En los marcos históricos
Lejos de los grandes fastos del Palacio de Festivales, la tupida red de conciertos que ofrece el Festival de Santander proporciona al ciclo una singularidad más que notable al propiciar veladas camerísticas de alto voltaje e interés en las que los estrenos se convierten en protagonistas. La música española está más que presente a través de numerosos encargos que el Festival realiza año tras año atendiendo tanto a los autores consagrados como a los nuevos compositores. El patrimonio monumental cántabro se ve potenciado en este ciclo que se enclava en los marcos históricos de Cantabria y que cuenta con llenos absolutos en la mayoría de sus convocatorias.
Ámbitos como el santuario de la Bien Aparecida, donde el Trío Mompou ofreció el estreno de «Niño romero», un homenaje a la Bien Aparecida sobre un poema de Gerardo Diego, de Claudio Prieto, con la participación de Lola Casariego, y muy bien enmarcado entre obras de Tomás Marco y Zulema de la Cruz, son exponentes de esa mixtura entre la tradición y el discurso musical contemporáneo.
También el Trío Luwigana desgranó un Beethoven y un Brahms de alto nivel en el monasterio de la Santísima Trinidad de Suesa, en el que obras como el «Trío en La menor, op. 114» dejaron ese poso de grandeza brahmsiana que deslumbra por la lucidez de su planteamiento. Entre medias, una agresiva obra, «Luwigana 114», del eslovaco Primoz Ramovs y también otro estreno absoluto, encargo del Festival, de Eduardo Pérez Maseda. El compositor madrileño busca la ironía en «Strictly Yours». En la obra, además del oficio de un compositor maduro y asentado con un lenguaje propio muy definido, cabría haber esperado, quizá precisamente por esto, mayor audacia. El conformismo que la define es, de entrada su mayor lastre, pese a su construcción impecable y la búsqueda de una libertad formal que pudo, en cualquier caso, haber sido más profunda.
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