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Cómo vive el padre de un condenado a muerte

Cándido Ibar dice a ABC cómo lleva su día a día mientras su hijo cumple condena en el corredor de la muerte de Florida

Cómo vive el padre de un condenado a muerte RAUL DOBLADO

iara m.búa

«Si pretendes sacarle una sonrisa a Cándido Ibar, la llevas clara», dice a la periodista Andrés Krakenberger, un amigo suyo, mientras le da palmadas en el hombro,como si fueran camaradas.

Cándido se sienta en una esquina de los pasillos del Palacio de Congresos de IFEMA (Feria de Madrid), donde el pasado 14 y 15 de junio se celebró el 5º Congreso Mundial contra la Pena de Muerte . Con voz sosegada, comienza a hablar con orgullo de su hijo, Pablo Ibar. «Quería ser deportista de cesta punta, como yo».

Cesta punta es un deporte muy popular en Estados Unidos, y el juego por el que Cándido dejó su vida en el País Vasco para comenzar una nueva en Atlanta, donde reside con su segunda mujer y sus hijos en la ciudad de Woodstck. «Ahora estoy jubilado, aunque de vez en cuando trabajo como carpintero a tiempo parcial», comenta. «Pero hace diecinueve años Pablo fue detenido y empezamos este trauma. Eso lo cambió todo», dice.

El «trauma» al que se refiere Cándido es que su hijo fue condenado a pena de muerte por el Tribunal Supremo de Florida en el año 2000. El jurado le acusó, junto a Seth Peñalver y otra persona que nunca ha sido identificada, del triple asesinato de Casimir Sucharski , propietario de un club nocturno, y las modelos Sharon Anderson y Marie Rodgers. El crimen se cometió durante el robo armado en la residencia de Sucharski, quien estaba con sus acompañantes, en el norte de Miami, el 27 de julio de 1994.

Desde ese momento, Cándido comenzó una lucha para probar la «inocencia» de su hijo. «Para mí no existe la palabra cansancio. Hay que sacar a Pablo de la cárcel, tarde el tiempo que tarde; esa es mi meta», dice a ABC durante la entrevista. Algunos de sus allegados, como Francisco de Paula, portavoz de la Asociación Vida y Libertad, lo definen como una persona «introvertida», aunque lo cierto es que mantiene un actitud determinante en cada frase que pronuncia.

«Me acuerdo de mi hijo a cada momento, cuándo estoy comiendo con mi mujer y me pregunto: “Qué estará haciendo Pablo”». Al hablar de Pablo esboza una pequeña sonrisa, pero su expresión cambia cuando comienza a recordar la penitenciaría. «Entro contento en la prisión, cuando voy a visitarlo. El problema es cuando salgo. Entonces viene lo peor: porque no sé si volveré a verle o no».

—¿En qué piensa cuándo se levanta por las mañanas?

—En mantener mi mente ocupada con el trabajo, las 24 horas del día.

Otras condenas a muerte

Pablo no ha sido el único español condenado por la justicia de Estados Unidos a la pena capital, J oaquín José Martínez, otro de los participantes del congreso , también estuvo tres años en el corredor de la muerte del estado de Florida, pero en 2001 logró salir gracias a la celebración de un nuevo juicio, donde fue declarado inocente del doble asesinato del que se le acusó. El exconvicto dice a ABC que teme por el futuro de Pablo. «Tengo miedo que le ocurra lo mismo que a Thomas Miller , a quien se le liberó de la pena de muerte para condenarlo a cadena perpetua».

Andrés Krakenberger, portavoz de la  Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar , señala que en el caso Ibar hay hay varios errores de forma, como la actuación de su letrado durante el juicio realizado en 1999. «El abogado estuvo acusado de violencia machista a la par que llevaba el caso. Es obvio que un profesional en esas condiciones no está capacitado para llevar la defensa de una condena de pena capital».

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