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Valerón convierte en oro su primer balón

Su gol resolvió un encuentro en el que España fue descomponiéndose poco a poco y sufrió más de lo aconsejable para doblegar a una Rusia que nunca dejó de defenderse

Valerón y Vicente celebran el gol del primero que dio la victoria a la selección española. EPA

FARO. ¡Bendito Valerón! Más madera para el debate. Y ahora, madera de primera calidad. La entrada del canario en el campo, su primera aportación al equipo, trajo bajo el brazo el gol que la selección necesitaba porque había entrado en una dinámica peligrosa en la que la precipitación y la ansiedad comenzaban a apoderarse de su ser y de su espíritu. Fue Valerón mismo en esa jugada. En esencia. Personal e intransferible. En ese balón que le llegó al borde del área pequeña resumió toda la ciencia que lleva dentro. Serenidad para controlar, astucia para acomodarse el balón y habilidad para sacar un remate más colocado que potente que, al fin y al cabo, le vale a España ganar el primer partido y sumar tres puntos. Por todo ello, bendito seas Valerón, aunque el juego del equipo, salvo en el primer cuarto de hora, dejara bastante, mucho, muchísimo que desear.

Imposible descifrar el efecto que la derrota de Portugal, o lo que es lo mismo, la victoria de Grecia, despertó en la selección, pero la realidad es que su arranque de partido fue prometedor. Consciente de que el resultado del partido inaugural podía complicar aún más la historia de este grupo. Fue Baraja quien asumió el mando cuando el equipo adoptó la disposición de llevar la iniciativa del juego. Al fin y al cabo era lo previsto, que España tomase la responsabilidad de tener el balón y jugarlo y que Rusia esperara agazapada su oportunidad.

Un cuarto de hora de lujo

Fue un cuarto de hora largo. Baraja bajaba a la altura de los centrales para sacar el balón jugado desde atrás, mientras Albelda se incrustaba en el corazón del medio campo en busca de la segunda jugada, de cazar el rechace. Etxeberria y Vicente se abrían bien a las bandas. Más incisivo el valencianista que el bilbaíno, a pesar de que los desplazamientos largos de Baraja encontraban siempre más espacios por la banda derecha. Pero no los aprovechó el jugador del Athletic, que, además, tuvo la mejor ocasión de España en esa primera parte, aunque ya llegara pasada la media hora, cuando el equipo ya no mandaba y los rusos se habían aventurado a salir un poco de su zona al comprobar que al rival se le había acabado demasiado pronto la iniciativa.

Tienen oficio estos rusos. Saben cerrarse atrás, ahogar espacios, son solidarios en las coberturas y cuando tienen el balón no lo rifan, lo intentan combinar con cierto sentido. De hecho, después del fallido remate de Etxberria, que lo tenía todo a favor, comenzaron a dar trabajo a Casillas. Hasta tres intervenciones consecutivas del portero madridista, sin duda la primera la más complicada al sacar un mano a mano de Alenichev, que había entrado hasta la cocina de la defensa española aprovechando que Baraja y Albelda habían dado un alarmante bajón físico.

Le faltó también al equipo español en esa primera mitad profundidad. Y sin profundidad no hay remate. Tras los cuatro primeras aperturas de Baraja, la selección se empecinó en jugar por el centro, demasiado directo, sin confeccionar las jugadas como al principio y Raúl y Morientes, muy presionados, tenían que recibir todos los balones de espalda a la portería rusa. El equipo se fue amanerando poco a poco y se marchó a la caseta obtuso, obcecado y convencido de que aquello iba a ser mucho más complicado de lo que hubiera podido parecer en un principio.

También los 16.000 españoles que se citaron en Faro se dieron cuenta de que aquello no funcionaba y desde que comenzara la primera parte reclamaron la presencia de Valerón, quien desde que terminara el primer tiempo calentaba junto a Xabi Alonso y Fernando Torres.

Salir y besar el santo

Sáez echó mano del canario cuando no se había cumplido todavía el minuto sesenta y a su vez mandó al campo a Xabi Alonso, porque a Baraja se le había quedado el depósito a cero y sin las piernas también le fallaba la cabeza. Y ahí estuvo el partido. El primer balón que tocó Valerón fue gol. Todo fue una pura coincidencia, la primera vez que subía y centraba Puyol, la primera vez que Etxeberria acertaba -abrió las piernas con picardía-... y allí estaba Valerón para parar, templar, provocar un grito en la grada porque no terminaba de rematar... pero cuando lo hizo fue gol. Justo lo que España necesitaba en momento tan trascendente del partido.

Y poco más se vio ya después. Rusia ni supo ni pudo salir de su madriguera y los de Sáez pusieron un ojo en el marcador electrónico y otro en el campo para especular con la ventaja de la mejor manera posible, esperando que en alguna contra cayera el segundo y el partido no se complicara a última hora. Ni un cosa ni otra. Ni el segundo -aunque hubo hasta tres ocasiones pintiparadas para ello- ni la reacción rusa y el partido que se fue descomponiendo segundo a segundo hasta el pitido final, con la entrada de Torres -que provocó la expulsión de Sharonov- por Raúl incluida.

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