Caza y poder

Bermejo y Garzón tienen una sensibilidad totalmente contraria a la de Delibes. A ellos les apasiona la caza mayor. Para Bermejo es un vicio. Les gusta meter el siete y medio preferentemente entre los ojos del animal. A ciertos cazadores el disparo certero les provoca gusto en el culo. No sé si a Garzón y a Bermejo también. A Bermejo y Garzón no les gusta cansar perdices por los rastrojos. Prefieren esperar la pieza desde el puesto. Como en su vida profesional matan lo que otros les traen y, como en la vida social, piensan que gozar de un puesto en una cacería es un indicio de alto estatus. No se les ocurre pensar que, a su vez, lo es de situaciones inconfesables y delictivas.

Debo decir que los hechos descubiertos en relación con la supuesta trama «Gunter» me parecen menos graves, desde el punto de vista de la corrupción del sistema, que las cacerías de Bermejo y Garzón con la presencia, en algún caso, de un jefe de policía. Es verdad que los indicios de criminalidad de los imputados por Garzón, e incluso de algunos de los simplemente citados, resultan muy preocupantes a pesar de la oscuridad y la imprecisión de la escritura del juez Garzón. Pero digo que, incluso en el caso de que terminaran siendo probadas las sospechas de delito, sería mucho más grave desde el punto de vista de la salud de nuestro sistema político la conducta de Bermejo y Garzón. Aquellas nos advierten acerca de la debilidad de los partidos ante los ejecutivos del butrón financiero pero las estrategias de estos altos funcionarios de Justicia, en relación con la detentación (sic) del poder, son gravísimas.

La justificación de la persecución a la derecha y al facherío en nombre de la Historia y el Progreso es la respuesta a la derrota de la izquierda en la lejanísima guerra civil. Dicho de otro modo, estas cacerías de Garzón y Bermejo son una metáfora del nuevo Poder, avasallador y exhibicionista.