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Sostenible, «como sea»

RODRÍGUEZ Zapatero ha impuesto una manera de gobernar cuya seña de identidad son las ocurrencias coyunturales al servicio de la causa partidista. La ya famosa apelación al «como sea» se ha convertido en una pauta que rige cualquier actuación política y administrativa, porque el objetivo es salir del paso y conseguir un efecto mediático a corto plazo. Hoy informa ABC acerca de un correo electrónico remitido desde La Moncloa a diversos departamentos ministeriales sobre el proyecto de Ley de Economía Sostenible, una de las ofertas principales del presidente del Gobierno en el debate del pasado mayo sobre el estado de la Nación. El tono del mensaje refleja ciertas confianzas al estilo posmoderno que no siempre son compatibles con el rigor y la seriedad que exige la función preparatoria de un texto legislativo. Más grave todavía es el contenido de la orden que Presidencia transmite a sus subordinados: hay que evitar informes preceptivos o dictámenes del Consejo de Estado que se conciben al parecer como un estorbo para que el Ejecutivo cumpla su calendario político. A mayor abundamiento, nadie cuenta -ni siquiera para guardar las formas- con el criterio del Congreso de los Diputados y del Senado, que ejercen constitucionalmente la potestad legislativa, porque las órdenes superiores imponen que la ley esté aprobada y publicada en el BOE para el próximo 31 de diciembre.

También en temas de máxima transcendencia moral, como el aborto, el Gobierno prefiere no escuchar los informes institucionales que se empeñan en llevar la contraria a los proyectos partidistas. En este caso las instrucciones emanadas del círculo más próximo a Rodríguez Zapatero reflejan una falta de respeto por la legalidad y la seguridad jurídica que resultan inaceptable en un Estado de Derecho.

Da igual que se queden por el camino cuestiones importantes en materias como medio ambiente, ya que la aplicación interna del derecho comunitario puede requerir informes del Consejo de Estado y el Gobierno no tiene ningún interés por atender las sugerencias jurídicas del alto órgano consultivo. Lo que se pide a los ministerios es muy significativo: «imaginación» y «propuestas innovadoras», es decir, las famosas ocurrencias que luego pasan factura una vez agotada su capacidad para vender falsas ilusiones a la opinión pública. La referencia a una economía «sostenible» dista mucho de estar precisada en términos jurídicos y sociales, de modo que -aquí y ahora- no pasa de ser un brindis al sol. Por eso, la ley está concebida como una especie de «paraguas» para cobijar un conjunto de medidas dispersas e incoherentes que poco podrán aportar a una política económica eficaz para afrontar una crisis de alcance universal. Todo ello con el único fin de aparentar que el PSOE impulsa un supuesto «cambio de modelo productivo» como prometió el presidente en el mencionado debate.

Al margen de las anécdotas, estamos ante un asunto muy serio porque demuestra una grave irresponsabilidad a la hora de ejercer la función de iniciativa legislativa que corresponde -principalmente- al Ejecutivo en un sistema parlamentario. Habrá que seguir con atención las respuestas de los destinatarios al mensaje de La Moncloa para comprobar hasta qué punto cumplen unas instrucciones que pretenden eludir la legalidad.

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