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La extraña desaparición del cuadro de Goya que Franco compró para regalárselo a Hitler

El dictador español quería impresionar al 'Fúhrer' durante su encuentro en Hendaya y adquirió la obra de 'La marquesa de Santa Cruz' para ofrecérsela como regalo, pero antes de marchar su encuentro, desapareció sin dejar rastro durante medio siglo

¿Quién decapitó a Goya y dónde está su cabeza? El gran misterio del arte español

Montaje de Franco y Hitler, sobre el cuadro de de Goya 'La marquesa de Santa Cruz' ABC
Israel Viana

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El misterio sobre 'La marquesa de Santa Cruz' comenzó muchos años antes de que se iniciara la Segunda Guerra Mundial. Goya pintó el retrato en 1805 y el Museo del Prado lo expuso en 1928, dentro de una antología que le dedicó al pintor aragonés durante la dictadura de Primo de Rivera. A comienzos de la Guerra Civil, en 1936, su rastro comienza a perderse poco a poco. Parece ser que se encontraba en el Banco de España, aunque meses más tarde, con el avance de los franquistas, fue evacuado por la Junta republicana a Valencia, Barcelona, Figueras y Ginebra.

Cuando finalizó el conflicto, la obra regresó al Museo del Prado, aunque sin el consentimiento de sus propietarios originales, la familia Silva, ya que la reclamó al nuevo régimen. Tal y como apunta Arturo Colorado Castellary en su ensayo 'Arte, revancha y propaganda' (Cátedra, 2018), Franco había ordenado su compra por un millón de pesetas en 1940, una cantidad que el nuevo régimen entregó a modo de compensación, porque en realidad se trató de una especie de expropiación. Todos estos datos, sin embargo, son elucubraciones, porque acerca de este episodio, que ha sido investigado por numerosos historiadores del arte, existe un gran vacío documental.

Hasta la publicación de la obra de Colorado, casi todo lo que se sabía de 'La marquesa de Santa Cruz' no pasaba de mera leyenda urbana. Ninguna de las hipótesis sobre su veracidad se habían corroborado del todo. Fue este catedrático de la Universidad Complutense quien siguió el rastro documental del cuadro de Goya, que fue adquirido por Franco con la intención de regalárselo a Hitler durante la famosa entrevista de Hendaya. Era su forma de cortejar y complacer al que, en ese momento, era uno de los líderes más poderosos del mundo.

El dictador español pensó que sería un detalle perfecto, puesto que la obra retrataba a la marquesa tumbada sobre un canapé, mientras sostenía con la mano izquierda una lira que llevaba grabada un lauburu vasco. Un símbolo que, por su parecido, el caudillo identificó con la esvástica nazi. Sin embargo, antes del famoso encuentro en el que España se declaró neutral en lo que respectaba a la Segunda Guerra Mundial, el cuadró desapareció sin dejar rastro. Según comentó Colorado a ABC en 2018: «Ha habido un claro intento de borrar los rastros y parte de la documentación ha sido escamoteada».

900 millones

De hecho, los autores del extravío lo consiguieron, porque el cuadro estuvo perdido durante medio siglo, hasta que, en 1986, el Gobierno de Felipe González lo descubrió. Tras meses de investigación, la Policía averiguó que había salido ilegalmente de España y fue en busca de su nuevo propietario: un aristócrata y coleccionista británico llamado lord Winborne, que aseguró haberlo adquirido por 25 millones de pesetas en Suiza al comerciante español Pedro Antonio Saorín Bosch.

La polémica se desató cuando el Gobierno socialista decidió comprar 'La marquesa de Santa Cruz' por 900 millones de pesetas, a pesar de que había salido fraudulentamente de España. «Los españoles ya están acostumbrados a la política de despilfarro del Gobierno y de los Ayuntamientos. Ahora, los contribuyentes pagarán una buena parte de esos 900 millones por el cuadro de Goya, considerada 'de encargo' por los expertos. Parece lógico pensar que cuando se comete un delito, como es el caso de la exportación ilegal de una obra de arte, el autor del mismo sea castigado y no 'indemnizado' con una fabulosa cifra», podía leerse en ABC en 1986.

