Un año después
La última encuesta del CIS revela que, un año después de las elecciones que otorgaron la mayoría absoluta al PP, la distancia en intención de voto entre los dos primeros partidos nacionales se mantiene alrededor de los siete puntos de diferencia. El ejercicio del gobierno con mayoría absoluta no ha desgastado al Ejecutivo. No es difícil extraer consecuencias y enseñanzas de este hecho. La popularidad del Gobierno se mantiene, a pesar de la presión de la oposición con sus intentos de convencer de que nos encontramos instalados en la improvisación y el desgobierno.
La opinión pública, por el contrario, parece discernir entre lo esencial y lo accesorio, y entre lo que es responsabilidad del Gobierno y lo que depende de circunstancias ajenas a su actuación. Es evidente que en esta segunda Legislatura popular ha sobrevenido una serie de problemas cuya génesis es independiente del debe del Ejecutivo. También lo es que el Gobierno no siempre ha reaccionado con los reflejos y con la coordinación necesaria ante su desafío. Pero la mayoría de los ciudadanos parece compartir la opinión de que en lo esencial la actuación gubernamental es la correcta y la más coherente con el programa propuesto por el PP, que obtuvo la amplia adhesión ciudadana. La conclusión que cabe extraer no es tanto que se trate de problemas menores o irrelevantes, sino que las autoridades han reaccionado, en general, de manera acertada. Probablemente pesen sobre todo en el ánimo de esta opinión estable sobre la valoración del Gobierno la bonanza económica, la integración y el protagonismo en las instituciones europeas y en la escena internacional, la superación de la pasada crispación y de los escándalos de corrupción, la firmeza en la lealtad constitucional y en la lucha antiterrorista, la voluntad para eludir la tentación del aislamiento y la prepotencia que suelen ir emparejadas a las mayorías absolutas, en suma, un nuevo estilo de gestionar los asuntos públicos.
No deja de ser sintomático que Rodríguez Zapatero aventaje a Aznar en la valoración de los encuestados. Si el hecho revela la capacidad de liderazgo y el talante dialogante y moderado del nuevo secretario general del PSOE, también indica la buena opinión que pese a ello tienen los ciudadanos sobre la gestión de Aznar. Tal vez una cosa sea la valoración de las dotes y simpatías personales y otra la evaluación de la capacidad para dirigir el gobierno de la Nación. Zapatero recibe más la adhesión a su talante, nuevo en la historia reciente de su partido, que la confianza para llevar las riendas de la gobernación. Las dificultades para controlar las disensiones en el seno de su propio partido no deben de ser ajenas a esta valoración.
En definitiva, los electores que otorgaron al PP la mayoría absoluta parecen convencidos de que el ciclo político no ha terminado y de que la confianza depositada hace un año en el PP debe ser prolongada, al menos hasta el final de la actual Legislatura.
Tampoco dejan de ser sintomáticas las encuestas sobre intención de voto en Andalucía. Allí sí resulta evidente el desgaste del prolongado gobierno socialista en mayoría absoluta. El PSOE descendería hasta 11,5 puntos en intención de voto y superaría sólo en uno al PP. En la valoración de líderes, Javier Arenas estaría por delante del presidente de la Junta, Manuel Chaves. Algo se mueve, sin duda, en el panorama de la larga hegemonía socialista en Andalucía.
Es posible que algunos análisis sobre el desgaste del Gobierno del PP procedan sobre todo del ámbito de los deseos de la oposición y de sus medios afines más que del de las realidades, y que descansen en falsos presupuestos sobre lo que de verdad perciben los ciudadanos. En la distancia entre los dos grandes partidos nacionales que revela la encuesta, con independencia del eventual margen de error, parecen pesar tanto los aciertos de la gestión del Gobierno como las dificultades socialistas para articular un programa coherente de gobierno y para difuminar las sombras de división interna. Todo parece seguir igual.
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