Detenida por matar a su novio con pequeñas dosis de veneno

Según informó ayer la Guardia Civil, la mujer, qu en todo momento ha demostrado una enorme sangre fría, habia sido arrestada como presunta autora de varios delitos contra el patrimonio y usurpación del estado civil. Sin embargo, durante la investigación, denominada «Epitafio», los agentes de la Policía Judicial comenzaron a obtener algunos datos que apuntaban a que la pareja de la sospechosa, un hombre de 56 años, había muerto el pasado día 16 de forma un tanto sospechosa. A la vista de estos indicios, los investigadores ampliaron sus pesquisas ante la posibilidad de que estuvieran ante un caso de homicidio.

Comunicados los resultados de la investigación al juez, este autorizó la entrada y registro en el domicilio de de la detenida. Los agentes descubrieron entonces «numerosas pruebas e indicios» que apuntaban a que la mujer había estado suministrando a su compañero pequeñas dosis de una sustancia tóxica en la bebida, lo que le provocó finalmente la muerte.

La Guardia Civil no ha desvelado la naturaleza de las pruebas obtenidas en la vivienda, pero lo cierto es que fueron lo suficientemente contundentes como para que la autoridad judicial ordenara el ingreso en prisión de la mujer como presunta autora de un delito de homicidio. En estos momentos se está a la espera de los resultados de los análisis de distintas muestras tanto del cadáver de la víctima como de los productos intervenidos en el piso que fueron enviadas al laboratorio.

La crónica negra española cuenta con un sinfín de envenenadoras. De impacto internacional fue el caso de la envenenadora de Valencia, que inspiró hasta un serial de una radio de Argentina denominado «La galleguita de cara sucia». Pilar Prades, empleada del hogar, asesinó a la dueña del domicilio en el que servía suministrándole distintas dosis de arsénico en la bebida.

El fallecimiento de la mujer no se relacionó en un principio con un envenenamiento, lo que permitió a Pilar a trasladarse a una nueva vivienda para trabajar. Cuando una compañera del servicio y la dueña de la nueva casa cayeron gravemente enfermas, también víctimas de las dosis de arsénico, un médico ató cabos y desenmascaró a Pilar.

El caso más reciente y relevante es el de la llamada envenenadora de Melilla. Francisca Ballesteros, valenciana residente en la ciudad autónoma, que fue condenada en septiembre de 2005 a 84 años de cárcel por el asesinato de su marido, Antonio González, y de dos de sus tres hijos. En concreto, además del cabeza de familia fallecieron dos hijas, Sandra y Florinda, de 15 años y cuatro meses respectivamente. Su tercer hijo, Antonio, de 12 años, pudo salvar la vida.

En el juicio se probó cómo la mujer, a través de internet, estaba iniciando una relación con un hombre de Tenerife. Francisca le engañó asegurándole que era viuda después de que se inventara que su cónyuge e hijos «habían muerto en un accidente».

La condenada aseguró en el juicio que suministró a su marido un medicamento para matarlo porque bebía y era agresivo, algo que negaron los vecinos.