El Pentágono niega cualquier acuerdo con Wikileaks
El sitio web ofrece al Pentágono expurgar juntos las filtraciones previa publicación
ANNA GRAU
El fundador de Wikileaks, Julian Assange, aseguró ayer en Estocolmo estar en tratos con el Pentágono para revisar de forma conjunta los 15.000 documentos secretos sobre la guerra de Afganistán que su organización pretende publicar de aquí a finales de mes. Según Assange, la ... cúpula militar norteamericana estaría de acuerdo en ayudar a Wikileaks a expurgar los documentos de nombres o indicaciones de «partes inocentes» que puedan verse en peligro por la filtración. El Pentágono niega que haya habido ningún contacto de este tipo.
¿Quién miente? El Departamento de Defensa niega que nadie de Wikileaks les haya pedido ayuda para revisar los documentos. Por lo demás, insisten en que estos no deben ver la luz y exigen su devolución. Lo contrario sería la «cumbre de la irresponsabilidad», afirmó un portavoz del Pentágono, Geoff Morrell, en unas declaraciones realizadas la semana pasada en California junto al secretario de Defensa, Robert Gates.
Pero durante esta semana ha podido pasar de todo, incluso que Gates anuncie que deja Defensa el año que viene, un anuncio que medio Washington ha puesto en cuarentena. Es un Pentágono lleno de divisiones y de dudas y con gravísimos problemas de presupuesto el que se enfrenta a la provocación de Wikileaks.
La publicación de 77.000 documentos de alto secreto que abarcan seis años de campaña militar en Afganistán pusieron al ejército de Estados Unidos en el punto de mira de todo el mundo. Pero tras un primer momento de gloria también Wikileaks se ha visto bajo el fuego de la crítica. Las protestas del Pentágono de que divulgar estos documentos pone en peligro la vida de soldados norteamericanos y de otros países han acabado haciendo mella, incluso entre organizaciones como Reporteros Sin Fronteras.
Delicada, pero publicable
Wikileaks se ha puesto a la defensiva. No renuncia a la publicación de los 15.000 documentos restantes que retuvo en un principio, según cuentan, porque en ellos había información demasiado delicada. Ahora dicen que es publicable previa revisión «página a página y línea a línea». Y piden al Pentágono que se implique en ellos.
Si esto fuese una partida de póquer, Assange habría jugado una mano brillante. Si el Pentágono se aviene a colaborar con Wikileaks de algún modo estará avalando la filtración de sus propios documentos y eximiendo a Wikileaks de responsabilidad. Pero si no colabora, Wikileaks podrá alegar que pudiendo controlar la magnitud de la filtración no quiso hacerlo, con lo cual de algún modo la responsabilidad de lo que pase será suya. Eso sería muy opinable ante un tribunal, pero no faltará quien lo suscriba a nivel de opinión pública.
¿Morderá el Pentágono el anzuelo? Ayer parecía que no, aunque es verdad que dejaron transcurrir unas horas ente el anuncio de Assange —asegurando que hay contactos desde la semana pasada— y su desmentido. Como si se lo hubieran estado pensando.
Paralelamente, el Partido Pirata de Suecia —una formación política heterodoxa fundada en 2006 con ánimo de luchar contra los monopolios en la red y por despenalizar las descargas ilegales—, se ofreció a acoger y así proteger varios servidores de Wikileaks. Mientras que el diario sueco «Aftonbladet» le ha ofrecido un empleo de columnista a Assange para que éste, que no es periodista, lo sea por contrato y goce así de las protecciones legales que se derivan de la profesión.
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