El poder de Anna
La influencia de Anna Wintour, editora de «Vogue USA», trasciende los límites de la moda. Hoy ejerce su autoridad sobre grandes figuras de las finanzas, la política, la cultura, el periodismo, el deporte...
«Reina de Hielo». «Nuclear». «Diablo». Estos tres apodos se refieren a una misma persona. Una mujer que provoca admiración y temor por partes iguales, y cuya influencia se extiende desde el mundo de la moda a las altas esferas de la cultura, la política, el arte, el deporte y los negocios. ¿Su nombre? Anna Wintour.
Directora de la revista «Vogue USA» desde 1988, Wintour es el punto de partida de una larga cadena, que acaba marcando qué compramos, qué está de moda, qué celebrities nos gustan, qué películas arrasan y qué empresas del fashion business sobreviven. Desprende un halo de exquisitez, terror y sarcasmo: es algo así como la Maléfica del mundo de la moda. Anna ha hecho de sí misma toda una marca, tras su icónica recta melena con flequillo y sus grandes gafas de sol. Una seña global, como se apuntaba hace unos días en «The Wall Street Journal».
Su agenda vale millones
Sin embargo, tras su terrorífica imagen hay una mujer hiperconectada, cuya privilegiada agenda simplemente no tiene precio. Maneja desde hace dos décadas una compleja red de poderosos amigos y aliados que se expande desde la Casa Blanca a Hollywood,y que le guardan una lealtad casi canina. En febrero de 2010 rediseñó el calendario oficial de la Semana de la Moda de Milán cuando los diseñadores se enteraron de que sólo estaría cuatro días en suelo italiano. Aquello desató un auténtico caos a la hora de comprimir 88 desfiles en 70 horas y acomodarse, así, a su breve estancia.
Dos grandes aciertos
Esto puede parecer desproporcionado, pero lo cierto es que muchos de los grandes nombres de la moda de hoy lo son gracias a ella. Ha sido la artífice de uniones como la de Bottega Veneta con Gucci, o del lanzamiento de diseñadores como Michael Kors. Una de las personas que habitualmente consultan a Wintour es Bernard Arnault, cuyo conglomerado de lujo LVMH engloba Louis Vuitton, Givenchy, Marc Jacbs y Fendi. A mediados de los 90, Anna le propuso dos inesperados nombres para los buques insignia: John Galliano para Dior y Marc Jacobs para Vuitton. Los dos llevaron las firmas al olimpo de los ceros y Arnault reconoce a Wintour como la «descubridora» de su potencial. Sobre la caída en desgracia de Galliano, sólo ha dicho: «Es tan trágico». Su otro aliado fashion es François Henri Pinault, cabeza del otro gran grupo de lujo, PPR.
Sus dos grandes hitos pasan por hacer de la moda un concepto moderno y global, más allá del mero shopping. En 2009, Wintour sentó al alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, para convencerle de crear un gran evento, inspirado en las «cf2»nuit blanches parisinas, una fiesta de las compras y el estilo. «Incluso un tipo como yo, que apenas sabe combinar la corbata y la camisa, sabe que la moda significa dólares para la ciudad de Nueva York. Y más allá de la gracia y elegancia de Anna, hay una voluntad férrea. No es una persona a la que quieras decir que no». Marc Jacobs coincide: «Cuando Anna quiere algo, no hay dos posibles respuestas». Bloomberg acertó: la Fashion's Night Out (FNO) se ha convertido en una cita imprescindible en las grandes capitales del mundo, con un enorme impacto social y económico.
Su otro gran logro ha sido revivir la gala del Metropolitan Museum Costume Institute. Wintour ha convertido el evento en la gran noche neoyorkina de las estrellas. «Empecé a invitar a todas las Nicole Kidmans y Cate Blanchetts, y después empecé a sumar a políticos, escritores, pintores y músicos, así que ya no se trata sólo de moda», declaraba Wintour a WSJ. Todo un mérito de cifras, ya que en este tiempo ha recaudado ya más de 75 millones de dólares para el museo.
Anna es también una defensora de los nuevos talentos, a través de la Fundación CFDA/Vogue, con la que consigue millonaria financiación para los talentos emergentes.
De hierro... e ironía
La historia se convirtió en leyenda cuando, en 1982, Grace Mirabella, directora de «Vogue» en aquel momento, concedió una entrevista de trabajo a Wintour. A la pregunta de «¿Qué tipo de trabajo te gustaría si entraras en la revista?», Anna respondió sin pestañear: «El tuyo». Seis años después, lo consiguió.
Además de su determinación, quienes la conocen hablan de su sentido del humor. De no ser así, no habría acudido al estreno de «El Diablo Viste de Prada», una ácida crítica sobre ella. Y mucho menos vestida de Prada. Lo hizo. Su otro gran rasgo es la discreción. Con todo, se nos olvida que su trabajo es dirigir una revista. La más rentable del mundo de la moda.
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