El chollo
| LA ESPUMA DE LOS DÍAS |
EL chollo es un término amable, halagador, casi cariñoso, algo que connota positivamente en un país donde el chollo es buscado y envidiado de tal forma que su ideal sería convertirse en un país de chollos. Allí donde el Estado predica, desde la política a la enseñanza, el esfuerzo y el trabajo pasan a un segundo plano para dejar paso a la ilusión por la bicoca, los duros a cuatro pesetas y ese premio gordo que nos pueda enjugar para siempre el sudor de la frente. Algunos economistas lúgubres enseñan que no hay almuerzos gratis más que para aquellos que consiguen desplazar la frontera de posibilidades de producción a golpe de innovación tecnológica, pero aquí sabemos que almuerzos, cenas, desayunos, prebendas, carguetes o negocietes pueden caer del cielo, conseguirse por la cara o el carnet y deslumbrarnos con superbeneficios en ausencia de coste alguno. Entonces, abrimos la boca asombrados y reconocemos: «Eso es un chollo». En boca de Rajoy, la afirmación de que Zapatero es un chollo para los nacionalistas resulta más descriptiva que ofensiva, porque ya digo que las rebajas y el gratis total suenan bien al ciudadano medio.
Los nacionalistas conjurados tienen una envidiable complicidad con el presidente y una aceptada estrategia a largo plazo que pasa por toponímicos como Perpiñán, Lizarra o Tinell, y es cierto que a cambio más parece que prodiguen amenazas y amagos. En los próximos meses habrá tiempo para saber en qué ceden, seducidos, digo yo, por la generosidad ostentosa de las contrapartidas. En el debate sobre el Estatut hemos vuelto a comprobar que los nacionalismos han convertido el Congreso en una cámara territorial, por lo que no se entiende para qué se pretende reformar el Senado en ese sentido en vez de dejarlo como está o suprimirlo, si es que quedan políticos que se atrevan a terminar con algún chollo. Imposible, pienso, porque cuantos más, más clientela y más pesebres para los fieles. Las gangas, ya tengan forma de condonación de préstamos o de designaciones «dedocráticas» son para los amiguetes, los «godfellas» que diría Scorsese.
El devenir político está dejando al descubierto las vergüenzas del sistema y la previa necesidad de haber reformado hace tiempo cimientos tales como la Ley Electoral o la financiación de los partidos, e incluso ese perverso sistema que hace que el reparto de poder parlamentario se traslade a tantos centros de decisión -desde el Consejo General del Poder Judicial a la Comisión Nacional de Energía- dando la triste sensación de que todo sobra menos el botón que aprieta el partido. Zapatero, chollo escurridizo que no dice cómo va a alcanzar unos objetivos que no especifica, lo será para algunos pero no para otros. Bien porque se ven como perdedores, o bien porque no entienden esta forma laxa de gobierno, es decir, que no les gustan los chollos.
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