Unos 600 inmigrantes protestan en Barcelona contra el proceso de regularización
Unos 600 inmigrantes de Barcelona y su área metropolitana, convocados por la Asamblea por una Regularización Sin Condiciones (ARSC), han iniciado encierros en seis locales de la Ciudad Condal y de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) para reclamar una mayor flexibilidad del proceso de regularización de extranjeros de tres meses impulsado desde el Gobierno central.
Este acto se lleva a cabo tres semanas después de otra protesta con idénticos objetivos, que no obtuvo respuesta por parte de la Administración central, y un mes antes del 7 de mayo, día en que termina el plazo para que los inmigrantes presenten los requisitos exigidos: un contrato de más de 6 meses, el certificado de antecedentes penales y el padrón.
Las instalaciones entre las que se han dividido los 600 inmigrantes son la Iglesia de Santa Maria del Pi, el Espai Obert, en el barrio barcelonés del Poble Sec, la Parroquia de Sant Miquel, en el barrio Singuerlín de Santa Coloma, la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), el centro social okupado 'Can Vies' y la Parroquia de Sant Medir, estos dos últimos en Sants.
Nuevo encierro en la Iglesia del Pi
En la Iglesia del Pi, que acogió en 2001 los históricos encierros que finalizaron con una regularización extraordinaria de extranjeros, se encuentran varias decenas de inmigrantes en huelga de hambre, la mayoría pakistaníes, quienes cuentan con el permiso de las autoridades del templo hasta el próximo sábado.
En cuanto a la UPC, que anoche concentró al grueso de inmigrantes -unos 400- que se encerró tras la manifestación por el centro de la ciudad en el marco de la jornada europea contra los centros de internamiento, el permiso del rectorado sólo es para los fines de semana, por lo que hoy deberán abandonar estas instalaciones.
Falta de medios
La Parroquia de Sant Medir acogerá durante una semana al colectivo búlgaro, dentro del cual algunos de los 15 miembros que lo integran no se han sumado a la huelga de hambre. Victoria Ivanova, portavoz de este colectivo, insistió en "el esfuerzo que representa para personas en una situación tan complicada renunciar al sueldo y a la comida una semana".
"Está bien que haya requisitos, pero tendrían que ser más flexibles", protesta Mariona Saurí, miembro del Consell de la parroquia, quien también subrayó la necesidad de comida y colchones para pasar el encierro. La Cruz Roja, eso sí, facilitó mantas.
Can Vies, donde se encuentran cerca de 80 inmigrantes, es un local que pertenecía al Metro de Barcelona y que ahora funciona como un casa abierta al barrio okupada desde 1997 sin ninguna demanda de desalojo. Sus responsables han cedido la capilla de dicha propiedad para albergar a los inmigrantes en huelga de hambre, la mayoría marroquíes. Tras la primera noche, también se acusó la falta de mantas, agua y zumos.
Se prevé que el encierro se prolongue hasta el mediodía del sábado 9 de abril, cuando se llevará a cabo una manifestación, cuyo recorrido aún está por concretar, y a la que seguirá una asamblea masiva de evaluación de la evolución y los logros del encierro. De todos modos, los convocantes de la protesta ya han anunciado que ésta tiene la intenció de ser de carácter indefinido, hasta que el Gobierno central asuma sus reivindicaciones.
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