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Elie Saab: «La alfombra roja es la mejor pasarela»

La luz de Oriente y la modernidad de Occidente. Son los pilares de la obra del diseñador libanés, un maestro de la alta costura

marta barroso

Estupendo, natural, educado, simpático. El anti-ego. O sea, una rareza en los tiempos que corren. Porque, ya saben: de la fama al poder y del poder al cambio. Pocos aguantan el tirón al llegar a la cima. No es el caso de Elie Saab, el «couturier» oficial de princesas, actrices, políticas y, en definitiva, de «celebreties» de todo el mundo. A él no le ha afectado, sigue siendo el mismo.

Nacido en Beirut en 1964 —en su familia nadie se había inclinado por el mundo de la costura—, a los nueve años creó un vestido para su hermana mayor. «Sabía que mi destino era trabajar en moda. No fue fácil establecer la marca, pero gracias a mi perseverancia y un duro trabajo, mi casa de costura creció a lo largo de los años», nos cuenta el diseñador. «Siempre he estado rodeado de mujeres bellas, mi madre, mi hermana y mis vecinas. Y el deseo de vestirlas y de aportarlas elegancia y “chic” fue una constante motivación en mí».

Sin embargo, el camino no fue fácil. En Líbano apenas existía el sector de la moda y sus padres no apoyaron su decisión. El tiempo y la fama les hizo cambiar de idea. Todo ello sucedía en Beirut, «una ciudad mediterránea en la que estaba rodeado del aroma de muchas flores y árboles. Cuando pienso en mi niñez, pienso en la belleza natural de su paisaje, la intensidad de los colores y sobre todo en toda su gente. Es una ciudad maravillosa; su fortaleza yace en su hospitalidad y en su naturaleza de mentalidad abierta de su gente». Como la de él, sin duda.

Artesano de lo sublime

Autodidacta, aprendió por si mismo. No tuvo maestros pero si referencias, Balenciaga y Dior. A Valentino le admira «por su respeto a las mujeres y que hace que luzcan estupendas». «¿Se nace o se hace un artista de la aguja?». «Las habilidades son innatas pero necesitas desarrollarlas para obtener éxito. Se requiere también cierta cantidad de talento, pero sobre todo trabajar duro».

Su trayectoria, extraordinaria. A los 18 años creó su propia casa de costura y poco a poco se hizo con el mercado de Oriente Medio y una clientela privilegiada. En el año 2000 dio el paso a Occidente con su primer desfile de alta costura en París. «Marcó mi debut en la industria de la moda a nivel internacional y el lanzamiento de la marca a gran escala. Seis años después, fui elegido miembro honorífico de la Chambre Syndicale de la Haute Couture. Fueron momentos importantes en mi carrera, pero creo que lo más importante aún está por suceder». Seguro. Tiene un sentido innato del corte, ajusta sus creaciones sobre la misma silueta y drapea la tela directamente sobre el cuerpo, sin dibujo ni patrón. Increíble. Sus creaciones traspasan las fronteras de todo el mundo. «Todos somos el resultado de nuestra herencia y cultura, y yo me inspiro en la mía y la riqueza que ofrece. Esto se refleja a través de la elección en los tejidos, la intensidad de los materiales, y el uso de colores cálidos y naturales. Me gusta transcribir en mis piezas la dualidad de mi universo: la luz de Oriente Medio y la modernidad de Occidente».

Destacar la figura

Es el diseñador de moda. Famosas aparte, se siente orgulloso de ver a toda mujer vestida con sus creaciones, pues «se siente bella y llena de confianza. Mi prioridad es diseñar un vestido que destaque la figura de la mejor manera para acentuar la femineidad y la elegancia. Cuando una mujer busca un vestido, lo hace de manera que le proporcione belleza y confianza».

Disfruta vistiendo a las actrices con talento y sabe que cada «celebriti» y que viste es una gran representación para la firma. «Eso sí. Nos aseguramos de que las actrices se correspondan a la imagen de la marca y que a su vez el vestido que elijan encaje con su personalidad». De favoritas no habla: «Siempre he considerado las alfombras rojas como una de las mejores pasarelas, ya que las mujeres de verdad se pueden ver más fácilmente en un vestido que lleva una famosa que cuando lo lleva una modelo». Difícil en ambos casos, pero estamos de acuerdo: en el segundo imposible. Ya nos gustaría. Casi tanto como poder lucir una de sus magníficas creaciones. En fin. Nunca se sabe.

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