Benedicto XVI será enterrado en la tumba que usaron Juan Pablo II y Juan XXIII

Es una de las más cercanas al sepulcro del apóstol Pedro y lleva años vacía

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Según la tradición, cada pontífice deja establecido en su testamento dónde y cómo desea ser enterrado. Juan Pablo II, que revisó el suyo en ocho ocasiones, pidió ya en la versión que hizo en marzo de 1979, cinco meses después de ser elegido, que ... se siguieran «las mismas disposiciones que dio el Santo Padre Pablo VI», o sea, «un sepulcro en el suelo, no un sarcófago». Y añadió que «el Colegio de cardenales y los connacionales decidirán el lugar».

El Papa Benedicto XVI no menciona disposiciones concretas en el testamento espiritual que redactó el 29 de agosto de 2006, y que publicó este sábado el Vaticano. Sin embargo, en 2016, respondiendo a preguntas de su biógrafo alemán Peter Seewald, aseguró que deseaba ser enterrado en las grutas vaticanas, bajo una lápida sencilla en la que estuviera escrito su nombre y su lema episcopal, «Colaboradores de la Verdad».

Es verosímil que el Papa emérito haya dejado en manos del Papa Francisco la decisión final. Por parte del Vaticano, simplemente se ha informado de que inmediatamente después del funeral del jueves 5 de enero, sus restos mortales serán trasladados a las grutas vaticanas, a la cripta de los Papas.

Allí, una de las capillas más cercanas a la tumba de San Pedro tiene, en el centro del pavimento, una lápida blanca, sin nombre, sobre una tumba vacía. Sus últimos ocupantes han sido dos pontífices santos. Allí estuvieron enterrados -desde su fallecimiento hasta su beatificación- tanto Juan XXIII, de 1963 al 2000, como Juan Pablo II, de 2005 a 2011. Ambos descansaron en la tranquilidad de las grutas vaticanas hasta que el comienzo del culto público aconsejó subir las reliquias a la zona principal de la basílica.

Ante esa capilla de paredes blancas, presidida por un altorrelieve de la Virgen con el Niño, pasaron millones de personas que acudían a visitar y recordar a Juan XXIII y, sobre todo, a Juan Pablo II. A partir de abril del 2005, decenas de miles de personas hacían cola cada día para acercarse a la tumba de Juan Pablo «el Grande» y rezar durante unos momentos, a veces demasiado fugaces cuando más presionaba el flujo de peregrinos. Incluso el Vaticano puso una webcam para facilitar peregrinaciones virtuales.

Esos dos papas, canonizados en 2014, siguen recibiendo miles de visitantes cada día, pero ahora en la basílica: san Juan XXIII ante un pilar de la cúpula y san Juan Pablo II en la capilla contigua a la de la Piedad de Miguel Ángel.

Ahora, la tumba que dejaron libre en las grutas es una de las más cercanas al sepulcro del apóstol Pedro y lleva años vacía. 

Para los últimos papas ha sido como un 'panteón de familia' en que una generación sucede a otra. El Vaticano ha confirmado este lunes que Benedicto XVI descansará en ese tranquilo rincón.

Las grutas vaticanas son una de las zonas menos conocidas de la basílica de San Pedro pero con más historia. Están justo sobre la «necrópolis vaticana», que custodia el lugar donde fue enterrado el príncipe de los apóstoles y sobre el que se construyó la actual basílica. Es también el punto más cercano a aquella primera tumba, que puede visitarse siguiendo el recorrido habitual.

Reyes y reinas

Allí no están enterrados sólo papas, sino también reyes y reinas. Por ejemplo, está el sepulcro del emperador Otón II, fallecido en el año 983, el del último Estuardo o el rey Jacobo Francisco Eduardo, fallecido en 1766, y enterrado junto a sus hijos Carlos Eduardo y Enrique Benedicto, que fueron pretendientes al trono de Inglaterra. Allí descansan dos mujeres, la reina Cristina de Suecia, fallecida en Roma en 1689, y Carlota de Chipre, fallecida dos siglos antes en Roma, en 1487.

También en las grutas están los restos del cardenal español Rafael Merry del Val, fallecido en 1930, pues fue arcipreste de la basílica de San Pedro. A los 38 años fue secretario de Estado con Pío X, y más adelante Benedicto XV lo puso al frente del Santo Oficio. Su sarcófago es de «ónix de Mallorca», y es uno de los más elegantes de las grutas.

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