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Los «otegis» diseñan una estructura para fingir que ya no son ETA

Dejan el típico modelo asambleario y se dotan de congreso y ejecutiva con secretario general

I. R. / J. p.

Dos representantes de Herri Batasuna en los «años de plomo», Íñigo Iruín y Rufino Etxeberría, presentan hoy en Bilbao los estatutos de su nuevo partido, al que han dado una apariencia de autónomo e incluso de estar blindado para que en un futuro no pueda ser instrumentalizado por ETA y su estrategia de terror. Así, los promotores dejan atrás el carácter asambleario que siempre han tenido los diferentes grupos de la «izquierda abertzale», y sacan un partido con rasgos convencionales, al que se le dota de ejecutiva, asamblea y congreso, además de la figura de afiliado.

Según medios de la «izquierda abertzale», de aprobar la estrategia y modificar los estatutos se encargará el congreso nacional, integrado por al menos 300 delegados que representan a los comités locales. Este órgano deberá reunirse cada cuatro años, aunque también lo podrá hacer con carácter extraordinario si lo pidiera la mayoría absoluta de la ejecutiva nacional. Como si se tratara de un partido convencional, el máximo órgano entre congresos será la denominada asamblea nacional, que se reunirá como mínimo una vez al año para asuntos relacionados con los pactos y alianzas que puedan firmarse con otras formaciones. A la tradicional mesa nacional sucederá la ejecutiva nacional, integrada por 25 representantes elegidos por el congreso nacional. Su cometido será controlar la actuación de los cargos públicos y materializar en el día a día la estrategia del partido. La ejecutiva está encabezada por un secretario general elegido por el congreso. Los promotores pretenden que una asamblea constituyente dé formato al nuevo partido que, asimismo, quiere dotarse de una comisión nacional encargada de elaborar las candidaturas.

Lo que no cambia en el nuevo partido es la tradicional pretensión de la «izquierda abertzale» de controlar cada rincón del País Vasco. Para ello quiere dotarse en cada pueblo de un grupo local con su correspondiente asamblea.

De acuerdo con la «hoja de ruta» trazada en noviembre de 2009 en Alsasua y seguida en la ponencia «zutik Euskal Herria», la nueva formación incluye un rechazo a la violencia, de ETA, sí, pero también de la que legítimamente pueda proceder del Estado. De todas formas, no condena a la banda como tal ni tampoco reprobará los atentados cometidos hasta ahora, porque sería tanto como deslegitimar la trayectoria y la «memoria histórica» de ETA.

Mañana, los herederos de Batasuna darán a conocer oficialmente el nombre del partido que intentarán inscribir el miércoles en el Registro del Ministerio del Interior, acto que probablemente lleven a cabo quienes figuren como presidente, vicepresidente y apoderado, que aparentemente no estarán contaminados con su pasado «batasunkide». A partir de ese momento, las Fuerzas de Seguridad del Estado trabajarán a destajos para acumular más pruebas que delatan a la nueva formación como heredera, no ya de la «última» Batasuna, sino de aquella Herri Batasuna de los «años de plomo» y la ponencia «oldartzen» que abogaba por la «socialización del sufrimiento».

Múgica: Rufi y la «basura»

En este contexto, Rubén Múgica, hijo del dirigente del PSE Fernando Múgica, asesinado por ETA hace 15 años, reivindicó ayer «una sociedad de vencedores y vencidos», en la que los que pierdan la batalla sean «los Rufis y toda esa basura», en referencia Rufino Etxeberria. Tras el homenaje a su padre, al que acudió Jesús Eguiguren, Múgica añadió que «si Goebbels en la Alemania nazi hubiera hablado de libertad de expresión, las víctimas del nazismo se extremecerían».

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