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Nadal accede a semifinales por la lesión de cadera de Nalbandián

El español Rafa Nadal tiene más fácil todavía el poder conquistar el repóker en el Torneo Conde de Godó tras el abandono del argentino David Nalbandián, su rival en cuartos, debido a unas molestias en la cadera que podrían desarrollar una lesión peor.

El director del torneo, Albert Costa, junto al médico de la RFET y del mismo Nalbandián, Angel Ruiz Cotorro, anunciaron la "mala noticia" del abandono del tenista, pues era el plato fuerte para la jornada del viernes. "Es muy mala noticia porque Nalbandián es un jugador de gran calidad, tenía que jugar contra Rafa y era un partido de mucha expectación y buenísimo deportivamente", lamentó Costa.

Por su parte, el doctor Cotorro explicó que desde hacía un par de semanas el argentino arrastraba molestias. "Empezó el torneo con molestias y ha ido empeorando. Este jueves al final del segundo set ha tenido molestias más importantes, y es una cadera que no está en condiciones de afrontar un partido de cuartos", explicó.

Demoledor

Tras

vencer a Frederico Gil con mucha comodidad

El belga, 30 años, 61 del ránking ATP, uno de esos tenistas a los que se conoce peyorativamente en el circuito como un 'pasabolas', no fue rival. Salió a la pista central del RCT Barcelona derrotado, cabizbajo desde el principio, y sólo pudo arrancarle al balear dos juegos en todo el partido.

Quizá consciente de que, en el único precedente entre ambos, en el Abierto de Australia de este año, acabó vapuleado por el mejor jugador del mundo (6-0, 6-2 y 6-2) o tal vez algo 'tocado' físicamente después de que anoche pidiera la asistencia del fisioterapeuta durante su partido con Gasquet.

El caso que Rochus hizo un partido indigno de una pista central de un torneo ATP. Segundos saques a 74 Km/h, apenas dos o tres golpes ganadores en casi la hora que duro el choque, ni siquiera una esperanzadora bola de 'break' que llevarse a la boca. Nadal, por momentos, pareció apiadarse de él. Le invitaba al peloteo, pero Rochus parecía hacer caso omiso. Cada vez que el español arriesgaba con una bola a la línea, su oponente ni siquiera hacía el gesto de ir a buscarla.

En la tribuna de prensa, los blocs de los periodistas estaban prácticamente en blanco. No había notas que tomar, no había partido que analizar. Rafa Nadal llegó, jugó y se fue sin apenas sudar. Ya lo había hecho por la mañana en un entrenamiento en el que se le vio con mucha más intensidad.

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