2-1: El Real Madrid pierde su último tren en Getafe

El Real Madrid cerró su semana fatídica con una derrota en Getafe (2-1) que convierte en utopía el sueño liguero, tras abandonar por la puerta de atrás la Liga de Campeones y habrá de afrontar dos meses y medio de competición con el peso del fracaso en la conciencia por segundo año consecutivo.
Era el último tren del Real Madrid. Pasaba por Getafe, una localidad históricamente madridista que de un plumazo se cargaba el pasado y desataba un clima hostil, de repentino antimadridismo, con el que el conjunto azulón comenzó a ganar la batalla.
A la cita con la historia en la primera visita oficial del Real Madrid al coliseo getafense, acudía el equipo de Luxemburgo con una conjura y unión de compromiso superficial. Duró en el campo lo que aguantó el orgullo de Guti. Cuando comenzó su proceso de autodestrucción y pelea con el mundo, el equipo volvió a su habitual juego cansino, sin orden ni sentido.
El Getafe demostró que al actual Real Madrid, cualquier equipo ordenado puede hacerle daño y darle una estocada mortal. Le entregó el balón, achicó espacios e hizo pequeño un terreno de juego donde comenzaron a mostrarse todos los defectos blancos.
Era el día de recibir premios para un modesto del fútbol español, el Getafe, que recoge el calificativo de "matagigantes" dejado por el Rayo Vallecano. Aragoneses se ganaba el perdón de su afición con una intervención salvadora a disparo de Raúl que hacía olvidar el peor día de su carrera ante el Betis. Albiol recibía el suyo en el minuto 36. Un ejemplo de lucha y superación tras un accidente que casi le cuesta la vida a principio de temporada, veía como un nuevo fallo de Iván Helguera en un despeje, el enésimo de la temporada, le ponía un balón blando, caído del cielo, para fusilar a Iker Casillas.
Era la justa recompensa a un equipo que comenzó a adelantar líneas a la par que su rival se iba desplomando. No había reacción en el inicio de la segunda parte. No saltaba al campo un conjunto enrabietado con la ilusión necesaria para seguir luchando por una Liga, ya de antemano complicada. Alejado de la reacción, un ex madridista, Riki, ponía la sentencia. Un nuevo error de Helguera y Samuel, con una pasmosa pasividad, hacía oro un pase picado de Cotelo, para batir de nuevo a un Casillas superado por los acontecimientos.
Luxemburgo tenía que reaccionar. Todo estaba perdido y su primer cambio fue dar entrada a un canterano, Palencia, por Raúl Bravo, siempre fuera de posición. Un mensaje a navegantes, como los posteriores cambios de Figo y Zidane. Owen y Solari dieron más espíritu de lucha a un Real Madrid que se encontró siempre con Aragoneses en sus llegadas. Hasta el último minuto, en que Solari conectó un magnífico zurdazo desde la frontal a la escuadra rival. Ni siquiera lo celebró.
Rostros de una nueva final perdida en los jugadores. Enfado en Vanderlei Luxemburgo y decepción en Florentino Pérez en el palco de autoridades. La Liga queda a once puntos y llegan dos meses y medio para la autocrítica, la reflexión y el inicio de un nuevo Real Madrid tras dos años de fracaso.
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