Una tasa que «muerde» el bolsilloLas razas «ppp»

El Ayuntamiento de Toledo cobra 117 euros por cada miembro de una familia que pasee a un perro potencialmente peligroso, mientras que la licencia es gratuita en otros consistorios de España, dos de ellos en la región: Cuenca y Albacete
Tener en casa un «p.p.p.» (perro potencialmente peligroso) conlleva unos gastos muy altos. Aunque la cuantía de esos desembolsos depende de la ciudad de España donde el animal viva. Así ocurre con la licencia municipal que debe obtener la persona que quiera ser propietario de un animal potencialmente peligroso. Pero el precio que deberá pagar por ello variará de manera ostensible si solicita el permiso en el Ayuntamiento de Toledo (117 euros) o en los consistorios de Cuenca y Albacete, donde es gratuito.
Además, en la capital de Castilla-La Mancha no solo el propietario del animal tiene que pagar ese impuesto. También cada miembro de una familia que conduzca al animal en algún momento (a esta figura se la conoce como «el poseedor») deberá pagar 117 euros para obtener el permiso, una condición económica que solo se exige en dos de los veinte ayuntamientos de España consultados por ABC.
Con ese precio, Toledo se convierte no solo en la capital de provincia de Castilla-La Mancha donde esa tasa es la más cara, sino que es una de las ciudades españolas con el impuesto más alto. Por ejemplo, en Madrid no se paga nada por obtener la licencia mientras que en San Sebastián el trámite cuesta 18,33 euros para cada persona que quiera tener, pasear o conducir un perro potencialmente peligroso. En Barcelona, la obtención o renovación de la licencia, «personal e intransferible», costaba 59,11 euros en 2013, y una validez de cinco años. En Castilla-La Mancha, Guadalajara concede la licencia previo pago de 8,39 euros por persona que conduzca al animal.
«Sin recinto vallado»
Entre los ayuntamientos con la tasa más cara consultados por ABC, además de Toledo, se encuentra el de Ciudad Real, donde se paga 71,84 euros, aunque con la gran diferencia de que este impuesto es «único por animal y actividad realizada, tanto para el otorgamiento de la primera licencia como para su renovación».
Consuelo, propietaria de uno de esos animales, vive en Toledo. Además del certificado medio psicotécnico, de un seguro civil obligatorio de un mínimo de 120.000 euros y de un certificado de penales, Consuelo debió pagar la tasa, si quería pasear al perro. Además de la elevada cuantía del impuesto, esta vecina se queja de que este tipo de perros no dispone de «ningún recinto» vallado en el que puedan correr o hacer sus necesidades». «Se me hace inevitable tener que comparar el Ayuntamiento de Toledo con otros consistorios donde la obtención de la licencia es totalmente gratuita, como en Madrid», asegura Consuelo.
Además de no tener que abonar ni un euro, esta propietaria de un perro potencialmente peligroso explica que la capital de España sí dispone de recintos específicos para el uso y el disfrute de esos animales. «Incluso parques de césped real, y no areneros que durante el invierno se convierten en barrizales que ni siquiera nuestros amigos peludos quieren pisar», recalca Consuelo.
Al portavoz de la Asociación de Vecinos «Río Chico» de Toledo, Valentín Romeral, el precio de la tasa le parece «un poco caro», aunque ve correcto que toda persona que pasee un perro potencialmente peligroso vaya provista de una autorización. Romeral, que propone una tasa familiar por una licencia por animal, tuvo una mala experiencia con un perro «no peligroso». Le mordió en un muslo y fue necesario que le inyectaran una vacuna antirrábica. «Y si el animal hubiera sido un perro de la raza Pit bull, ¿qué hubiera pasado? La mujer que llevaba de la correa al animal que me mordió no estaba capacitada físicamente porque el perro era mucho más fuerte», reflexiona Romeral, quien exige que los dueños lleven a sus perros potencialmente peligrosos atados y con bozal, como marca la norma.
«Veo niños pequeños de 10 y 12 años que pasean perros más grandes que ellos, aunque esos menores no tienen la fuerza suficiente ni la capacidad intelectual necesaria para actuar en el caso de que el perro se revuelva», añade el portavoz de la Asociación de Vecinos «Río Chico».
Coste acorde con los gastos
Sobre el precio de la tasa que se paga en Toledo, Emiliano García, presidente de la Asociación de Vecinos «El Tajo» del barrio de Santa María de Benquerencia, considera que «si alguien quiere tener un perro, que pague, al igual que el que tiene un coche paga un impuesto por circular por la ciudad». «Es mi opinión personal, no de presidente de la asociación», recalca el representante vecinal.
No obstante, cree que el coste de la licencia debería ir en consonancia con los gastos que sufragara el animal al Ayuntamiento. «En algunas zonas es brutal el comportamiento incívico de los dueños de perros», se queja. Desde su asociación se ha pedido «parques específicos para que todos los que tengan perros puedan soltarlos», solicitud que el Ayuntamiento ha hecho realidad en un parque del barrio. «En estos parques debería haber una fuente de agua y depósitos para recoger excrementos de los animales», sugiere García.
Hay jurisprudencia sobre la responsabilidad tanto del dueño como del tenedor de animales peligrosos. «La tenencia (...) en lugares públicos, sin bozal, comporta la comisión de la infracción sin que el actor pueda eludir su responsabilidad en base al desconocimiento de la norma (...), pues la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento», señala un juez en una sentencia condenatoria para el dueño de un Pit Bull que estaba con el perro en lugares públicos sin bozal ni sujeto con una cadena de manos de dos metros de longitud.
«Tampoco exime su responsabilidad —añade el juez— el hecho de que los perros no fueran peligrosos. La ley 50/99 no exige la existencia de una peligrosidad real, sino potencial de los animales que regula».
«No son agresivos»
No opina igual Marina Ferreirós, vocal de la Asociación Protectora de Animales de Toledo (Apadat), para quien se comete «un poco de racismo» contra este tipo de animales. «Hay perros con tasas de agresividad más altas, como los pastores alemanes, que no son ‘p.p.p.’ ni sus propietarios necesitan un seguro de responsabilidad civil», añade Marina Ferreirós, quien es partidaria de que todos los propietarios de perros tuvieran suscrito ese seguro «por el bien común de todos».
«Las personas que tienen los papeles del animal al día no los maltrata ni los utiliza de manera incorrecta», añade esta representante de Apadat, que no es partidaria de que los «p.p.p.» lleven bozal. «El que sea agresivo, que lleve bozal», sentencia. Marina Ferreirós lo dice por experiencia, ya que ha cuidado varios perros considerados potencialmente peligrosos. «Pongo la mano sobre el fuego que no son agresivos», asegura con rotundidad la vocal de Apadat, quien propone que un educador de perros sea quien valore si un animal puede llegar a ser peligroso o no, además de su nivel de agresividad.
Las ocho razas mencionadas en el Real Decreto 287/2002, desarrolla la Ley 50 del 23 de diciembre de 1999, son: Pit Bull Terrier, Staffordshire Bull Terrier, American Staffodshire Terrier, Rottweiler, Dogo Argentino, Fila Brasileiro, Tosa Inu y Akita Inu. En caso de duda razonable (perros sin raza clara), se recurre al Anexo 2, en el que se detallan características físicas: configuración atlética, cabeza voluminosa y cuboide; cuello musculoso y corto; pecho macizo, ancho, costillas arqueadas y lomo musculado y corto; mandíbulas grandes y fuertes; además de extremidades muy musculosas.
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