Manuel y Abel López (Cofiñal): «Nuestros clientes se sienten aquí como en casa»
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Iniciar sesiónCon 45 años recién cumplidos, este establecimiento de Los Remedios es un auténtico refugio para la nostalgia, una esquina donde el buen comer y las buenas maneras nunca pasan de moda. Sus anfitriones reciben con hospitalidad castellana a todo el que se acerca ... a su barra, en la que las viandas se sirven con acento leonés y las tertulias se fraguan con deje sevillano.
Como muchos otros bares de Los Remedios nacidos en los sesenta y setenta, Cofiñal tiene detrás una particular historia que conviene conocer. Sus parroquianos la saben de sobra, pero otros muchos de los que pasan a diario por esta esquina de Pedro Pérez Fernández y Virgen de la Victoria seguramente la ignoren. Manuel y Abel López Fernández son dos hermanos que llegaron a Sevilla desde un pequeño pueblo en las montañas de León llamado Cofiñal , como reza el azulejo que tienen en su fachada.
Manuely Abel López / Fotos: Tomás Muruaga
Primero vino Manuel, arropado por unos tíos de su madre que ya tenían negocios en la capital hispalense, y a los dos años le siguió su hermano Abel. En aquella época era frecuente que los jóvenes salieran de sus pueblos buscando un futuro mejor y el de Abel y Manuel aguardaba en una esquina de Los Remedios, donde una vieja whiskería permanecía clausurada desde hacía años.
Antes de abrir su propio negocio juntos, los hermanos trabajaron junto a su tío Ildefonso Cuesta González, que además de haber sido concejal de Ferias y Festejos del Ayuntamiento de Sevilla, era propietario de las bodegas Viña Sol, de un par de cines en las calles Jáuregui y Lumbreras, un bar en la calle Barcelona y otro llamado Villa Sol en la esquina de la calle Niño Perdío con la Alameda. Por este último pasaban personajes de la farándula y el toreo, y Abel recuerda con su prodigiosa memoria cómo servía cafés a Joselito El Gallo o Chicuelo o llevaba un sifón a casa de alguno de ellos cuando así lo requerían para atender a sus invitados.
Llegado el momento, los hermanos decidieron abrir Cofiñal y fue en uno de sus habituales desplazamientos en moto por la ciudad cuando se adjudicaron sus respectivas funciones. Manuel atendería en la barra y Abel se encargaría de la cocina . Abrieron el día de San Antón de 1976, cuando aún se construía la Escuela Politécnica Superior, y desde el primer momento recibieron el calor y la acogida del barrio. En estos 45 años poco ha cambiado en Cofiñal, y estos dos hermanos leoneses se han habituado al carácter sevillano y han aprendido a identificar y tratar con cada cliente que se adentra en este pequeño museo gastronómico donde los guisos y las chacinas hacen viajar a Castilla sin salir de Los Remedios.
¿Nunca se han planteado cambiar algo del bar?
Abel López: Se podría hacer, pero siempre he oído decir a José Ramón Fernández Suárez que cambiar un negocio que va bien es un error, porque la gente ya te conoce y el que viene aquí busca lo de siempre.
¿Se han sentido siempre acogidos por el público sevillano?
Manuel López: Cofiñal fue un éxito desde el primer momento, porque nosotros veníamos de la escuela del sacrificio y de la disciplina, tratábamos siempre al cliente de usted y con respeto.
A.L.: Pensamos que la cocina leonesa podía gustar en Sevilla, empezamos a traer producto típico de allí y muchos clientes se daban cuenta de que no podían encontrarlos en otros bares.
Muchos de sus clientes serán de toda la vida…
Hay muchos que venían de niños y ahora lo siguen haciendo, hay clientes que llevan 45 años viniendo. También hay quien vino hace años y cuando regresa encuentra que todo está como lo dejó y agradece encontrar un bar de parroquianos donde todos nos conocemos y nos tratamos.
¿Se consideran psicólogos de barra?
A.L.: En tantos años aprendes a distinguir al que llega, se desarrolla mucho ojo clínico. Ya vamos por la tercera generación de clientes y realmente los conocemos a casi todos, porque se suelen crear grandes tertulias. La gente viene al bar a socializar
M.L.: Aquí vienen y se sienten como en casa.
¿Han hecho amistades tras la barra?
A.L.: Hemos entablado relaciones duraderas con muchos clientes.
¿Cuál es la clave para tratar con el público de un bar?
M.L.: Tratar siempre al cliente con respeto y ser muy discreto, hay que tener mucha psicología para estar detrás de una barra.
A.L.: Para mí la clave es pensar que el jefe es el negocio y no uno mismo.
Quiénes son
Sevilla les acogió cuando eran solo unos adolescentes. Trece años tenía Manuel cuando llegó a una ciudad muy distinta a la de ahora y empezó a trabajar en una oscura Alameda donde el ambiente folclórico y la decadencia caminaban por el mismo sendero. Su hermano Abel le siguió poco después y juntos trazaron su destino lejos de las montañas de su pueblo.
Abel se casó con una leonesa a la que convenció para venir a Sevilla y con la que tuvo dos hijos que le hicieron abuelo hace unos años. En sus tiempos jóvenes fue campeón de España en salto de esquí y aún añora la nieve que suele caer en las montañas de Cofiñal, aunque reconoce que se adaptó sin problemas a las cálidas temperaturas del sur de España.
De su cocina salen recetas como cocidos, mollejas en salsa, alubias con chorizo y su famosa sopa de ajo. Y en su barra se sirven chacinas del norte que tienen un buen número de seguidores en Sevilla, entre ellas cecina de buey, chorizo picante o morcilla de Boñar, además de prueba de matanza.
Cuando regresan a Cofiñal en su visita de cada año (ya llevan tiempo sin ir a causa de la pandemia) vuelven a sentirse leoneses de los pies a la cabeza, pero cuando están en Sevilla se sienten como un andaluz más, aunque su acento castellano y su tono suave de voz delata sus raíces.
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