y complejo
«La unión bancaria será un proceso largo y complejo . El modelo debe incluir no sólo la supervisión bancaria común sino también otros elementos como una regulación y exigencia de capital común, un seguro (fondo de garantía) de depósitos europeo, o un sistema único para resolver las crisis bancarias. Lo que se ha propuesto por ahora es solo el supervisor único y, quizás, alguno de los otros temas (el seguro) encuentre dificultades al suponer, de alguna forma, la mutualización del riesgo», explica Tajadura.
Y continúa: «No me cabe duda de que el supervisor debería vigilar a todos los bancos europeos como ha propuesto la Comisión pero, dada la complejidad del empeño así como las reticencias existentes en algunos países como Alemania, no es fácil que se consiga pronto. Al menos, los bancos con problemas y las entidades sistémicas sí que deberían estar incluidos en la supervisión común en 2013. Que la supervisión alcance a todos los restantes desde el inicio de 2014 lo veo menos seguro».
Mayor unificación
Entre los financieros españoles existe cierto consenso. Para muchos, la unión bancaria pretende ir más allá, dando pasos hacia una mayor unificación no solo de la regulación sino también de la supervisión. Y, en realidad, solo se proponen avances en esta última, mientras que un paso similar en los mecanismos de resolución se deja para más adelante, sin duda porque el camino que lleva hacia su armonización dentro de la UE apenas acaba de comenzar. Eso sí, independientemente de que España haya recorrido buena parte de ese camino, desde un punto de vista normativo, a través del Real Decreto-ley 24/2012 , como consecuencia de las obligaciones que hemos asumido bajo el memorando de entendimiento con ocasión del rescate de nuestro sistema bancario.
Con la propuesta sobre supervisión, el BCE pasaría a formar parte del Sistema Europeo de Supervisión Financiera para la banca, sin que ello merme las competencias de la EBA (conocida así por sus siglas en inglés la autoridad bancaria europea), ni del resto de las autoridades europeas de supervisión. Estas últimas tendrán algo que decir sobre los bancos supervisados por el BCE en la medida en que ejerzan actividades de sus respectivos ámbitos, valores y seguros.
La EBA sería al final el garante de la aplicación uniforme de la regulación y, por tanto, también de la supervisión, en la medida que ésta supone la verificación de que se cumple o no la primera y, en este sentido, sería vinculante tanto para el BCE como para las autoridades supervisoras nacionales.
Para Carmelo Tajadura, otorgando el papel central al BCE en la unión bancaria, sale perdiendo claramente la EBA «que se creó con muchas expectativas y no va a ser el supervisor. La realidad es que cosechó un fracaso bastante evidente en el tema de los test de estrés. En todo caso, parece que no se la deja totalmente de lado y tendrá algún papel en la nueva estructura que se cree».
En el fondo, todo forma parte del plan alemán para la economía de la zona euro y de la propia Unión Europea, pero la canciller Angela Merkel no tiene siempre el apoyo claro de todos los sectores políticos que la rodean, empezando por los responsables regionales que quieren seguir controlando desde casa a las pequeñas cajas de ahorro, aunque desde la Comisión advierten de que los bancos pequeños también pueden causar grandes catástrofes. Probablemente Merkel haya pensado a veces que lo malo de ciertos deseos es que se pueden cumplir.
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