Camisa negra: cuándo utilizarla y cuándo es mejor evitarla
Los hombres que más saben de moda eligen esta prenda porque es moderna y elegante
Cómo llevar mocasines para ser el más elegante

Robert Pattinson con camisa negra.
Todo el mundo sabe que la camisa por excelencia del armario es la blanca. Pieza referencial donde las haya, nunca se tienen suficientes modelos porque es aquella a la que no hay miedo a recurrir una y otra vez cuando se trata de buscar un aliado. Puede llevarse con traje, con vaqueros o con unos pantalones informales que el resultado es siempre el mismo: sobriedad y elegancia máxima. Ahora bien, no tenemos el mismo concepto con la de color negro. Es curioso como una misma pieza en un tono que es igual de versátil la consideramos algo completamente distinto.
No hay más que poner en práctica su uso para comprobar que en realidad es igual de interesante. Ni aburrida ni poco creativa, la camisa negra es moderna y elegante, tanto que podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos que la gran favorita de los que más saben de moda cuando se les presenta una ocasión especial.
En la alfombra roja del último festival de cine de Cannes, por ejemplo, el joven actor Manu Ríos demostró que en formato fluido –y con lazada al cuello como mandan las tendencias– combinada con un pantalón acampanado es la manera más vanguardista de defenderla. Pero también hay quienes, como los veteranos Brad Pitt o George Clooney, llevan años luciéndola en versión clásica con un pantalón de pinzas y una americana optando por el formato total black con éxito.
¿Hay líneas rojas a la hora de lucir camisa negra?
Aunque hace ya tiempo que esto no sucede así, no hay que olvidarse que anteriormente el uso de la camisa negra era tomado casi como una forma de rebelión. Así lo hizo saber el artista Johny Cash cuando le preguntaron por qué siempre iba de pies a cabeza de este color: «Me vestí de negro porque me gustaba. Todavía lo hago, y usarlo todavía significa algo para mí. Sigue siendo mi símbolo de rebelión: contra un statu quo estancado (…), contra las personas cuyas mentes están cerradas a las ideas de los demás». Era, por tanto, una manera de enfrentarse a los códigos de estilo de siempre. Ahora, en cambio, todo ese simbolismo ha desaparecido y lo que perdura es simplemente lo estético.
El negro es un color que en moda se asocia a al refinamiento y la sofisticación, y estas tres cualidades son las que imprime una camisa en este tono. Transmite sobriedad al estilismo como ninguna otra tonalidad es capaz de hacerlo y ahí es donde radica su magia. No hay más que combinarlo con unos jeans para comprobar su poder, el cual aumenta si se lleva acompañado de sastrería. En ambos casos aporta un misterio al look que difícilmente se pasa por alto.
A la pregunta, por tanto, de si hay líneas rojas a la hora de ponerse una camisa negra la respuesta genérica es no, no las hay. Pero sí es cierto que hay ciertas consideraciones que merece la pena recordar porque su intervención en un estilismo implica cierto dramatismo.
Lo primero a tener en cuenta es que es preferible evitar su uso en contextos que requieran de etiqueta excesivamente formal. En estos casos, para llevar el traje oscuro lo mejor es limitarse a las camisas blancas con corbata o, de lo contrario, podrás pecar de estilismos demasiado lúgubres haciendo referencia a la famosa canción de Juanes que hace referencia a esta prenda –«Tengo la camisa negra, porque negra tengo el alma», canta el artista colombiano-.
Por el contrario, exprimir sus virtudes cuando el contexto sea festivo es del todo acertado. En clave nocturna acompañada de piezas de cuero es como mejores resultados se obtienen y, para quienes quieran ir un paso más allá, siempre pueden apostar por el contraste con un traje de un color intenso como verde, azul o granate. Olvídate, eso sí, de mezclarla con estampados excesivamente llamativos o tonos claros, no cuajará.
Errores a evitar
Saber cuándo y cómo llevar la camisa negra es importante, pero no es lo prioritario. Antes hay que hacer una buena elección de esta y, lo que puede resultar más complicado, tratar de mantenerla en perfecto estado.
Con respecto a lo primero, hay que hacerse con una de la suficiente calidad como para que, ni transparente, ni brille en exceso y tampoco tenga un tinte que se desvanezca a la primera de cambio. Si el diseño es atemporal, ajustado, moderno, clásico o transgresor dependerá exclusivamente de tu gusto personal.
Sobre lo segundo, es absolutamente imprescindible hacer siempre buenos lavados de la prenda para que no pierda su estado original. También de cepillado y planchado, puesto que son prendas que sufren mucho con el uso y cualquier cosa, por mínima que parezca –un pelo, una mancha de desodorante o una fibra deshilachada– se vuelve evidente.
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Una última consideración: no alargues el adiós de forma innecesaria. Por mucho que te guste y te encuentres cómodo con ella, despídete de ella cuando empiece a presentar signos de desgaste o empiece a palidecer. Serán los mejores indicios para saber que su hora de ser reemplazada por otro diseño ha llegado.
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