Suscríbete a
ABC Cultural

Cabecita loca

De un cineasta de los de vena volcánica y chaqueta metálica como Calparsoro no se esperaba el tacto de iguana necesario para erizar un thriller psicológico más ambiental que la música de los ascensores. Pero tampoco a Walter Salles se le presuponía «Dark Water» y ya sabemos lo rebién que le quedó. Así que lo mejor es acercarse sin prejuicios a este filme, autodefinido por Calparsoro como «de retales y reciclaje», y no le falta razón: hay un poquito de la citada «Dark Waters» (esa blanca palidez de Jennifer Connelly se cuela en la enjuta figura de Ariadna Gil), otro mucho de «El resplandor» (el personaje femenino primero es Duvall y luego Nicholson, sin hablar del «fotográfico» plano de cierre) y hasta gotas del Amenábar «gruista» y urbano-apocalíptico de «Abre los ojos». Y eso que, paradójicamente, de lo que se trata aquí es de cerrarlos y dejarse llevar por la mirada turbia y contaminada del personaje femenino en todo un ejercicio de cámara subjetiva casi circense. En esos reflejos de un ojo plateado (parafraseando a Huston) es donde «Ausentes» consigue mayor presencia, potenciada por la excelente fotografía de Josep M. Civit, la banda sonora de Carlos Jean (algo «hermanniana», eso sí) y la cara de corderilla asustada de Ariadna.

Sin embargo, el rutinario interior no hace justicia a su brillante envoltorio, pues el intento de «minimalizar» el respingo y disgusto deviene en un pueril catálogo de sustos (electro)domésticos, simbolismos manidos y gatunos, highlights absurdos como el de la ristra de puertas que se abren y cierran (más «Superagente 86» que «Recuerda») y, en fin, un Jordi Mollà en otro de sus trabajos «limítrofes» que de puro contenido acaba por resultar histriónico (algo que debe tener mérito, aunque igual no tanto si eres renacentista multimedia). Un final maniáticamente «razonador», aunque tenga flecos e hilachas y el dichoso «disparen contra los videojuegos» (por cierto, ¿cómo se tomará Namco que le cuestionen la paternidad de «Tekken»?) acaban por desinflar el presunto balón de oxígeno. En fin, que Calparsoro tenía más pegada cerca de la ría que de la piscina riñonera.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación