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Los pecados capitales de la Gran Vía

Avenida centenaria que no esconde sus miserias. El vigía de Madrid está colapsado de delincuencia en su kilómetro de longitud. La Policía no da abasto: «Estamos desbordados»

Los pecados capitales de la Gran Vía JOSÉ ALFONSO

CARLOS HIDALGO

Irene esconde tres preservativos en su cinturón de plástico negro. Fuma como sólo saben las niñas que aprendieron a ser «bien pagás» antes que mujeres. Es una de las cuarenta (sí, cuarenta) prostitutas que pespuntean el tramo de la calle de la Montera más cercano ... a la Red de San Luis. Irene, que aguanta la sonrisa al cliente octogenario que la toma de la mano, no puede evitar agriar el gesto cuando un mendigo saca de una papelera un vaso con restos de batido y se lo bebe. Le da asco. A su espalda, el vestíbulo de una pensión hace las veces de sala de cacheos. Dos policías municipales registran a un par de jóvenes sospechosos de llevar droga encima. Los retienen allí media hora. Los dejan descalzos. Comprueban su documentación. Y una gitana rumana que no deja de mirar lo que lleva escondido en el bolsillo de su falda revolotea entre los clientes de la terraza de un bar. «MC»Son las siete de la tarde.

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