Al principio hubo cierta confusión, porque existe una obra similar de Goya que fue vendida por el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, en 1978, al dictador filipino Ferdinand Marcos. En ella aparece también la marquesa con una lira, pero con una composición diferente. En el catálogo elaborado por José Gudiol en 1970, las dos pinturas tienen números correlativos, pero para algunos expertos se trata de una versión y no una copia, como apuntaron algunos críticos.

Serrano Suñer

Según explican José Lesta y José Lesta Mosquera en 'Claves esotéricas del III Reich', «Ramón Serrano Suñer, ministro de Exteriores y cuñado del dictador, no consintió que tal operación se llevara a cabo». Se rumoreó entonces que Franco tuvo el cuadro en el Pardo durante años. Algunas teorías, como la defendida por la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica (CRMH) de La Coruña, sostienen que podría ser una de las decenas de obras con las que el dictador decoró sus residencias y que la familia sacó escondida de España tras el incendio de 1978 del Pazo de Meirás. Otras dicen que fue adquirida por el coleccionista bilbaíno Félix Fernández Valdés, aunque no existe constancia de quién se lo vendió. Algunos testimonios afirman que lo compró a través de una galería londinense y otros que fue el mismo Museo del Prado, dirigido entonces por el pintor ferrolano Fernando Álvarez de Sotomayor, quien simuló la venta.

«El franquismo usó el arte como arma propagandística, como moneda de cambio», subrayaba Colorado, en referencia a este y otras piezas de arte cuya ofrenda sí se consumó. Por ejemplo, los tres Zuloagas que Franco le regaló a Hitler (el acto de entrega tuvo lugar en la Nueva Cancillería de Berlín, el 4 de julio de 1939) y dos fíbulas de oro visigodas. Y este le correspondió con un Mercedes y, más adelante, con 62 toneladas de objetos religiosos saqueados en Polonia para nuestras iglesias.

El cuadro se perdió después hasta principios de los 80, cuando se sospechó que había salido de España de manera ilegal y otros dos museos –el Museo de Boston y el Paul Getty de Los Ángeles–, advirtieron al Gobierno de González que se lo habían ofrecido. Es entonces cuando se desata la polémica de la compra, puesto que al Gobierno socialista se planteó rápidamente tal posibilidad, en vez de recuperarlo por medios legales al haber salido ilegalmente de España. Y así lo hizo, por esos 900 millones antes de que su dudoso dueño pusiera a subasta en Christie's.

Una «subasta ilegal»

«Es impensable que el Estado participe en una subasta que considera ilegal –advertía el crítico de ABC, Santiago Arbós, dos semanas antes–. Ello equivaldría a reconocer la licitud del acto. Es impensable, asimismo, que pudiera pujar por un cuadro al que se augura, incomprensiblemente, un remate próximo a 1.700 millones de pesetas. Sería un contrasentido. El Gobierno no puede hacer otra cosa que proseguir el camino de la Justicia. A mí me parece un disparate pensar que el retrato vendido al mejor postor en España en 1983 por 25 millones de pesetas, pueda obtener de súbito el equivalente a 78 veces su precio original tres años después».

El Gobierno lo terminó comprando por 36 veces más del valor por el que lo adquirió lord Winborne, a pesar de que la mayoría de expertos de España y el extranjero aseguraban que no era una de las obras fundamentales de Goya, ni mucho menos. «Es de escasa calidad. Podríamos decir que Goya, cuando lo realizó por encargo, no estaba en su mejor día. La cantidad que el Estado va a pagar me parece una desmesura total, sobre todo si tenemos en cuenta que existe un precedente con otro cuadro mucho mejor de Goya, 'Vuelo de brujas', que salió a subasta por 78 millones y no ejerció su derecho de opción a compra», explicaba el prestigioso crítico de arte, Santiago Amón, el 11 de abril de 1986.

El vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, aseguró un día después que el regreso a España de 'La marquesa de Santa Cruz' era, por esa cantidad, un regalo que les había «salido gratis». Otros expertos consultados por este diario eran de una opinión completamente opuesta: «Es un abuso en plena crisis», «un cuadro menor que no ayuda a completar, en calidad, el conjunto del patrimonio del pintor que tenemos en España», «una historia lamentable, ya que con esa cantidad tan importante se podrían hacer grandes cosas por nuestro Patrimonio», «tanto dinero me deja perplejo» y es «una cifra desmesurada», dijeron.

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