Brad Mehldau, el piano introspectivo

Los primeros temas fueron de presentación del grupo o tal vez una declaración de intenciones, donde cada uno anticipaba su forma de entender la música y los tres sus puntos de encuentro. Desde luego, lo primero que hizo Mehldau es poner sobre el piano su pericia con la mano izquierda, que más allá de tocar los acordes al uso, construye diálogos con la mano derecha, que le viene seguramente de su etapa 'after Bach'. Por cierto, sorprende viéndolo de cerca la elevación mini de su banqueta, que debe estar a una altura parecida a la famosa silla de Glenn Gould.

Por otro lado, Larry Grenadier pertenece a esa rara estirpe de los contrabajistas completamente afinados, con un sonido cálido y seguro, y si a veces se emborrona su canto debemos achacarlo más a la amplificación (seguramente la suya) que a otra cosa.

Durante los tres primeros temas, Jeff Ballard también presentaba su documentación como gran batería que es, pero también en un efecto verdaderamente llamativo: en esta referida exposición de varias canciones Mehldau optaba por recrearse en ese retraimiento tan suyo, exponiendo los temas y sus improvisaciones con una delicadeza como para no despertar a las flores, mientras Ballard mantenía un ritmo trepidante, hasta el punto de estar doblando el ritmo con la mano derecha en el plato y a la vez haciendo casi lo mismo con la izquierda en la caja, a la que golpeaba con el mago de la baqueta, además de recurrir con frecuencia a una segunda caja, algo más alejada y algo más grave, para redoblar (luego la usaría como caja única, dependiendo del tema).

Con amables unísonos en el piano (de las dos manos, claro) nos introducía en el tema 'Cheryl', un clásico de Charlie Parker, en una extensa versión a la que se sumó al rato el contrabajista, quien con gran fluidez recorrió toda la tesitura de su instrumento, mostrándose como completo virtuoso, aunque siempre con la pared que para su instrumento suele suponer a la improvisación. El tema se alargó tanto porque también el batería quiso su espacio. Sinceramente, no suele ser la parte más atractiva de un concierto de jazz, pero Ballard logra plantear retos tan atractivos que difícilmente podemos seguirlo, siempre con una 'electricidad' interior que debe agotarlo (aunque nadie lo diría).

Casi lo mismo podríamos decir del estándar 'All the Things You Are', del que sólo se desveló la melodía completa para terminar la canción, es decir, justo al contrario de lo que es costumbre, que se enuncia el tema y luego se desarrolla. Lo que ocurre es que Mehldau suele mantener la melodía micronizada a lo largo de su desarrollo y la melodía es tan pegadiza que hace que la sigamos apenas la descubrimos.

El pianista de Florida acaba de sacar un nuevo álbum dedicado íntegramente a The Beatles -desde siempre lleva dejando caer sus canciones como perlas en discos y recitales-. Curiosamente, el nuevo álbum se limita a 'cantar' al piano las canciones. Sin embargo, hay un clásico en su repertorio de mucha mayor antigüedad (junto con 'Blackbird') que es 'And I love her' que, en versiones en directo, puede alcanzar casi los 14'. Es un trabajo de introspección, de desarrollo, de búsqueda penetrante por extraer los jugos de una canción que cuanto más la trabaja más le sigue extrayendo todo su jugo. Es lo que en la música clásica llamamos variaciones que no parecen obedecer a parámetros reglamentados, sino a todo lo que la canción le inspira y que surge de entre sus dedos de manera natural, y que unas veces dura unos minutos y otras un cuarto de hora. Pues así terminó el recital.