Historia de un «stop» atascado
El mapa de Madrid acaba de estrenar otro punto negro para los atascos. El cambio de la señal de ceda el paso a «stop» en el acceso a la A-2 desde Arturo Soria y Agastia provoca grandes retenciones, mientras el Ayuntamiento espera abrir una nueva salida a la autovía

TEXTO: MERCEDES CONTRERAS FOTO: JOSÉ GARCÍA
MADRID. De ceda al paso a «stop». Esta transformación la ha sufrido, de la noche a la mañana, la señal de tráfico que existe en la incorporación desde Arturo Soria y Agastia a la carretera de Barcelona. Pero también todos los conductores que utilizan esta salida para ir hacia el centro de Madrid o incorporarse a la M-30. Si antes las retenciones estaban a la orden del día, hoy son una retahíla de coches los que esperan para llegar a las calzadas de la nacional, pese a que, por el momento, el tráfico no ha recuperado su ritmo habitual. El próximo lunes será un «buen» estreno. Los atascos de Madrid han ganado un «punto negro» más.
Se trata, en realidad, de un stop prematuro porque, según afirmó Juan de las Heras, responsable municipal de las obras de este enlace, «la intención es abrir, en este mismo mes, otra salida a las calzadas de la nacional desde la calle de Gregorio Benítez, con lo que se descargará el acceso a la A-2 desde Agastia».
Acceso con retraso
Lo malo es que, como vemos, el citado stop ha llegado antes que el nuevo acceso y, mientras tanto, el batiburrillo de coches que se forma puede hacer perder la paciencia a más de un conductor. Pero también para el retraso hay una explicación. «Para acabar la salida desde Gregorio Benítez -dijo Juan de las Heras- necesitamos disponer de un tramo de terreno que depende del Ministerio de Fomento y la tramitación no ha podido terminarse en agosto».
Además, ya metidos en el capítulo de intenciones municipales, hay que señalar un futuro estudio para ver la viabilidad de desplazar todo el tráfico por Gregorio Benítez y hacer desaparecer no sólo el stop en cuestión, sino el acceso desde Agastia.
Pero, de nuevo en el presente, en el fondo de la transformación de señales está, naturalmente, la seguridad vial. «La decisión de poner el stop -añadió- se tomó tras realizar una observación exhaustiva sobre el funcionamiento del tráfico y comprobar que los conductores no respetaban el ceda el paso existente, lo que añadía peligrosidad a la incorporación».
«Hay que tener en cuenta -añadió- que en el tramo anterior a ese punto existe una parada de autobuses y que el carril de la derecha es específico para este transporte público. Además, un poco más adelante, está la incorporación hacia la M-30 norte».
«Pese a ello, -aseguró-lo que se ha hecho ha sido simplemente poner orden en una situación irregular y ampliar el espacio, ya que antes los autobuses ocupaban parte de uno de los carriles de paso y provocaban mayores problemas, mientras los vehículos utilizaban el arcén para realizar la incorporación». Lo que parece estar claro es que en ese punto del enlace no se ha conseguido con las nuevas obras evitar los trenzados de tráfico que se producían con anterioridad, pese a que ahora los conductores que pretenden ir hacia la M-30 sur cuenten con un carril específico que aclara un poco la mezcolanza pasada.
Túnel perdido
Este problema, en realidad, se conocía ya que los primeros proyectos de obra recogían la construcción de un subterráneo, que al final no ha llegado a excavarse, para canalizar los enlaces con el tercer cinturón.
Por el momento, el stop se mantiene y la mayor recomendación dada es que «el conductor debe fijarse y cumplir las señales de tráfico porque no son un capricho, sino fruto de la necesidad».
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