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Las letras lloran la despedida de María Rosa Alonso

Referente, por su persona y por su obra, de la cultura canaria, fallecía ayer tras un siglo de periodismo y literatura

Las letras lloran la despedida de María Rosa Alonso ABC

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María Rosa Alonso, Premio Canarias de Literatura 1987, ha sido una de las intelectuales tinerfeña, canaria y española que de manera más vigorosa ha mirado al pasado para ver mejor el presente. Prueba de ello es su impecable trayectoria vital y humana, su coraje y su fuerza, regalos que la llevaron a relacionarse con los grandes intelectuales del siglo XX, como, por ejemplo, José Ortega y Gasset, y a sus «años de La Laguna», cuando se arriesgó a ser de las pocas universitarias del Archipiélago. En la madrugada de ayer, cuando falleció en el Puerto de la Cruz a los 100 años de edad, dejó antes de despedirse un rico y valioso legado, que en esencia es su forma de observar la realidad y posicionarse ante ella, obedeciendo siempre, para avanzar, a esa lógica del inconformismo. María Rosa Alonso nació en Tacoronte (Tenerife), en diciembre de 1910. Fue profesora, investigadora y ensayista. Con el seudónimo de María Luisa Villalba firmó sus primeras colaboraciones periodísticas en diversos medios de Tenerife. Estudió Filología Española en la Universidad de Madrid, donde fue alumna de Ortega y Gasset, García Morente, José Gaos y Américo Castro, y donde se licenció y, más tarde (1948), se doctoró. Fue miembro fundador del Instituto de Estudios Canarios, entidad de la que fue promotora en 1932, y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna (1942-1953). En este último año renunció a su cargo de profesora adjunta y se trasladó a Venezuela.

Regresó a España ya jubilada. Cultivó la prosa narrativa y de evocación lírica. Además de innumerables artículos en revistas especializadas de España e Hispanoamérica, fue asidua colaboradora de la prensa del Archipiélago. Entre sus obras: «San Borondón, signo de Tenerife (1940)»; «En Tenerife, una poetisa. Con la voz del silencio» (1945); «Otra vez» (1951), novela; «El poema de Viana» (1952); «Pulso del tiempo» (1953); «Manuel Verdugo y su obra poética» (1955); «Residente en Venezuela» (1960); «Sobre el español que se escribe en Venezuela» (1967); «Papeles tinerfeños» (1972); «La ciudad y sus habitantes» (1989) y «Santa Cruz, vocación de futuro» (1989).

Labor periodística

Ayer, la Asociación de la Prensa de Tenerife (APT), de la que era Miembro de Honor desde 1982, recordaba también su fértil trayectoria periodística, que tuvo su origen en los años treinta del siglo XX, en el rotativo «La Tarde», y que continuó en «La Prensa» y, luego, como redactora en el republicano tinerfeño «Hoy», de la facción moderada leal a Lerroux. Conserva de entonces el carné de periodista expedido con el visto bueno del gobierno civil de la provincia en 1933, como apunta el periodista y escritor Eliseo Izquierdo en su libro Periodistas de Canarias.

En 1930 participó en la aventura de la revista «Altavoz», que dirigió García Cabrera. Fue redactora de «Cuadernos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna» (1942-1952). En Venezuela fundó la revista «Humanidades» de la Universidad de los Andes, en la que era subdirectora, aunque fue ella, en la práctica, la directora y alma de la publicación entre 1959 y 1964.

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