MIHURA, UN SIGLO
TEATRO
«Melocotón en almíbar»
Autor: Miguel Mihura. Dirección: Mara Recatero. Escenografía: Gil Parrondo. Vestuario: Peris. Iluminación: José Martini. Intérpretes: Ana María Vidal, Elvira Travesí, Luis Perezagua, Julián Navarro, Crismar López, José Luis Alonso y José Carabias. Lugar: Teatro Príncipe Gran Vía. Madrid
Se celebra este año el centenario de Miguel Mihura, una conmemoración que, salvo error, sólo ha suscitado hasta la fecha el estreno que motiva estas líneas. Cierto es que el día preciso del nacimiento del escritor madrileño es el 21 de julio, pero no parece, al menos hasta el momento, que las celebraciones previstas vayan a ser precisamente desmesuradas, por más que el autor de «Tres sombreros de copa» sea uno de los comediógrafos españoles fundamentales del pasado siglo y que en su haber figuren hitos del calibre de la fundación de «La codorniz», que acuñó un humor de formidable altura y cuyo nido dio cobijo a varias generaciones de nuestros mejores humoristas.
«Melocotón en almíbar» se estrenó con éxito el 20 de noviembre de 1958 en el madrileño Teatro Infanta Isabel, con Isabel Garcés como protagonista. Parece que la idea de esta comedia se le ocurrió al autor -así lo señala Julián Moreiro en su imprescindible «Mihura, humor y melancolía» (Algaba, 2004)- cuando, tras ver una película de gánsteres, se topó con una excursión de monjas en la recepción del hotel donostiarra donde se alojaba. Y hay, efectivamente, rastros cinematográficos en el argumento, emparentado -por el estilo de humor amable, ingenioso y con su dosis de vitriolo- con las comedias de los británicos Estudios Ealing, sobre todo con «El quinteto de la muerte» (1955), de Alexander Mackendrick, y con el uso del macguffin de estirpe hitchcockiana: aquí, una maceta de flores que oculta el botín del atraco a una joyería.
Las peripecias de los cinco atracadores que se topan con una monjita de dotes deductivas cercanas a las del inquilino del número 21 de Baker Strett comienzan al ralentí, como un ligero cuadro de costumbres, pero luego el incisivo humor de Mihura va impregnando suavemente la acción y apresa la atención del público con medidos golpes de efecto que la dirección de Mara Recatero gradúa eficazmente en este montaje. Un trabajo agradable y bien hecho, con un reparto encabezado por Ana María Vidal como una sobresaliente sor María, estupendamente acompañada por Elvira Travesí, Luis Perezagua y el resto de los intérpretes.
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