LA HERENCIA GASTRONÓMICA DEL IMPERIO DE FELIPE II EN EL EXTREMO MÁS ORIENTAL DE ASIA
El langostino filipino se alía con el coco

Muchos de los rasgos de nuestra personalidad muestran esta herencia multicultural, y la gastronomía no iba a ser menos. A diferencia de otros pueblos vecinos, en nuestra cocina gustan los sabores fuertes, pero no recurrimos al picante tanto como ellos. Y respecto a los ingredientes, mezclamos los habituales de los fogones occidentales con los productos autóctonos, lo que da a nuestros platos una singular riqueza. Voy a mostraros un ejemplo de cuanto relato en la siguiente receta, que combina el marisco con el coco. Que no os dé miedo esta mezcla.
Los ingredientes necesarios son un kilo de langostinos frescos, tres cucharadas de coco desecado, ocho dientes de ajo picados, un cuarto de litro de crema de coco, una cucharadita de jengibre rallado, pimienta negra molida, sal y hojas de cilantro. Además de sabrosos, algunos de esos elementos son especialmente saludables, como sucede con el jengibre . Antes que nada precalentamos el horno a 150 grados centígrados. La preparación de los langostinos es importante, pues se les ha de quitar el hilo intestinal pero no la cabeza ni el caparazón.
Esparcimos el coco desecado en una bandeja de horno y lo dejamos calentar diez minutos hasta que se vaya dorando. Durante ese tiempo, echamos la crema de coco en una cacerola junto al ajo y el jengibre hasta llevarlos a ebullición. Entonces se agregan los langostinos y se baja el fuego, dejándolos hervir durante cinco minutos o hasta que estén cocidos. Atentos con esto. Cuando este proceso haya concluido, condimentamos al gusto con la pimienta negra molida y sal. A continuación lo aderezamos con el coco tostado y las hojas de cilantro. Es costumbre que el plato se acompañe con arroz.
Una última cosa. Al contrario que otros países próximos, los filipinos no comemos con palillos , sino que nos decantamos por los cubiertos occidentales. De todas formas, si este plato lo atacamos directamente con las manos es incluso más sencillo, la verdad. A por él.
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