viviendo en san borondón

Los panfletarios «Pre-Parados»

La laxitud en la exigencia para terminar los estudios en un tiempo razonable sólo beneficia a los ricos, cuyos hijos pueden permitirse económicamente la vagancia indefinida

José Fco. Fernández Belda

Los autodenominados estudiantes “Pre-parados”, que no necesariamente alumnos, suelen enviar a las redacciones de los periódicos comunicados redactados por Dios sabe quién, llenos de sofismas, lugares comunes y ayunos del mínimo análisis serio de la realidad que debería presuponerse en todo, repito, autodenominado “Pre-parado”, escalón previo a considerarse “intelectuales”.

Muchos de ellos, si conocieran algo de la historia reciente, dirían abominar del grito de Millán Astray a Unamuno, con frecuencia sacado de contexto: “muera la inteligencia”. Pero lo harían exhibiendo el Libro Rojo de Mao en la diestra y con el puño siniestro cerrado, amenazante, modelo Jemeres Rojos ideado para sus juventudes por el asesino de masas camboyano Pol Pot. Quien no ha conocido la tragedia, tiende a propiciarla.

Esos panfletos, que no otra cosa son, utilizan terminología y lenguaje incendiario buscando excitar sentimientos más que inducir a reflexiones serias propias de universitarios, educandos y educadores. Hablan de política a grupos de “aborrescentes” inconformistas, manipulables con facilidad por su poca edad y falta de estudios, tratando de inculcarles inconsistentes y periclitadas ideas que dicen ser comunes a esos grupúsculos de estudiantes, que no alumnos, “Pre-parados”.

Parecen textos extraídos del manual básico del buen revolucionario o inspirados en “El manual del perfecto idiota latinoamericano”, excelente libro de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, publicado en 1996.

Tragarse sin más análisis esas consignas políticas sólo denota la falta de lecturas serias y sistemáticas de historia, política y economía, o de todo amalgamado: historia de la política económica. Si hubieran dedicado más tiempo a su formación y capacidad de análisis, eso les ayudaría a comprender, si es que lo políticamente correcto que dicta el ambiente no les ciega, que el tipo de sociedad que proponen esos panfletos, sin firma reconocible, sólo lleva a la miseria y a la esclavitud del “hombre por el hombre”, como muestran los pocos ejemplos de naciones dónde aún dicen que están los paraísos comunistas de los que es imposible escapar.

Si un estudiante universitario puede acabar su carrera en España sin haber pisado una biblioteca, poco “preparado” podrá estar, menos aún si toda su sabiduría de la vida le viene por la lectura de esas píldoras de reacción y acción que son los panfletos políticos doctrinarios. Primero, reacción contra lo que les dicen que hay que reaccionar. Después, acción obediente y ciega, que suele concretarse en no asistir a clase y dejar de formarse esos días, aunque lo llamen huelga en un abuso de lenguaje para parecerse a lo que no lo son, ni que por ese camino que transitan llegarán a ser: trabajadores reivindicando derechos laborales.

Estos individuos convocan lo que antes llamábamos una “fugona general” los días 5, 6 y 7 de febrero, para “tumbar” (sic) el RD de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo, la eliminación de las abusivas tasas universitarias, así como en contra de la Norma de Permanencia impuesta por la ULPGC.

Su Consejo Social no impone nada, sino que dispone democráticamente, en el ámbito de su competencia y responsabilidad social, una norma de permanencia llena de sentido común y realismo. Se pongan como se pongan esos “Pre-parados”, no es lógico propiciar que toda la sociedad financie sin control a quien no se esfuerza en merecerlo. Pero lo más inconsistente de esas reclamaciones juveniles, incitadas por oscuros intereses, es que la laxitud en la exigencia para terminar los estudios en un tiempo razonable sólo beneficia a los ricos, cuyos hijos pueden permitirse económicamente la vagancia indefinida. A las familias menos pudientes, eso les perjudica y no es razonable que, encima, tengan que financiar con sus impuestos a los vagos, sean ricos o pobres.

Los panfletarios «Pre-Parados»

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