perdigones de plata
Fuimos libres
Era otra época y se practicaba otra televisión donde la influencia del miedo no ataba las lenguas de los mejores cráneos

NO hace tanto tiempos fuimos libres, o al menos bastante más libres que ahora y casi tan libres como el sol cuando amanece. Se ha recordado estos pasados días la originalidad de francotirador de Jesús Quintero y luego, de paso, la honda cavilación que manaba ... desde la pipa de fumar de Balbín allá en 'La clave'. Era otra época y se practicaba otra televisión donde la influencia del miedo no ataba las lenguas de los mejores cráneos. Y esa radio o esa televisión derramaban beneficiosa influencia en el pálpito callejero porque actuaban como un elixir vigorizante que favorecía el pensamiento crítico.
Trasteaba mi sesera con estas bagatelas y, de repente, recordé la estampa de un tercero que sacudió nuestros estómagos a base de provocación gamberra y delirio transgresor. Parece que nuestra frágil memoria sólo despierta cuando alguien se marcha, por eso se escribe poco de los que siguen entre nosotros. Rompamos la norma. Javier Gurruchaga ejerció un magistral rol de bufón capaz de tocar las gónadas del poder mediante dinamita audiovisual. Embarrancado en el túnel de la nostalgia busqué imágenes de sus programas. Hagan la prueba cuando tengan un rato, alucinarán. Le vi parodiando a Pilar Trenas en aquella entrevista a Mick Jagger, sólo que Gurruchaga usó al feo de los Hermanos Calatrava. Le vi entrevistando a Camilo José Cela y ventilaron sus grandes clásicos: hablaron de ladillas, de pedos y de su legendaria capacidad de absorción anal. Le vi cuando llevó a un enano (Hervé Villechaize, villano en alguna película de James Bond) que era clavadito a Felipe González, una especie de hermano gemelo tamaño bonsái. Me tronché al repasar aquellos disparates emitidos en horario de máxima audiencia. Gurruchaga pudo ofrecernos momentos inolvidables, hasta que le fumigaron, porque aquella España era mucho más libre que la de ahora. Hoy nadie se atrevería a desplegar la mala leche corrosiva tan rocanrol de Gurruchaga. Claro que hoy también andamos huérfanos de un Cela. Y Tamara sin casarse. Pues qué disgusto.
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