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OBITUARIO

EN EL ADIÓS A FÉLIX CALVO ORTEGA, MAGISTRADO DE MENORES

VICENTE ROUCO RODRÍGUEZ

«Se hace imposible olvidar su generosidad y entrega, su noble sentido de la amistad y su excelente humor»

El día 20 de agosto una llamada de teléfono interrumpió la monotonía de una típica tarde de descanso veraniego.

Al identificar a la persona que llamaba, mi corazón se sobresaltó y presentí la triste noticia, aunque me sorprendió la fortaleza de ánimo de mi interlocutora: Mª Jesús Calvo Hernán, magistrada, hoy en comisión de servicios en el Gabinete Técnico del Tribunal Supremo, y que en sus tiempos fue alumna mía de oposiciones. Con un voz clara y serena, me anunciaba el fallecimiento de su padre Félix Calvo Ortega que acababa de producirse.

Precisamente unos días antes de iniciar las vacaciones de agosto le habíamos estado visitando en su casa el presidente de la Audiencia Provincial de Albacete, César Monsalve, otro compañero de la Audiencia, Manuel Mateos, y yo mismo. Nos habían dicho que no estaba muy bien y no queríamos dejar pasar la oportunidad de hacerle un ratito de compañía y testimoniarle nuestro cariño.

Su hijo Félix Calvo Hernán, por cierto un gran médico que ejerce su especialidad en Albacete, que acudía constantemente a cuidarle, se disponía con gran cariño filial a sacar a su padre a dar un paseo. Fue necesario utilizar la silla de ruedas dado que por el progreso de la enfermedad ya no le era posible valerse por sí solo.

Su hijo nos explicó con admirable naturalidad que las células cancerosas habían afectado al cerebro y de ahí la inexpresividad que podíamos advertir en el gesto de su padre, pero que éste era consciente de la naturaleza y avance de la enfermedad. Pese a las dificultades de comunicarse, Félix agradeció nuestra visita y dimos un paseo breve en su compañía, sin embargo nos quedamos muy afectados y tristes.

Hoy, como en otras ocasiones, siento la necesidad de dedicar unas palabras en memoria de nuestro compañero. Creo sinceramente que es el mejor homenaje que se puede ofrecer a los servidores de la Justicia que se han dedicado a ella de manera discreta durante tantos años y con quienes he compartido vivencias y emociones muy intensas, tanto en lo humano como en lo profesional, en nuestra querida Castilla-La Mancha.

Félix Calvo Ortega, nació en plena Guerra Civil (26 de mayo de 1937) y de niño y joven vivió las estrecheces propias de muchos españoles en tiempo de posguerra.

Félix ha sido el prototipo de magistrado recto, serio, sencillo, austero y tradicional, en el más estricto sentido de la palabra. Siempre vestía de oscuro y corbata negra. Había iniciado su andadura en la Justicia como secretario judicial. Precisamente recordaba con verdadera devoción el esfuerzo y sacrificio que tuvo que hacer su padre para que pudiera estudiar y opositar.

Tras estar destinado en algunos juzgados municipales de las provincias de Cuenca y Lérida, prestó servicio durante muchos años en los Juzgados de Albacete (entre 1975 y 1984 estuvo en el Juzgado de Distrito nº 1). Luego en ascenso iría a Valencia; pero sus grandes inquietudes le llevaron al cabo de un tiempo a ingresar en la Carrera Judicial (1989) iniciando con sacrificio esa andadura profesional por otros lugares de España (Cataluña) hasta recalar de nuevo (año 1990) en Albacete, ciudad de la que ya no se movería, tras acceder a la especialidad correspondiente en el Juzgado de Menores, hasta su jubilación en 2007.

Conversador infatigable, le encantaba contar mil historias sobre su vida, su trayectoria profesional, su familia y su padre, del que recibió también su amor por el campo, al que en sus ratos libres se consagraba. Su mayor anhelo era conservar las tierras que había heredado en su pueblo natal, Casas de Fernando Alonso (Cuenca), donde le han dado cristiana sepultura. Tenía mil amigos entre la gente sencilla de los pueblos donde había vivido y trabajado.

Nunca pudo desvincularse de sus raíces profesionales en la Justicia Municipal en la que sirvió tanto tiempo, pero siempre hizo con gran humanidad un papel muy digno en la Jurisdicción de Menores durante muchos años en Albacete.

Sus valores principales: el amor a la familia, a su mujer, a sus hijos, a su hermana; un hondo sentimiento patriótico y de respeto a las instituciones fundamentales del Estado; así como unas profundas raíces católicas y sentido religioso de la vida, pues era practicante de misa diaria y oración constante.

En lo humano, se hace imposible olvidar su generosidad y entrega, su noble sentido de la amistad y su excelente humor y pasión por los placeres sencillos de nuestra tierra: la comida del terruño, el excelente vino de su pueblo natal...

En lo profesional, cabe destacar la lealtad a los principios esenciales del orden jurídico, a las instituciones de gobierno judicial y a quienes las desempeñamos y su puntual cumplimiento de sus deberes judiciales y entrega al servicio con una gran humanidad y recto sentido de lo jurídico.

Hoy, Félix, como creyente en la fe que compartimos, elevo una plegaria por tu alma desde el cariño y mismo sentido religioso de la vida; y como compañero y Presidente, quiero rendirte un emocionado tributo de reconocimiento y recuerdo para dejar así testimonio de tu recta y ejemplar vida de servicio. En la eternidad que te espera te doy un fraternal abrazo.

EN EL ADIÓS A FÉLIX CALVO ORTEGA, MAGISTRADO DE MENORES

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