OPINIÓN
El pregonazo
Si digo que el de Alberto García Reyes ha sido uno de los mejores pregones de la historia, el lector puede creer que, claro, qué va a decir este de un compañero. Pero si les digo que Joaquín Caro Romero, que tiene de adulador menos ... que yo de bombero, afirmó en el Real Alcázar de manera contundente que este ha sido el mejor pregón del siglo XXI (el suyo es del siglo XX) algo de verosimilitud cobra la afirmación. Hay dos varas de medir para saber la eficacia de un pregón. La primera es la calidad literaria y en eso el pregón de este año ha rebosado el vaso de lo previsible. La segunda es el factor tiempo; si un pregón parece corto cuando ha durado casi hora y media es que ha llegado tan adentro que la gente se ha quedado con ganas de escucharlo dos veces. El pregonero ayer condensó en trece escenas una visión de la Semana Santa poderosa y honda y su voz personal, que está entre la segunda y la tercera cuerda de la guitarra, le ayudó a incrustarnos el texto. Si a eso le sumamos la sinceridad, ya tenemos un pregón memorable; un pregonazo como fue el que escuchamos ayer.
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