Permiso para disfrutar
VINO Y VINOJuanFernández-CuestaUn olivo dorado es la marca de la casa. Jumilla, su hogar. Olivo cententario que te da la bienvenida. Recuerdos de oro que perviven en sus tierras, viñedos de
Un olivo dorado es la marca de la casa. Jumilla, su hogar. Olivo cententario que te da la bienvenida. Recuerdos de oro que perviven en sus tierras, viñedos de monastrell. Riqueza. Es Casa de la Ermita. Palabras mayores en Jumilla, y ésta, de principio a fin, empieza a escribirse con mayúsculas dentro del mapa del vino de España. Oro, riqueza, mayúsculas... y eso que hablamos de vino. Quizá viva el exceso hoy en mí. Quizá sea este Casa de la Ermita, un reserva (no al uso) de 2003 y tres uvas: monastrell, syrah y cabernet sauvignon. Hogar, tierras, bienvenida... y eso que hablamos de bodegas. Quizá no haya excesos y compartamos tiempos sabios, vinos sabrosos, equilibrio. Compartir es una virtud, y en el caso que nos ocupa, virtud concedida por Casa de la Ermita. Permiso para saborear, recordar la dulzura de fruta bien madura cuando domina el equilibrio. Permiso para gozar de la paz que aporta esta elaboración, de la calma cuando otros vinos te llenan de dudas y asaltan tus sentidos. No hay error. Es equilibrio. Pecar por defecto es esperar que «nuestra ilusión y esfuerzo por este vino sean de su agrado», como expresa la bodega. Sí, es de nuestro agrado (y lo será del suyo), y más. Pero no es ilusión, sino cariño. No esfuerzo. Sí esmero. Permiso para disfrutar. De este reserva, de Casa de la Ermita, de Jumilla. Disfruten.
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