La escalada de Valenciano hasta la cima del PSOE
«Para su madre, muy conservadora, fue una tragedia tener una hija marxista», apunta una estrecha colaboradora
Nunca otra mujer había ocupado un cargo tan alto en el edificio orgánico del PSOE. Elena Valenciano (Madrid, 1960) lo ha escalado entero desde abajo, desde aquellas labores de voluntaria que el 23-F incluyeron ponerse a los teléfonos de la centralita de la entonces sede socialista de Santa Engracia para atender la llamadas que llegaban del extranjero . Era la única que sabía idiomas: francés, inglés y buen manejo del italiano.
Entonces no había cumplido los 21 años, llevaba afiliada desde los 18, y su entrega en aquellos tiempos de la «movida» al partido del magnético Felipe González terminó apartándola de los estudios, primero de Derecho, y después de Ciencias Políticas. Hoy, vicesecretaria general del PSOE, ocupa el lugar de poder que tuvo Alfonso Guerra y quienes la conocen dicen que manda, y manda mucho. Sir ir más lejos, el nombramiento de Soraya Rodríguez como portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento lleva su sello.
Enérgica y directa, a Valenciano le acompaña una imagen de dura. Para su entorno es solo resultado de un sentido del perfeccionismo y de la exigencia que empieza por ella misma y ha convencido a un implacable, Alfredo Pérez Rubalcaba , su jefe. Pero carácter dominante y coraje se le suponen cuando, siendo «una niña bien», se hizo de izquierdas, para espanto de su familia.
«Para su madre, muy conservadora, fue una tragedia tener una hija marxista», apunta una estrecha colaboradora de Ferraz. Nieta de un ilustre psiquiatra —Luis Valenciano Gayá alumno de Ramón y Cajal y a cuya memoria se dedica un sanatorio en Murcia—, Elena estudió en el Liceo Francés de Madrid , donde aprendió de los periódicos internacionales, de los profesores y de los compañeros los valores del mayo del 68 que la empujarían al PSOE. Al que no renunció ni cuando el partido atacó a su padre, secretario de Salud de la UCD, por el escándalo de la colza.
La playa de Altea
En su perfil de Twitter, ella misma se identifica como «Feminista, socialista, mediterránea, madre... y vicesecretaria general del PSOE». La segunda y tercera definición invocan a su yo más íntimo, el que se asocia a Altea, la playa de las vacaciones de su niñez, donde viven su segundo marido, el arquitecto Javier de Udaeta i Montaner y el pequeño de sus dos hijos. También es el sitio de sus perros, los paseos, la lectura y la afición de escribir — su blog es uno de los más visitados del panorama político —, a los que regresa siempre que puede. Y puede cada vez menos.
Es diputada desde la pasada legislatura, en la que siempre figuró como la eterna ministrable, aunque José Luis Rodríguez Zapatero no le dio cartera. Desde antes, Valenciano ha concentrado buena parte de su actividad en los órganos del partido, siempre compaginada con responsabilidades relacionadas con el feminismo en los ámbitos español y europeo.
Precisamente en Bruselas, en su etapa de eurodiputada entre 1999 y 2008, conoció a Soraya Rodríguez. A Valenciano le precede su fama de «ojo político» —en 2000 apoyó a Josep Borrell, ahora a Rubalcaba, ambos ganadores— y la portavoz parlamentaria es apuesta suya. Comparten pasión por la política y el feminismo, y de Rodríguez destaca su gusto por la confrontación dialéctica y la oratoria brillante. Para olvidar sus dos fracasados intentos de ser alcaldesa de Valladolid, enjugados por su labor como Secretaria de Estado de Cooperación, que desempeñó con dignidad y, sobre todo, convicción.
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