Un hombre muere por un escape de gas y otro tras un incendio
La primera víctima se disponía a marcharse a trabajar por la mañana cuando le sobrevino la muerte. El gas se acumuló durante cerca de ocho horas
MADRID. Trágica jornada la que se vivió ayer en la capital durante la madrugada. Dos personas, dos varones, perecieron asfixiados en sendos pisos, aunque en diferentes circunstancias. El primer caso lo protagonizó Manuel Garrido, de 47 años y vecino del número 3 de la calle de Tábara, perpendicular a la de Pobladura del Valle, en el barrio de San Blas.
Su cuerpo apareció inerte sobre el suelo del cuarto de baño de su pequeña vivienda, donde residía solo desde que sus padres murieron. Eran las dos de la tarde cuando efectivos del Cuerpo Municipal de Bomberos lo hallaron, semidesnudo y ya muerto. Habían acudido allí tras la llamada de una de las vecinas de la pequeña finca, quien, a la una y media de la tarde, comenzó a notar un fuerte olor a gas en el edificio. Se temió lo peor. Y sus augurios se cumplieron.
Cuando los Bomberos entraron en el piso se dieron cuenta de que la acumulación de butano era «grandísima», por lo que procedieron a cerrar la bombona y a ventilar el inmueble, de 40 metros cuadrados y tres habitaciones. La distribución de las piezas que conforman el piso -no existe pasillo y la cocina da directamente al salón, que a su vez se comunica con el resto de la casa- facilitó que el gas se propagara fácilmente.
Manuel se encontraba en el cuarto de baño, desnudándose y preparándose para marchar a su trabajo, en la construcción, cuando le sobrevino la muerte. Solía marcharse de casa a las siete de la mañana, y, según los primeros indicios, la fuga comenzó entre seis y ocho horas antes de la llegada de los Bomberos, es decir, entre las seis y las ocho de la mañana.
Asunto bien diferente es aclarar las causas del accidente. Los primeros datos apuntan a un nuevo episodio de «muerte dulce» -entre otras cosas, porque había un grifo abierto en la cocina y el hombre estaba desvistiéndose para salir-; algunos vecinos comentaron que Manuel era una persona «que se llevaba bien con todos» y que, «desde que sus padre murieron, vivía solo, pues estaba soltero».
Otros comentaron que su casa «parecía un basurero». «Pensaba que algo así podría ocurrir», afirmaron. De hecho, cuando la Policía penetró en el interior de la vivienda se la encontró «toda revuelta» y con un aspecto de absoluta dejadez, un estilo de vida descuidado, que pudo pasarle factura con el gas. Sus familiares -tenía hermanas- se personaron en el lugar nada más conocer los sucedido.
El otro suceso de la jornada ocurrió en la calle de Sánchez Preciado, en el número 39 (Chamberí), donde un varón de 60 años pereció por inhalación de humos después de que la vivienda donde vivía saliera ardiendo.
Una calle marcada por la tragedia
Los hechos comenzaron al filo de las dos de la madrugada, cuando, por causas aún desconocidas, las llamas comenzaron a arder en la habitación donde dormía la víctima.
Rápidamente, dos dotaciones de Bomberos (una bomba y una escala), dos ambulancias del Samur y una unidad de psicólogos se personaron en el lugar.
Para el hombre ya era demasiado tarde. Su madre, de 83 años y que también estaba durmiendo en la vivienda en el momento del suceso, salvó la vida, aunque tuvo que ser atendida por los facultativos del Samur a causa de una intoxicación leve por inhalación de humo.
Se da la circunstancia de que la vivienda donde ocurrieron los hechos está a pocos metros de donde mataron el pasado noviembre a un matrimonio de menores de edad y a su bebé de 4 meses.
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